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Eran las 12:36 de este domingo 17 de abril, cuando se le ocurrió al juez de plaza (presidente), Jorge Ramos, que el festejo tenía que dar comienzo… la plaza estaba a reventar… no cabía más gente, y sin embargo, afuera del coso… de esta pintoresca plaza La Florecita, había aún aficionados deseosos de entrar. ¿Quién había logrado convocar a ese oceáno interminable de público? Sin que suene irónico ni falto de respeto… los jóvenes... por supuesto que no. Efectivamente, ni Jorge López ni mucho menos Mariano del Olmo, tienen el suficiente cartel para convocar a la asistencia. Entonces… ¿Qué había logrado tanta expectación? ¡El toro señores!... ¡El TORO! El México taurino se ha dado cuenta que los empresarios Dick Acha y Carlos Quintana, han prometido lidiar el toro, y al igual que en las anteriores ediciones han cumplido, por lo que desde este espacio... les enviamos una sincera enhorabuena.Y… ¿qué vimos lidiar? Cuatro impecables toros de Santa María Xalpa, y un sobrero como absurdo regalo, que a pesar de ser un cornalón estuvo anovillado. Los toros tuvieron las siguientes características por orden de salida: Manchego con 530 kilos, no peló con el caballo, pero tuvo clase aunque fue sumamente débil, le otorgaron inmerecido arrastre lento, y fue pasado el tercio de banderillas con dos pares. Cachetón con 540 kilos fue bravo y encastado, peleó con el caballo, y erróneamente lo pasaron con dos pares de banderillas. Rebujito con 515 kilos, salió enterándose, pero pronto rompió fue al caballo y peleó, embistiendo con poder y nobleza. Desvelado con 510 kilos, peleó con el caballo y embistió con casta y calidad. Estos cuatro toros fueron sumamente aplaudidos a su salida y cuando fueron al destazadero. Cabe hacer notar que los señores picadores no saben torear… están acostumbrados a que les dejen abajo del peto a los minúsculos animalitos que se lidian, fundamentalmente en el coso mayor del mundo. Y a estos toros, hay que citarlos de largo… motivar su embestida con el caballo y con la vara, para aguantar su poderosa pelea. Así que Delfino Campos y compañía quedan reprobados. Como regalo, apareció un pequeñajo de nombre Maestrante con 500 kilos, que desentonó con el muy bien presentado encierro, no peleó en caballos. Fue un error haber permitido su regalo. Justamente, fue Jorge López a quien se le ocurrió la absurda idea de regalar a ese bovino, al que nada pudo hacerle con la capa. Con la tela roja cuando a Jorge se le ocurría tirar del astado, este iba empapado en la muleta, pero como el joven López (no Obrador), siempre tuvo el engaño retrasado, nunca pudo ligar una serie. Acaso un solo natural destacó por su largura, y cuando quedó trazado Jorge detuvo su andar y el toro cambió de lidia. Al entrar a matar el pitón derecho estuvo a punto de penetrar la cavidad toráxica dejando sólo un puntazo. Cierto sector del público y el juez, se conmovieron decidiendo regalarle a Jorge López una oreja, que si el torero no visita la autocrítica… lo va a engañar. Con sus otros dos ejemplares… muy poco pudo hacer. Por ejemplo, al que abrió plaza, Manchego, como recibo dejó una serie de verónicas recortadas con una media, peleándole al toro, creímos que se crecería el bisoño toreador, pero eso… no ocurrió. Su cabeza le hizo dejar ya con la tela roja, como prólogo, unos doblones a un débil, que era lógico le obligarían a claudicar. Hubo series con la mano diestra de aceptable calidad, pero a más que prudente distancia. Y una por el lado natural que le faltó contundencia. Media delantera y cuatro descabellos, fueron su primera rúbrica, para salir a saludar en el tercio. Con su segundo, Rebujito, Jorge dejó tres lances y una media, de correcto trazo, aunque no convencieron a muchos. Pero… en el tercio de banderillas vimos un extraordinario par del aspirante Gerardo Angelino, que fue obligado a saludar en el tercio. Gerardo citó de largo al imponente toro, aguantó la poderosa embestida, se asomó al balcón y clavó con certeza, para después salir andando. ¡Vaya episodio torero! Y, después de esta demostración de sensibilidad taurina, en el tercio final, el joven López, comenzó a sumar pases con precavida distancia, con la mano diestra… retrasando el engaño; en lugar de tirar del toro para llevarlo embebido en su muleta, y así, por obvia consecuencia, sucederse pases cadenciosos. Cuando estaba en la tercera serie con la mano derecha, hubo un pase tan templado que en lugar de sumar otros más, Jorge detuvo todo, y ahí… cambió todo el panorama, el toro se adueñó de la escenografía, y fue el que terminó mandando. Dejó una estocada trasera y contraria, y el silencio de los aficionados ante el ostensible desperdicio del torero. De Mariano del Olmo, es mejor no comentar nada. Tuvo dos toros para consagrarse, y la realidad demostró que no fue llamado para ser torero. Deberá buscar un mejor horizonte para lograr el éxito. Lo fundamental, es que el toro… su verdad, puso a todos en su lugar, demostrando que cuando aparece en el redondel, todo lo que se realice con sensibilidad e inteligencia, cobra grandeza y trasciende; y lo que no se haga… los hunde en el avasallante fracaso. Al inicio del festejo, se rindió emotivo homenaje al ganadero Gonzalo Vega, por su aportación a la Fiesta Brava Mexicana. |
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