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Muy poca afluencia de público en esta primera cita de la temporada en San Sebastián. Menos de un cuarto de entrada. El espectáculo pierde interés y, en consecuencia, baja el número de festejos de esta feria de novilladas de la capital guipuzcoana. Se lidiaron novillos de José Miguel Arroyo, de procedencia Juan Pedro Domecq, Núñez, Torrestrella. De desigual presentación pero de aceptable juego, la mayoría nobles y encastados, deslucidos en el caballo y algo flojos de fuerzas. Lo más destacado de la tarde corrió a cargo de Juan Andrés González que toreó a la verónica con gusto a su primero y que supo manejar la mano derecha ante su oponente, un jabonero flojo y noble que fue a más sin generar ningún problema al novillero. Tras varios lucimientos y adornos lo mató de una estocada y cortó así el apéndice de su oponente. A su segundo, un novillo serio, de buen son y con aguante, lo recibió con una larga de rodillas para pasar a instrumentar verónicas que terminaron en una media de rodillas, en los medios. Había ganas de cortarle las orejas al novillo y por eso le cuidó en el caballo y se lidió con mucho mimo. Citó en los medios al coger la muleta y así que se arrancó el novillo, con buen son, lo recogió con la derecha y le obligó mucho en el segundo, tal y como tenía que ser. El animal acusó el pase y desde ese momento hubo que dedicarse a cuidarlo y a rematar todas las tandas por arriba. Lo mejor estuvo en la mano izquierda, en donde salieron series que despertaron el interés del público. Lo más vistoso de la tarde. El estoque se fue demasiado atrás y ahí es donde se estropeó la faena. Hubo petición que, aunque mayoritaria, fue denegada y posterior bronca al presidente. Juan Andrés González dejó buena impresión en San Sebastián y demostró ser el más preparado de la terna. A Francisco Javier le tocó un novillo demasiado falto de fuerzas, de esos que pasan a la defensiva y genera problemas. Lo recibió con bonitas verónicas, luego el animal se fue suelto entrando al caballo con mucha fuerza y derribándolo. La flojera impuso cuidarlo mucho y torearle de manera discontinua, sin ligar, lo que deslució la faena. Hasta cinco veces hubo de entrar a matar. El segundo de su lote fue un novillo bueno, de gran calidad, repetidor y largo de arrancada que se quedó sin picar y que por tanto presento problemas. Toreo muy desordenado y sobre los pies, sin poder encontrar el lugar adecuado. Fue este un novillo que estuvo por encima de su oponente y aplaudido en el arrastre. Pinchazo, media caída y ovación. Jiménez Caballero es un novillero de altura; hasta metro noventa puede llegar a medir, lo que desluce su toreo. El más verde de los tres, con problemas para encontrar la colocación adecuada, algo aturullado, encimista y falto de imaginación. Se le vio muy decidido pero dejó escapar un novillo de gran calidad, el último de la tarde, de hechuras muy feas pero con un pitón derecho excelente y buena casta. Venía de largo constantemente, ganando el terreno al matador y eligiendo él los lugares de la lidia. Todos los sitios del ruedo los piso el catalán y en ninguno mandó. Empeñado en ir reduciéndole la distancia, lo que ahogaba al animal que volvía largo, con buen trote al embroque en la siguiente tanda. Una pena que no tuviera algo más de fuerza. Lo pincho cinco veces y utilizó, al final, el descabello con poco acierto. |
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