Mientras transcurría en la pintoresca plaza La Florecita, este domingo 10 de abril, una corrida de toros… sí una auténtica corrida de toros; con un ostensible aire de nostalgia, recordaba la desaparición física del inolvidable maestro Joaquín Vidal. Una desaparición sólo física, porque gracias al imborrable recuerdo que deja el ejemplo de su caminar… en el que la honestidad, el ingenio y la sensibilidad, fueron sólo algunas de sus mejores cualidades, que han quedado impresas en sus ejemplares crónicas. En este breve transcurrir taurino, el pensamiento insistía que no había mejor forma de rendir homenaje para recordar a tan extraordinario maestro de la crónica, que, justamente dedicarle la presente a él. Lo que más defendía el maestro Vidal… era la integridad de la fiesta. De una fiesta que en ocasiones navega con buen viento y pareciera que esos huracanes de corrupción pudieran extinguirse; y en otros momentos, esos huracanes estuvieran a punto de lograr naufragar el rumbo de la fiesta... al invadir y pisotear su pureza. Por eso, estos cuatro toros que envió Arturo Jiménez Mangas, propietario de la ganadería de San José, pudieran haber sido el correcto homenaje para don Joaquín, quien tanto respeto exigió para el toro. ¡Sí!, apareció el toro con su trapío, con su encastada bravura, con la fortaleza que da un cuerpo desarrollado, por la edad, y que además, enseña la poderosa musculatura que junto a las cornamentas desarrolladas… le hace ver imponente. Porque el toro… debe imponer. En este México taurino tan confuso por la desorientación que vive. Por un lado, ahí están esos empresarios que tratan junto con ciertos toreros -que no le dan respeto a su profesión- de engañar al respetable y, por el otro, esa convenenciera prensa corrupta, parte fundamental de esa mar de mentiras. Pero este domingo en La Florecita salió el toro, y puso el orden en el redondel. Hubo dos jóvenes… bastante lejanos a lo que en la realidad es la grandeza de ser toreros. José Serrano… entrado en carnes, y con un valor que no puede ser un gran sostén para el desarrollo de su andar en estos avatares, no pudo aprovechar a sus dos ejemplares. Sobre todo ese hermoso negro que hizo primero y que de nombre llevó el de Pescador. Un toro, que al igual que sus otros tres hermanos de camada, fueron exageradamente picados, como si con esto pudieran sustituir las incapacidades de estos dos toreros. ¡Así no es! Al toro hay que poderle, con inteligencia, sensibilidad, técnica, sitio, oficio, y… ¡valor! El poderoso Pescador trajo por el redondel lleno de dudas al joven Serrano, y por una habilidosa estocada delantera contraria de rápidos efectos, se le regaló una oreja, que es más un despojo que la garantía de un trofeo. Nada mejoró el señor Serrano con su segundo... Peregrino, un bonito berrendo, que sólo pedía un torero. Se fue inédito. José Serrano naufragó en una mar de mediocridad, de las dudas por todo el ruedo, sin saber cómo poderle al encastado toro. Y... si tanto con el capote, como con la tela roja, no supo oficiar el diestro, con el acero estuvo penoso, tanto así que escuchó los tres avisos. El toro tuvo que ser apuntillado porque ya no pudo regresar a los corrales. Peor estuvo… si cabe, Ricardo Adrián. Viajero y Amigo... fueron desperdiciados. Un joven en el que la clase y la calidad… no existe en su argumento torero. Como tampoco una técnica que le auxilie para defenderse, por lo menos, de los toros. Por eso no pudo decir nada relevante. Una penosa salida al tercio que se regaló Ricardo y que fue obligado a regresar al callejón por la escandalosa protesta y una abusrda vuelta que también decidió otorgarse... no hablan de él como un serio prospecto. ¿Alguien les podrá decir la verdad? Esa verdad que les haga recapacitar y darse cuenta que su futuro, quizá, no está en los ruedos. Este es el engaño en el que viven los jóvenes toreadores mexicanos. Suponen que el “torito mexicano” no tiene peligro. Y efectivamente no tiene, porque primero, los ganaderos comerciales le han bajado la casta y casi eliminado la bravura, mientras que por otra parte, lo engordan artificialmente al animalito con apariencia de erales, para retacarlo de tantos kilos que apenas y puede caminar, y así pretenden sustituir con pequeñajos panzones al toro. Por eso, cuando aparece la grandeza del toro... como este domingo 10 de abril, a todo mundo pone el toro en su lugar. La intención de los entusiastas empresarios Dick Acha y Carlos Quintana… es buena. El enfrentar a los jóvenes con la insoslayable verdad del auténtico toro los puede hacer crecer, pero habrá que otorgar esas oportunidades a quienes tengan un mejor argumento que José Serrano y Ricardo Adrián. Maestro Joaquín Vidal… ¡por fin se lidió el toro!, y creo que no habrá mejor homenaje para usted, que en los ruedos aparezca la indiscutible verdad del auténtico toro, y en las crónicas… la verdad sin compromisos. ¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo! |