Llevan varios días ciertos individuos, que se autoproclaman periodistas, intentando crear opinión a través de sus medios, para convencer a muchos espectadores a la feria de San Isidro 2007 (poco aficionados) de que el summum del torero actual lo marca un francés llamado Castella. Y no contentos con eso, intentan también convencerles de que otro torero francés, Juan Bautista, es un excelso estilista, que ha vuelto con una sabiduría y unos conocimientos que le convierten en una figura de primera fila.

Los del 7, que estamos siempre a la defensiva (por culpa de esos aduladores), no tenemos prejuicios, ni estamos orquestados, pero siempre defenderemos la única verdad del toreo. Si quieren convencernos de que estos dos toreros son tan excelsos sólo pedimos que se midan con una corrida de toros de verdad, no con el conjunto de inválidos y tullidos con los que se anuncian en Madrid. Por ahí pueden hacer lo que quieran pero en Las Ventas que se enfrenten a toros que tomen dos varas de verdad (no picotazos sin apretar), que los sometan, que los dominen y luego, si pueden que los toreen. Los toros de El Puerto de hoy se desplomaban y gracias a que estaba el Rey en barrera presenciando el festejo se cambiaron inicialmente hasta tres. Baste decir que iba una hora de festejo y se estaba lidiando el segundo de la tarde. El palco, hoy con Muñoz Infante, accedía a sacar pañuelos verdes. El escándalo era monumental y la corrida era un auténtico fiasco. Sin toros, nada tiene importancia. Ambel Posada había confirmado con un sobrero de La Palmosilla sin pena ni gloria e igual pasó con los que lidiaron los dos franceses. Por cierto, dato para la historia: por vez primera en Las Ventas dos franceses toreaban juntos.

Y de pronto llegó el diluvio. Los tendidos se despoblaron y la mayoría se fue a ver lo que pasaba por las pantallas de circuito cerrado de los pasillos. Siempre que en Las Ventas ha diluviado la escasa gente que suele quedar jalea luego todo lo que hagan los toreros. Es como un premio adicional al esfuerzo que representa estar ahí. Y de ello tenemos muchos precedentes. Hoy se repitió la historia. Se regaló una oreja a Juan Bautista en el cuarto, con muchos pases pero sin dar, no ya una serie, sino ni un muletazo de calidad merecedor del trofeo. Y además matando a la segunda con una estocada arriba, pero defectuosa y atravesada. Y luego Castella hizo el número habitual de los pases cambiados en el platillo a un inválido con algo de castita, tanto que no podía pasar y se quedaba derrotando al rematar los pases. Y Castella fue cogido y volteado como un guiñapo. Volvió a la cara del inválido y éste le volvía a trompicar y a desarmar, dando la impresión de estar a merced del toro. Esta vez no fueron pases sino trapazos toda la faena pero el escaso público que aún permanecía en la plaza jaleaba las gurripinas, zurriburris y parapentes. Todo se jaleó de forma increíble y hasta con gritos de "torero, torero". Cobró un bajonazo defectuoso y llegó a dar hasta cuatro descabellos. Y se volvió a conceder otra oreja. Esta vez fue el señor Muñoz Infante el que dejó a cero la categoría de la plaza al conceder estos sendos y devaluados trofeos a los franceses. El último del festejo, un manso peligroso de El Puerto, junto con el mal estado del albero por la tromba de agua recibida, encogieron el ánimo del confirmado Ambel, que no hizo más que correr hacia atrás y evitar las coladas y arreones del manso.

Otro paso atrás en la categoría de la plaza, en el criterio de un palco excesivamente generoso y en la importancia de una oreja en Madrid. Y un paso delante de los mentirosos “comecocos” y aduladores, que se ganan la vida desinformando a isidros y claveleros. Por ahora, en Las Ventas, Castella ha demostrado ser muy valiente pero torpe y vulgar y siempre con toros moribundos. El único importante fue el pasado año un remiendo de Pereda y no pudo con él. Y Juan Bautista me da la impresión de ser un pegapases más, del pelotón.

Y los de El 7, como siempre. Pidiendo toros de verdad un día tras otro. Lo malo es que cuando llegan nunca encuentran a toreros que puedan con ellos. Por eso, porque llevamos muchos años de aficionados y hemos visto de todo, podemos decir con orgullo que hay mucho analfabeto taurino y que el mundo de los toros está cada vez peor. A pesar de lo que digan otros.