Primeramente, mi enhorabuena al empresario José Antonio González porque ha comenzado la difícil labor de recuperar la fiesta en Texcoco con carteles bien rematados, y qué lástima que un juez de plaza eche a perder una tarde con decisiones de alguien que no tiene idea de lo que es la seriedad de la fiesta. Tres cuartos de entrada en tarde con mucho viento. Se lidiaron toros de Fernando de la Mora, justos de presencia, cuarto y quinto anovillados. En cuanto a comportamiento mansos y descastados en general. Se le concedió un inmerecido indulto al sexto que fue manso y soso, igualmente arrastre lento al 2° y 5° que también fueron mansos. Manolo Arruza, oreja y pitos tras aviso; Eulalio López Zotoluco, dos orejas y rabo y dos orejas y rabo; José María Luévano, dos orejas y dos orejas y rabo simbólicos. Zotoluco es un excelente lidiador y sin duda alguna los ganaderos deberían estar agradecidos porque le saca faena a todos los toros aparentando estos ser mejores. A su primero lo lidió por pitón derecho únicamente e hizo gala de su poder convenciendo a un juez que no tiene idea de la seriedad de la fiesta que le obsequió un rabo. La tónica en su segundo fue igual, pero ahora fue al natural la faena a un animal manso y descastado. Eulalio alargó la faena con detalles innecesarios pero que fueron efectivos para el público y nuevamente para el juez que estuvo en todo menos en la faena. Otro rabo inmerecido. José María Luévano mostró un toreo largo y templado cuando el viento se lo permitía en su primero. Expuso en el epílogo con manoletinas ajustadas para después señalar una estocada entera y caída. El juez obsequió dos orejas. En el que cerró plaza, Luévano también toreó largo aunque ahora a media altura porque el astado era un manso bobalicón con la cara alta que caminaba tras la muleta mas no embestía y desde su salida saltó al callejón, signo de mansedumbre. Pasajes interesantes principalmente por dosantinas en una labor de entrega. El juez hizo su aparición nuevamente para rematar una actuación infame en el biombo al ordenar el indulto. Manolo Arruza sufrió un achuchón en su primero al tropezar en su propio capote. Con la muleta dibujó algunos trazos con clase y reposo por el lado derecho. Una oreja inmerecida. En el cuarto no hubo planteamiento en su faena por lo que pasó inadvertido. Fatigas a la hora de matar para escuchar pitos tras un aviso. José María Luévano indultó al toro Palenquero número 26 con 500 kilos. Manolo Arruza sufrió una herida en el pómulo izquierdo y fractura de dos costillas en su primero.
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