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No ha habido mucho que destacar en esta primera novillada de la miniferia de la Comunidad. Quizás, lo más destacado, sea la ausencia de público. Ha sido quitar la obligación de sacar estas entradas y el resultado ha sido penoso: aficionados a los toros en Madrid hay los que hay, muy pocos. Como prueben un año a hacer lo mismo con San Isidro, lo mismo había sorpresas. La “afición” es cautiva de la obligación del abono y así sobreviven la taquillas. Del resto de la novillada, poco se puede destacar. Los novillos no han sido superiores pero tampoco alimañas, más bien descastaditos, pero dos han permitido el triunfo. Los novilleros, una vez más, declinan comportarse como tales. Y no sólo no son capaces de atropellar la razón para dar muestra de las ganas de ser toreros que les animan, sino que tampoco existen muchos fundamentos para pensar que saben resolver la papeleta que tienen delante. Los tres, Posada, Justo y Morilla, eso sí, saben ponerse y componer las figuras, pero de reunirse con sus oponentes, de macizar el toreo y ponerle donde debe, eso ya es otro cantar. “Torear bien es muy difícil y, además, muy peligroso” decía el añorado Vidal. Pues es precisamente eso lo que les pasa: No quieren torear bien, porque es muy peligroso. Pero sin peligro no existe el toreo. Claro que es peligroso torear bien y por eso a Posada le gritaron en su segundo, -a la vista de a las exageradas distancias en que toreaba- ¡mánchate el vestido!. Fue escucharlo y a continuación le enjaretó al novillo una serie de naturales de buena factura, donde uno fue extraordinario. Ahí y en otra serie en su nobilísimo primero quedó todo lo que nos ha enseñado este debutante, además de un montón de partidarios que sin ellos, entonces es cuando la plaza hubiera estado vacía. Decimos nobilísimo primero que se le fue a Posada y decimos bueno quinto de El Cahoso que se le fue a Justo. Torero que poco tiene que ver con el que vimos el pasado año. Envarado hasta límites insufribles y que a la hora de matar, prefiere no hacerlo y se echa, no para fuera, sino para atrás. Así ha sido su actuación con los aceros: un desastre. Una buena tanda al natural cuando se sintió más natural es todo lo destacable de su actuación. Muy poco. De Morilla, voluntarioso y embarullado en muchos momentos, le cabe la excusa de haber tenido el lote menos colaborador y más desrazado. Seguimos con novillos posibles y novilleros imposibles para ser toreros en este arranque de temporada en Madrid. ¿Será mañana?. Ver ficha del festejo |
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