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La verdad, es que no tuve la suerte de conocer al maestro D. Joaquín Vidal personalmente, pero si es cierto, que he tenido la tremenda suerte de conocer al periodista, en dos momentos muy distintos de mi vida; una a un lado de la barrera y otra al otro lado de la misma. Sí, así es, la primera imagen que tengo del maestro fue cuando yo andaba jugando al toro por la Escuela de Tauromaquia y en la cabeza no rondaban otras ideas que ser figura del toreo. De esa forma, comencé a escuchar hablar de Joaquín Vidal, “el del País”, crítico taurino que contaba entre los profesionales, con los que convivía por aquel entonces, de un gran prestigio y cierta mala leche hacia los toreros, o más bien hacia aquellos toreros que no daban la cara, o no cumplían con los mandamientos básicos de la tauromaquia. Por lo que, me di cuenta rápidamente que no es que fuera negativo, que el maestro Vidal hablara mal de un torero; eso era culpa del propio torero que no cumplía con su quehacer y, lo más sorprendente de todo, era que una buena crónica de “el del País”, tenía tanta repercusión entre los profesionales y tan buena, como dos orejas en las Ventas. D. Joaquín Vidal, realmente te consagraba, cual claustro taurino en busca de alumnos aventajados. Y eso, al final, era lo que quedaba entre los toreros que, cuando se hablaba mal de ellos, sabían que era verdad y si hablaban bien, sabían también de verdad que era así y no eran palmaditas en la espalda, de favor pagado. El otro momento de mi vida, en el que conocí a Joaquín Vidal, fue cuando me pase al periodismo taurino y aquí es donde de verdad, sentí al MAESTRO VIDAL. Porque comprenderle, ya había pasado tiempo que lo había hecho, pero el sentimiento y la admiración nace, cuando se leen las clases magistrales que se pueden recuperar aquí en OPINIÓN Y TOROS, de D. Joaquín Vidal. |
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