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Era la corrida en que Enrique Ponce conmemoraba sus 15 años de glorias como torero y, la verdad es que apenas pasó nada. Si ayer pudimos ver la auténtica casta de los toros de Ricardo Gallardo, en esta ocasión, los burros endebles de El Capea, como era predecible, se han cargado el festejo. Toros amorfos, sin casta y sin bravura. Con semejante material, el que Ponce ha elegido, ahí tiene el resultado. Y mira que se le quiere en su plaza valenciana pero, si Ponce esperaba el milagro, se ha equivocado. Con estos toros es imposible el triunfo y, a las pruebas me remito. Se ha silenciado la labor de Ponce porque era Valencia; en Alicante, por citar una plaza de cercanías, se hubiera llevado dos broncas con estrépito. En sus dos toros, por momentos, se ha puesto bonito y, dadas las condiciones amorfas de sus enemigos, el fracaso ha sido de época. ¿Sabían ustedes que, Ponce, en Valencia, ha toreado más que nadie y es la plaza donde menos triunfos ha logrado? Así es. Cada cual, puede darle la lectura que crea conveniente. El Fandi es todo un espectáculo en banderillas y, ahí se acabó su labor. Las toscas maneras de este hombre podrían valer con un toro encastado pero, con el material preparado para las figuras, de no poner banderillas, a estas horas seguiría esquiando que es lo que hacia y lo que tanto le gusta. Ciertamente, en honor a la verdad, con los palitroques, ha formado un escándalo. Le han dado una oreja por la estocada y, por las banderillas, claro. Salvador Vega ha caído en la trampa en la cual jamás debe volver a caer. Sus condiciones más que hermosas para la práctica del toreo, han quedado inéditas dadas las condiciones de los burros lidiados. Debe de saber que, ante estos toros, Ponce tiene igual fracasar que triunfar; lo tiene todo ya logrado y nada nuevo le queda por enseñar. Pero, Salvador Vega, de repetir eventos de este tipo, en un abrir y cerrar de ojos se lo dejan sentado en su casa y, sería un crimen porque, de los jóvenes, si alguien torea de forma maravillosa, ese es él, Salvador Vega. Que tome la debida lección y que aprenda. Yo entiendo que aceptara verse en dicho cartel; a priori, todo era gloria pura. Lo que ellos no calculaban era que, los burros del Capea ya no sirven para nada.
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