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Un toro de Las Ramblas ha permitido a César Jiménez cortar las dos primeras orejas a un ejemplar en dicha feria. Jiménez ha estado solemne, ceremonioso y, ante todo, como muy imitador a José Miguel Arroyo "Joselito", su nuevo tutor. Faena de corte artístico pero que, como todo el mundo ha visto, al final, la segunda oreja era de puro regalo. Es lógico que, el primer trofeo, pedido por toda la plaza, el presidente, lo otorgue sin remilgos. Pero es, ante la concesión o no del segundo trofeo, cuando el presidente tiene que administrar lo que llamamos seriedad de una plaza y, Valencia, como siempre dije, es una plaza cualquiera y, a las pruebas me remito. De que César Jiménez ha estado bien, eso no lo discutirá nadie; pero de ahí, a la apoteosis, creo que hay un abismo. En su segundo ha estado por encima de las condiciones del toro inválido y, se le ha ovacionado. Dos orejas y ovación. Rivera Ordóñez ha perdido su ángel. De nada le sirven sus trifulcas contra los reporteros de la prensa del corazón cuando, su toreo, está languideciendo por momentos. Quizás ha tenido el peor lote pero, no es menos cierto que, su estrella, se está apagando. No dice nada y, eso es muy grave. Un torero puede estar mal o bien; ni eso importa. Lo triste es que, tras su labor, deje a todo el mundo indiferente y, este ha sido el caso de Rivera. Pitos y silencio ha logrado Rivera Ordóñez. Matías Tejela no ha encontrado en el sobrero primero, material adecuado para llevar a cabo su toreo estereotipado que, ante todo, consiste en ponerse bonito frente a sus enemigos. Si en cambio, en su segundo ha sido capaz y ha llevado a cabo una faena con buen son de torero, con aires de finura y, ante todo, con muletazos sentidos y armoniosos. Una estocada ha dado paso a una oreja que, ante todo, me parece más justa, por solicitada y equilibrada, que las dos otorgadas antes a su compañero. Silencio y oreja como balance final. |
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