El diestro albaceteño, Manuel Amador, tuvo que poner fin a la temporada tras resultar cogido, en su tierra, por su segundo enemigo. Hace unas semanas le operaron de una triple fractura en la muñeca. Ahora se recupera favorablemente, con las ilusiones puesta en el próximo año, que ojalá y consiga los contratos deseados para triunfar en las distintas plazas de España.
Manuel Amador un torero con un sello muy personal ha finalizado la temporada tras una cogida. Parece que este año la suerte no ha estado a su lado. Al comienzo de temporada se fracturó la clavícula y ahora ha sido la muñeca. Un total de 12 festejos ha perdido a lo largo del 2006. Su forma de interpretar el toreo es para paladares muy exquisitos. No todos los aficionados son amantes del arte, pero los que realmente lo son, disfrutan cada tarde que se enfunda el traje de luces y deja su cadencia y torería impresa en los distintos cosos en los que hace el paseíllo.
El pasado diecisiete de septiembre dibujó en el albero albacetense la mejor faena de la feria. Por la que ha sido premiado. Tres series de naturales que hicieron vibrar a los tendidos. Una plasticidad única que sólo un torero como él sabe interpretar. De esta forma nos cuenta el propio Manuel Amador como se encuentra y lo que sintió ese día.
—Pregunta casi obligada, ¿cómo se encuentra tras la operación?
Me encuentro bastante mejor. Con el paso del tiempo voy notando la mejoría, aunque todavía es muy pronto. Estoy recién operado. Sí que tengo las típicas molestias; dolores en la muñeca. Tengo unos momentos en los que estoy muy bien y en otros tengo dolor. Es un poco incómodo.
—¿Nos puede explicar en qué consistió su operación?
Era reconstruir toda la muñeca, porque prácticamente estaba toda partida; radio, escafoides y cúbito. La operación ha consistido en poner un tornillo en el escafoides, que se va a quedar fijo. Luego en el cúbito y radio me han puesto dos agujas para intentar alinear todo y poder recuperar la movilidad total. Lo que tengo que hacer es mover los dedos, porque el anular está un poco acorchado.
—Al final esta lesión le ha obligado a poner fin a la temporada, ¿cuántos festejos son los que ha perdido?
Pues sí, he perdido siete festejos. La primera era en Bienservida, luego en León, Toledo, Fuente Álamo, Huesca, Benidorm... También llamaron a mi apoderado para ver la posibilidad de hacer alguna corrida en América y preocuparse un poco de mi estado. Pero al final ni se ha hablado porque vieron que era casi imposible. Me da mucha rabia porque estaba en un buen momento y tenía muchas ganas de torear. También creo que las cosas hay que tomárselas como vienen y tener un poco de paciencia. Si Dios quiere, recuperarme bien, porque no quiero hacerlo todo rápido, como me pasó este año en Calahorra, con la lesión de clavícula. Tuve que torear en unas condiciones que no eran las más óptimas. Tenías que intentar defenderte más que torear cuando vas a un sitio con lesiones de hueso.
—Cuando su lesión de clavícula, ¿cuántos fueron los que perdió entonces?
Perdí cinco corridas de toros y un festival que me hacía muchísima ilusión. Era en Jerez de la Frontera, de carácter benéfico. Lo organizaba Ricardo Gallardo, ganadero de Fuente Ymbro.
—¿Al principio de temporada esas corridas le vendrían bien?
La verdad es que siempre vienen bien al principio de temporada. Pero cuando tienes una lesión nunca sabes cuando viene y hay que intentar superarla. Siempre lo mejor posible.
—¿Son peores las fracturas de hueso que las cornadas?
Sí muchísimo peor. Nunca se puede decir que es peor una cosa que otra. Son desagradables y según la dimensión de cada una. Porque hay cornadas terribles y hay fracturas muy malas. Ninguna de las dos son agradables. Lo que pasa es que si te pones a comparar una cornada chiquitita o una mediana con una fractura de clavícula o lo que tengo en la muñeca, pues no sé que decirte.
—Sumergiéndonos en las veces que se ha enfundado el traje de luces, ¿cómo resumiría su temporada?
Al final la resumiría con un balance positivo. Pero sí que te digo que ha sido una temporada importante para mí personalmente. Por tener que superar retos muy importantes.
Hubo un principio de temporada, que me acuerdo que fui a Vistalegre y Leganés. Dos plazas muy cerca de Madrid, en las que no me embistieron los toros. Sí pude arrancarle una oreja a un toro en Leganés. En Vistalegre sin salir las cosas bien, porque no ayudaron los toros, también creo que estuve importante con la corrida. Lo que pasa es que cuando no te lo permiten los toros es complicado. Luego toreé otras dos corridas de toros en las que no tuvieron mucha relevancia pero se dieron las cosas bien.
En la cuarta o quinta corrida vino lo de Calahorra. Eso para mí fue muy fuerte. Que te partan la clavícula cuando estas a dos meses de torear en la Feria de San Isidro, y otras dos o tres corridas que tenía antes. En un principio perdí esas tardes que te comentaba pero lo enlacé con otras dos, para ir a Madrid con dos corridas toreadas.
Pero torear y querer estar por encima de las circunstancias cuando es prácticamente imposible, pues... Sí que te digo que la reaparición fue en Almadén, salí a hombros y en la siguiente también.
Luego vino Madrid, con la clavícula totalmente partida y con un clavo de 9 cm. Sangrando, teniendo que hacer una cura, el tornillo por dentro cortando, porque es así, aunque suene duro decirlo. Antes de vestirme y después terminaba prácticamente agotado de dolor. Lo que conlleva, cuando uno está así, lo que te decía antes, estar más pendiente del dolor y no tener la mente donde tenía que estar.
—Aunque no estuviera del todo concentrado no quería defraudar al público.
Claro. Sobre todo ir a San Isidro que no es nada fácil estar anunciado. Creo que las ganas me hicieron torear en Madrid. Aunque tuve la mala suerte al ser la peor corrida. Fue pésima y para mi forma de entender el toreo, pues no. A todo eso añadimos lo de la clavícula, aunque no es excusa, porque sin el dolor de clavícula hubiera pasado igual.
Al final vino otra tarde después en la que salí a hombros. No era Madrid, pero sabía que tenía que remontar el vuelo y eso no es nada fácil. A los dos días fui a Talavera, un mano a mano y pude triunfar. Toreé un toro a mi gusto. A partir de ahí, al mes y medio de Madrid, me quitaron el tornillo y luego vino Castellón, una tarde importantísima, en la que también triunfé, en la corrida de Beneficencia. Ha sido una temporada en la que he cuajado toros importantes con el colofón tremendo de Albacete. Con lo que significa para mí personalmente y la repercusión que tiene. Todos los medios de comunicación se han hecho eco de este triunfo. Recibí todos los trofeos de la mejor faena. Creo que ha sido un broche bonito, sobre todo por darme cuenta que cuando uno ama su profesión y la quiere, se pueden superar muchos obstáculos. Con una gran ilusión estoy esperando que llegue el año que viene.
—¿Se han cumplido todos sus objetivos o le ha faltado algo?
Creo que nunca se cumplen los objetivos. Cuanto más arriba estas pues mayores tienen que ser los objetivos. Nunca puedes conformarte. Lo que te digo, ha sido una temporada de superar muchas cosas. Al final, pues a base de esfuerzo, lucha y sacrificio uno obtiene la recompensa. Esta temporada terminó y gracias a Dios se ha cerrado bien. Pero ya está, es como un periódico, cuando se lee se dice que ya es viejo. Lo que ha pasado es viejo. Lo que hay que hacer es pensar en el año que viene.
—¿La tarde de Albacete cómo la vivió desde que salió del hotel hasta que pasó por la enfermería?
Era una tarde importante para mí. Aparte sabía que tenía que pasar algo porque era de mucho compromiso. La feria de Albacete que tiene una gran importancia, por todo, por el nivel del toro, por el nivel de presidencia, porque está toda la prensa y si a eso le sumas que era televisada para tres o cuatro cadenas, pues todavía más. Luego era con dos toreros muy importantes y no quería defraudar ni a mí mismo ni a la gente. Yo necesito un tipo de toro que me ayude. El primero no salió como a mí me hubiera gustado. Afortunadamente salió ese toro cinqueño, muy bien hecho de Salvador Domecq. El toro me ayudó, fue bravo, no fue fácil. El toro bravo sabemos que a la vez son toros con mucha importancia y un toro muy agradecido. Creo que ahí se conjugaron muchas cosas. Hubo muchos sentimientos. Fue una tarde muy emocionante. La mayor satisfacción es que la gente vibrara con lo que yo hice en el ruedo. Eso para un torero dice mucho. Porque que tu sientas y hacer sentir es la cosa más bonita que a uno le puede pasar. Cuando estaba toreando si noté esa conexión, pero luego era el toro y yo.
—Dio tres tandas de naturales mágicas, podríamos decir.
No sé si fueron mágicas pero sí fueron muy sentidas, muy de verdad. Cuando las cosas son así al final, el público lo percibe.
—¿Qué sintió cuando el presidente no le concedió el segundo trofeo?
El mayor trofeo para mí, ya no son las orejas, sino lo que sentí esa tarde. No me lo va a quitar nadie. Lo del presidente pues bueno. Creo que había unanimidad, ver una plaza llena de pañuelos blancos después de cortar una oreja, pidiendo la segunda, con gritos y pañuelos, de todas las maneras, haciendo mucha fuerza para esa oreja ganada justamente en el ruedo, es bonito. Como digo, él lo consideró así, lo voy a respetar y no tengo nada en contra y nada que decir. Fue su decisión, la gente no pensó así.
—¿Dicen que el toro de Salvador Domecq fue un gran toro pero si no se encuentra con un buen torero, no se hubiera conjugado esa obra de arte?
Tenía mucha raza, en estos tiempos es difícil conjugar la raza. Estos toros si no te impones acaban comiéndote. Era un toro serio, cinqueño. A ese tipo de toros cuesta mucho estar relajado pero al final lo conseguí y pegué algunos muletazos más.
—¿Y comenzar la faena de rodillas que no es su estilo?
La verdad es que no es mi estilo. El toreo es de instantes y momentos. Mi instinto fue así y me apetecía hacerlo.
—¿Se podría decir que gran parte del toreo que realizó esa tarde es con el que se identifica Manuel Amador?
Sin lugar a dudas, ese es el toreo que siento y me gusta hacer. Cuando sale me siento afortunado de sentir. Cada día aprendo más y estás mejor, cuando un toro me deja interpretar mi toreo.
—¿Le gustaría indultar un toro?
Sí que me gustaría porque nunca lo he hecho. Hace dos años estuve a punto de hacerlo. Este año me ocurrió con un toro de Murube. Aunque el reglamento no lo contempla el indultar toros como ese, pero el toro a mí me gustó. Todavía hay muchas noches que no paro de darle vueltas y me arrepiento de no haberlo indultado. Soy capaz de dejar que me suenen los tres avisos con tal de salvarle la vida al toro.
—¿De esta temporada que tarde se queda por inolvidable?
Una tarde en Talavera, fue inolvidable. La de Castellón. Casas Ibáñez, Tarazona y sobre todo la de Albacete.
—¿Ser profeta uno es su tierra es lo más difícil?
No soy profeta en mi tierra. Ese día la gente vibró con mi toreo. Vieron como un torero y un toro se rompieron.
—¿Cuándo torea escucha los comentarios del público?
Sí. Sobre todo hay momentos en los que no vienen a cuento, pero te tienes que armar de paciencia muchas veces. Y tienes que abstraerte.
—¿Usted es de los que prefiere que la música esté sonando o prefiere torear en silencio?
Sí. La música me gusta, nos eleva, nos levanta. El día de Albacete la empecé a oír pero llegó un momento en la que se iba perdiendo por los olés de la gente. Esos olés desaparecen y dan paso al sentimiento.
—¿Para hacer un toreo bello y con sentimiento necesita de la inspiración?
Sí, es necesario. La inspiración no te llega todos los días, cuando llega estás en un estado de gracia.
Desde Opiniónytoros le deseamos a Manuel Amador una pronta recuperación y que la temporada que viene se cumplan todos sus deseos.