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Alejandro Talavante  
  entrevista de Pla Ventura [ 13/06/2006 ]  
ALEJANDRO TALAVANTE: “Uno tiene que olvidarse de vivir si en verdad quiere crear”

Ocurría en Madrid en plena feria de San Isidro. En principio, Talavante, era uno más que, gracias a una digna actuación que esta temporada había tenido ya en las Ventas, tuvo la oportunidad de entrar en la feria madrileña y, a partir de aquel mágico día, su vida, cambió por completo. Era en una novillada pero, nada importó; su arte, su inmaculado arte, pudo con todo, hasta el punto de que, una vez finalizada la feria de Madrid, innumerables trofeos y galardones, han ido a parar a las manos de tan celebrado torero; habiendo a quienes les parece el verdadero triunfador de San isidro, siendo novillero, tal fue el clamor. En dicha tarde, no estuvo acertado con la espada puesto que, de haber matado con prontitud, hasta las cuatro orejas, se hubiera podido llevar con toda holgura; balance importantísimo. Pero no importó. Triunfó su arte de una forma tan apasionada que, los espectadores, puestos en pie en actitud de vitorearle de forma constante, desgarraron sus gargantas a favor y honor del artista que estaba en la arena.

Era, claro, Alejandro Talavante. El hombre que, con su muleta, ponía a veintitantas mil almas en pleno acuerdo. El arte, sus manos y sentidos, había florecido en Madrid y, naturalmente, tenía que ser en mayo, el mes de las flores y del amor; en realidad, nada más amoroso que, un artista, impregne el corazón de todos los aficionados con el arte, sin lugar a dudas, a golpes de su corazón. Opinionytoros, como todos los medios, quería hablar con el Talavante triunfador, pero pensamos que era mejor hacerlo cuando la tanquilidad lo aconsejase, de cara a que nuestros lectores le conozcan tal como es, sereno pero apasionado como nadie. Esa es su gran verdad.

-En realidad, matador, ¿qué sintió usted en aquella inolvidable tarde madrileña?

Ante todo, la tremenda convicción de saberme capaz para la creatividad taurina, algo que, en definitiva, me dio mucha paz. Despejé todo tipo de incógnitas que pudieran albergarse en torno a mi persona y a mi carrera y, dicha actitud, me dejó plenamente satisfecho.

-Y tanto, puesto que, tras haber fallado a espadas, fíjese usted que, la plaza, era todo un clamor que le vitoreaban sin cesar. En realidad, algo muy grande había ocurrido en Madrid, ¿verdad?

Pienso que sí puesto que, tras acabar con mis enemigos, salí a recibir la ovación, pero sin ánimo de dar la vuelta al ruedo y, el clamor eran tan grande que, me honraron con semejante honor.

-Quiero pensar, Alejandro Talavante que, su alternativa en un pueblo de Murcia, en realidad, no hacía justicia a su grandeza como torero; grandeza demostrada y constatada en Madrid. ¿Digo bien, matador?

Hombre, ante todo, la vida es como es y no como los demás quisiéramos que fuese; cierto es que, aquello que no nos guste, con nuestras acciones, si está en nuestra mano, tenemos la obligación de cambiarlo. Está claro que, la alternativa en Cehegin la teníamos firmada y, un contrato es algo muy serio, de ahí que, en dicha tarde, como un señor, ahí estaba yo haciendo el paseíllo.

-En realidad, tras el triunfo de clamor de Madrid, ¿no sintieron ustedes deseos de aplazar la alternativa y buscar otros horizontes?

La grandeza del toreo demuestra que, una vez más, la vida de un hombre, puede cambiar en el transcurso de una tarde; yo tengo el ejemplo. Pero, amigo mío, cuando doy una palabra, a tal acción, le imprimo la misma seriedad y emotividad que a mi toreo. A todo debemos de mirarle su parte positiva, gracias a esa tarde, ahora soy matador de toros por la gracia de Dios.

-¿Cree usted que, apadrinarle Morante de la Puebla podría ser un premonición respecto a lo que su arte se refiere?

Siempre es muy importante sentirse uno cerca del arte y, Morante, como se sabe, es todo un artista; saberme matador gracias a él, en honor a la verdad, me sentí muy dichoso.

-Usted, tras la apoteosis de Madrid, se atrevió a decir que, en el toreo, uno sabe que sale del hotel pero que, volver, siempre es una incógnita. ¿Quiere esto decir que no le teme a la muerte?

Yo puedo tener, como mortal, todo el miedo del mundo; y si cabe, un poco más. Pero me aferro a mis convicciones, a la cruda realidad con la que está montada esta hermosa fiesta que, como se sabe, no está montada para mediocres, pero sí para personas que, conscientes del riesgo que asumen, lo tienen que valorar, aceptar y encajar. ¡Claro que puedo morir una tarde¡ pero esa es la grandeza que adorna esta fiesta y, sabedor de tal riesgo, es ahí cuando me siento diferente al resto de mis compañeros. No puedo salir a una plaza para cuidar mi vida; tengo que salir con el convencimiento de la creatividad taurina; a dar mi vida por el arte.

-Le estoy escuchando y, se me eriza la piel matador. Pienso que, también es humano que, un torero, en un momento determinado, intente cuidar su físico puesto que, la vida, nos gusta a todos. ¿No lo piensa usted así?

Mis respetos para todos pero, al parecer, mi punto de vista, no coincide con la mayoría de las opiniones. Por supuesto que no soy un suicida, nada de eso; pero sí digo que, la vida de un torero, por las connotaciones de la profesión, tiene que pender de un hilo; barrera muy fina que, a poder ser, hay que salvar; pero siempre, repito, con el convencimiento de que, en este juego entre la vida y la muerte, la muerte, en ocasiones, gana la partida.

-Por todo lo que me está usted contando, mucho me temo que, a la torería actual, con su persona, les ha salido un serio rival que, como repita usted lo de Madrid muchas veces, muy difícil lo tienen todos los toreros, ¿verdad?

Ese consejo, podría dárselo usted a todos los toreros, si en verdad lo cree oportuno. Respecto a mi persona, el que en realidad me ocupa y preocupa, soy yo mismo. Soy yo el que quiero ser el rival de todos; lo que hagan los demás, me tiene sin cuidado. Soy mi gran amigo pero, como me equivoque, puedo ser mi peor enemigo y, entonces, el perjudicado sería yo.

-A veces, matador, nos pasamos la vida lamentándonos de nuestros yerros, como podría ser su caso con la espada en Madrid y, en realidad, todo es un puro error puesto que, cuando se torea de verdad, como resultó ser su caso en Madrid, la grandeza del arte, puede con todo. ¿No será que, los mediocres, siempre buscan una justificación?

Humanamente, la justificación personal, siempre es un mecanismo de autodefensa que, en realidad, no sirve para nada. Yo fui el primero en reconocer mi error en Madrid y, al respecto, no le busqué justificación alguna puesto que, me parecía algo absurdo; como de igual manera fui el que se entretuvo creando arte en las Ventas sin importarme el hecho de jugarme la vida que, en realidad, es una de mis grandes obligaciones.

-Dígame, por favor, ¿no le asustan las cornadas que puedan darle los toros?

Sería del género absurdo que yo me asustara por ello. En mi profesión puedes tener la cornada, la gloria, el éxito, la muerte, el dinero, cosas realmente que, algunas, especialmente el éxito, son maravillosas. Sin embargo, hay miles de personas que se juegan la vida por buscar un trozo de pan; ahí están, como ejemplo, los miles de inmigrantes que, llegados en pateras a nuestras costas, previamente, se han jugado la vida con más pasión que los propios toreros y, pese a todo, jamás tendrán gloria alguna; si acaso, teniendo mucha suerte, lograrán un puesto de trabajo de los que no quiere nadie y, con más fortuna aún, un pedazo de pan. Vista nuestra sociedad, las miserias de tantos miles de seres humanos que, quejarnos, los toreros, puede sonar a sacrilegio.

-Usted, por su calidad como artista, nos recuerda a toreros excelsos que, en definitiva, tanto nos reconfortan. Ahí está el caso de José Tomás, El Inclusero, David Silveti, el propio Morante y, naturalmente, todos los que tengan algo que ver con la grandeza intrínseca del arte. ¿Le halagan las comparaciones?

No me gustan los halagos, aunque los agradezca como persona educada que soy. Me llena de orgullo ser yo mismo y, si los aficionados, más tarde, al verme, encuentran en mi persona un parecido con los diestros que usted ha citado, bien venidas sean dichas opiniones; pero, repito, dentro de mi traje de luces, quiero ser yo mismo; esencialmente, ese que, como ustedes saben, es capaz de jugarse la vida y de crear arte.

-Algunos ignorantes todavía dudan del peso específico de Madrid y, usted, sir ir más lejos y sin cortar orejas, gracias a Madrid, está planificando su temporada de forma extraordinaria. Y digo lo de Madrid puesto que, sinceridad por sinceridad, a pesar del gran triunfo del día de su alternativa, sin el eco de las Ventas, nada hubiera sido igual, ¿verdad?

Totalmente cierto. Sin aquella apoteosis venteña, mi alternativa, hubiera sido un doctorado más de los muchos que tienen citan en innumerables pueblos de España y, más tarde, ahí queda todo. Por esa mágica razón, Madrid tiene que ser el norte de mi vida, de mi carrera toda y, deseando estoy volver a las Ventas para confirmar mi alternativa.

-Me han contado, matador que, tras la cumbre venteña, ahora, los empresarios, no paran de llamarle y, vaya satisfacción, que le llamen a uno por lo que ha sido capaz de crear, nunca por recomendaciones banales, ¿verdad?

Sinceramente, el éxito, debería ser siempre el efecto causa para lograr nuevos contratos; a veces no siempre es así pero, uno tiene que ser rompedor de todos los moldes para que, justamente, el éxito, sea la causa y la fuerza para que uno pueda llamar con dignidad a todas las puertas del mundo. Y si me llaman, mejor.

-La diferencia es abismal: hace un rato, usted tenía que llamar a todas las puertas y, de la noche a la mañana, es usted el que recibe las llamadas. Por esta y miles de razones más, lógicamente, el misterio del arte, siempre tendrá cabida en los corazones de todas las gentes aficionadas del globo terráqueo, ¿verdad?

Es un honor que, tras el éxito logrado con absoluta honradez, uno tiene derecho a sentirse feliz, a saborear el dulce manjar que produce el respeto y el éxito, todo a la vez; pero siempre ganado con orgullo, de ahí que, ahora mismo, según mi apoderado, son ya bastantes las ferias que tenemos contratadas.

-En definitiva, Alejandro Talavante,  honores, los merece usted todos. Cuando un torero estremece a la afición de Madrid por dos veces consecutivas en una misma tarde, ello es el sinónimo de que, el arte, como resultara con su persona, hizo su aparición en el ruedo capitalino, valor incuestionable que debemos de resaltar para grandeza de la fiesta y de su admirable persona. Que tenga mucha suerte, al margen del caudal de su creatividad que, como vemos, es inagotable.

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