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Pablo Aguado  
  entrevista de Pla Ventura [ 05/12/2018 ]  
PABLO AGUADO: Pura esencia sevillana
Todas las referencias que tenemos de Pablo Aguado en su etapa como novillero, no son otras que su carisma y torería en sus múltiples actuaciones en el escalafón inferior en que militó durante dos temporadas logrando éxitos por doquier. Como alguien dijera en su momento, Pablo Aguado era la pura esencia sevillana del toreo  y, con toda seguridad no le faltaba razón puesto que, tras lo poco que ha toreado el diestro andaluz como matador de toros hasta la fecha, además de triunfos, ha logrado crónicas memorables, las que cualquier torero hubiera deseado.

Siendo novillero, en la pasada temporada, Pablo Aguado, para su desdicha, protagonizó en Madrid la angustia más insospechada al respecto de la cogida que sufrió el diestro puesto que, conmocionado como estaba, a punto estuvo de morir porque pudo asfixiarse con su propia lengua, un hecho tan dramático como inusual que, buena parte de su suerte vino dada por parte de sus banderilleros que le asistieron en aquellos segundos dramáticos hasta que fue conducido hasta las manos del doctor García Padrós, la eminencia que vive en Las Ventas para salvar las vidas de los toreros.


Pablo Aguado el día de su alternativa en Sevilla

Con vitola de torero grande se doctoró Pablo Aguado el pasado año en la feria de San Miguel de Sevilla; doctorado con alta alcurnia puesto que, Enrique Ponce y Talavante certificaron su ascensión hacia el nuevo escalafón de toreros. Una tarde que los sevillanos recuerdan con especial cariño puesto que, como dijera la crítica en aquella su excepcional tarde, poco faltó para que saliera en hombros del coso del Baratillo el nuevo doctor en tauromaquia, una entelequia que le vino dada por culpa del mal manejo de la espada.

Muy satisfecho quedó Pablo Aguado de su alternativa a sabiendas de que el error con la espada no lo debía de volver a cometer; toreó como los ángeles, pero mató mal, yo diría que  de forma desafortunada que sería la definición más acertada. Pasó el invierno entrenando y, lo que es mejor, pletórico de felicidad al ver que, a poco que ayudara la suerte la temporada siguiente, la que hemos terminado ahora, sería esperanzadora. Así se presentó puesto que, Pablo Aguado estaba presente en la feria de Abril de su tierra, algo que le venía a demostrar que, su buena actuación del doctorado tenía el premio correspondiente.

Allí estuvo Pablo Aguado con un cartel de toreros jóvenes y, como se demostró, no defraudó a nadie; cortó una oreja con mucha fuerza, lo que antes se decía una oreja de ley que, con toda seguridad, convencido estaba Pablo, de que este éxito le abriría las puertas de muchas plazas pero, como ocurre una y mil veces, tras aquel derroche de arte y torería pura en La Real Maestranza sevillana, el taurinismo le sentó en la banqueta en la que ha estado casi la totalidad de la temporada. ¿Motivos? El que sepa que responda porque Aguado no lo sabe.

Apenas unos festejos en todo el año, cuatro tardes si no recuerdo mal en sitios sin relevancia y mucho menos de dinero, fueron el sustento del diestro sevillano. Aguado, como debería de haber sido, era un candidato lógico para la confección de los carteles llamados del bombo en la feria de Otoño y, sin embargo, una vez más, no entró en dichos carteles.

Pero como quiera que en el mundo de los toros todo es imprevisible, cayó herido Paco Ureña y, la empresa, vete tú a saber los motivos, llamó al chico que, sin pensarlo dos veces y más contento que unas castañuelas en pleno repique, acudió a Las Ventas repleto de felicidad, con la ilusión a flor de piel, sencillamente porque era consciente y sabedor de que, a poco que le ayudara un toro, Madrid, ya en calidad de matador de toros, podría admirar al diestro de Sevilla que, tocado por la mano de Dios, su toreo, como antes decía, es pura esencia sevillana. Y a fe que lo demostró.


Su éxito de este año en la feria de Abril de Sevilla

Cortó Pablo Aguado una oreja que, como todo el mundo le cantara, su gran premio no era la oreja en sí que valía su peso en oro; su gran éxito no era otro que la calidad del toreo con el que había obsequiado al público de Madrid que, como se recordará, le vitorearon con pasión.

-Pablo, la primera pregunta es obligada, ¿cómo se llega a Madrid sin apenas torear y dando la sensación de llevar cuarenta corridas de toros en el cuerpo?

Yo creo que todo se debe a la mentalización que tenemos todos los toreros que, aún sin torear, todos estamos preparados para cualquier evento importante que se cruce en nuestras vidas, en mi caso, como entenderás, yo no podía ser una excepción.

-Más que la oreja de ley que cortaste, la que seguro que te supo a gloria, yo me quedo con tu inmensa torería, con ese embrujo sevillano que adorna tu torero que, de la naturalidad haces una obra de arte. ¿Qué sentiste mientras te aclamaba el público de Madrid?

Hombre, la satisfacción lógica de todo torero que actúa en Madrid y que para colmo logra el éxito. Son esas tardes que te sientes premiado, primero por el trofeo logrado pero mucho más allá de despojos del animal, lo que me conmovió era la forma en la que había calado entre la afición de Las Ventas; esa alegría no me la quita nadie.


Aguado el día de su tremenda cogida en Madrid

-Es cierto que, como se dice entre vosotros, la profesión de torero es tan hermosa que, el devenir de la carrera de un torero puede cambiar para siempre en el corto plazo de diez minutos. ¿Crees de verdad que ha cambiado ya el signo de tu carrera o que por el contrario quedan muchas cosas por hacer?

Yo diría que queda todo por hacer, faltaría más. Llevo un año como matador de toros, apenas nada; pero no es menos cierto que ese triunfo en Madrid al final de la temporada, convencido estoy de que me tiene que servir de mucho; he refrescado la memoria de muchos empresarios que, a  no dudar, dada mi condición de novedad seguro que seré escuchado.

-Yo siempre afirmo que, el triunfo, cómo fuere y dónde fuere, siempre es un gran aval y, en tu caso que sucedió en Madrid, mejor me lo pones.

Es muy pronto para que aventuremos nada de cara al año venidero pero, convencido estoy de que esa oreja me servirá para entrar de nuevo en Sevilla y, sin duda alguna, en la feria de San Isidro de Madrid.

-La cuestión está en lo siguiente, ¿por qué has toreado tan poco tras tu alternativa cuando, como sabemos, eres un torero con etiqueta de artista que, para colmo hasta tienes mucho valor?

Podrían ser muchas las razones, entre ellas porque el número de espectáculos ha bajado casi a la mitad comparado con los festejos que se daban hace apenas diez años; no es menos cierto que, como novedad, somos muchos los hombres que nos hemos doctorado en los dos últimos años y, por supuesto, todos soñamos con lo mismo, con ser atendidos y formar parte de los grandes carteles en las ferias actuales. Es cierto que no hay cabida para todos por las razones antes comentadas pero, ya viste, somos cabezones y todos suspiramos por lo mismo, cuestión de paciencia, ello ante todo.


Torería en las manos y sentidos del sevillano

-¿Te beneficiará en algo que se hayan retirado tres diestros que actuaban en la práctica totalidad de todas las ferias, como eran Juan José Padilla, Alejandro Talavante y Juan Bautista?

Muchos puestos quedarán libres, esa es una verdad incuestionable. Pero yo no quiero que se retire nadie para ocupar yo su puesto; yo aspiro a tener el mío propio que, como me den unas cuantas oportunidades y los toros me ayuden solo un poquito, de lo demás me encargo yo.

-En los toros, Pablo, la desdicha de unos es el éxito de otros, tu caso por el que entraste en Madrid sustituyendo a Paco Ureña que, para su desgracia, ha perdido la visión de su ojo. ¿Cómo interpretas esa, digamos tragicomedia que se tuvo que dar para que te contrataran?

Es la buena suerte la que me vino a visitar mientras que, al admirado Ureña tuvo que pechar contra la mala suerte; pero en esas circunstancias vivimos todos. Hoy ha sido Paco, ayer fueron otros lo que tuvieron que luchar contra la adversidad del destino pero, mañana puedo ser yo porque, cuando estamos en el ruedo, todos estamos dentro del bombo de la suerte o la desdicha.

-Confieso, Pablo, que yo no te había visto actuar hasta que te vi en Madrid que, dicho sea de paso, me impactaste, como le ocurrió a toda la crítica que, en tu honor se escribieron páginas hermosas para contar lo que había sido tu tarde apoteósica. ¿Cómo se digieren dichas críticas? Es decir, para sentirte consolidado o si me apuras para estimularte todavía mucho más.

Aprovecho ahora, como ya hice antes, para dar las gracias a todas las personas que creyeron en mí y que a su vez, me escribieron crónicas tan bonitas que, como entiendo, éstas no son otra cosa que el reflejo de lo que yo quise plasmar en Madrid. ¿Consolidado, dices? No por Dios. Estoy todavía empezando y unas crónicas, por bellas que éstas sean, me tienen que servir como estímulo para en la próxima ocasión hacerlo mejor que es mi meta y mi obligación.


La versión del natural según Pablo Aguado

-Te decía lo de las crónicas porque no es sencillo que eso ocurra. Yo te lo explico. Todos conocemos toreros que torean todos los días y respecto a la crítica, a lo sumo se llevan el respeto que merece un torero pero, de ahí a los elogios caros que tú te llevaste, media un abismo. ¿Preferirías ser un torero vulgar sin consideración por parte de la crítica y torear todos los días o, por el contrario, saborear el dulce manjar  de lo que supone leer epítetos hermosos sobre tu persona y carrera?

Yo aspiro a todo. –Ríe el diestro- Y como quiera que estoy empezando porque estoy en los primeros compases de mi carrera, si me dejas elegir me quedo con la torería que dicen que tengo y, sin duda alguna, con las crónicas bellas que hemos comentado. Lo demás, todo se andará.

-¿Le has puesto plazo a tu carrera?

Cuando uno empieza vislumbra un horizonte muy lejano, es decir, como quiera que si Dios lo permite me quedan muchos años para seguir como torero y, lo que es más importante, para lograr la meta soñada, no existe plazo alguno, yo creo que eso sucederá el día que pasen veinte años como matador de toros, entonces sí que de una u otra forma tendré que plantearme mi vida. Mientras todo eso llega, deja que viva aferrado a mis ilusiones que, como ante te decía, son todas.

-Hablábamos antes de la suerte o desdicha al respecto de los toreros y, se me había olvidado, pero el año pasado faltó muy poco para que le entregaras tu alma a Dios en Madrid en aquella tarde novilleril. ¿Recuerdas?

Eso quisiera, no recordarlo. Pero sí, yo apenas era consciente de lo que pasaba pero que, en realidad, como dices, pudo haber sido mortal. Como ante te contaba, todos somos acreedores a lo mejor y, sin duda, a lo peor.


El último regalo que le hizo a su padre, brindarle un toro

-¿Tú crees que los aficionados valoramos de verdad que los toreros se están jugando la vida?

Puede que haya excepciones pero, generalmente, el aficionado es lo suficientemente sensato y cabal para discernir esa grandeza que supone que un hombre se juegue la vida frente a un toro que, como sabemos, no hay enemigo pequeño; los habrá más grandes que otros, pero pequeño no hay ninguno. Y lo digo porque en ocasiones, como sabemos, un torito sin apenas apariencia ha matado a un torero; un utrero ha corneado fuertemente a un diestro en el campo; un novillo ha quitado de la profesión a muchos toreros. El peligro siempre acecha, de ahí el respeto que nos entregan los aficionados cuando salimos al ruedo.

-Para terminar, Pablo, ¿qué le pides a la vida?

Como hombre, salud para mí y para los míos como a su vez para toda la gente que amo; como torero, que jamás pierda esa capacidad de sacrificio que he demostrado muchas veces que, sin duda, es la que me ha permitido llegar donde estoy.

-¿Y no dices nada de tu torería?

No, porque de eso ya se encargarán ustedes como hicieron en Madrid. Al respecto de la torería, mi tarea no es otra que mostrarla, enseñarla para que haga felices a los demás; el resto, como digo, ya corre por cuenta de todos ustedes.

-Mucha suerte, matador. Que Dios te siga bendiciendo.

Fotos cedidas por el propio diestro

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