Tras la hecatombe artística que tuvo lugar el pasado domingo en Las Ventas de Madrid, la primera pregunta para el apoderado del gran protagonista –Diego Urdiales- de la feria de otoño madrileña que no es otro que Luís Miguel Villalpando, inevitablemente es la que sigue.-¿Es usted el hombre más dichoso de este planeta?
Uno de los más felices, con toda seguridad. No encuentro palabras para definir todo lo que estoy sintiendo. Mi poderdante, Diego Urdiales está muy feliz con sobrados motivos para ello puesto que él fue el gran protagonista de la tarde y, sin duda, de la feria; pero yo no quepo de gozo. No tengo mérito alguno porque todo lo hizo el diestro, pero sí me cabe el honor de sentir esa dicha a su lado puesto que, además de dirigir su carrera, somos amigos y no hay nada más bello que ver a un amigo feliz.
¿Luis Miguel Villalpando o Bogard, en Madrid?
Con estas palabras se expresaba Luís Miguel Villalpando, el apoderado más dichoso de este planeta tras ser testigo del enorme éxito de Diego Urdiales en Madrid. Tampoco podía ser de otro modo. Son varios años de lucha en que, juntos, con una convicción a flor de piel han ido sorteando miles de dificultades ante el hecho de que en demasiadas ocasiones no encontraban ni un solo contrato.
Luís Miguel Villalpando tiene muchas virtudes, entre ellas aquello de ser un señor con toda la extensión de la palabra y, por encima de todo, haber dejado tras de sí una brillantísima carrera como subalterno en la que se granjeó la simpatía y reconocimiento de todo el mundo, algo nada habitual en los tiempos que vivimos. Y mucho más difícil de lograr en el complicadísimo mundo de los toros. Pero el torero de Villalpando ha podido siempre con todo, en ocasiones, lidiando –nunca mejor dicha la expresión- las situaciones más difíciles que pudiera encontrarse en su camino.
Tras su retirada como subalterno podía haber elegido la molicie del ocio por aquello de haber cumplido con honradez y dignidad una trayectoria admirable como hombre de plata. Pero no, Villalpando quería seguir asumiendo riesgos difíciles y no se le ocurrió otra aventura más insospechada que apoderar al último diestro con el que actuó a sus órdenes en calidad de subalterno. Hablamos de Diego Urdiales que, entre la afición goza de gran predicamento pero, sin embargo, de cara al gentío sigue siendo un perfecto desconocido y, mucho peor, para los empresarios apenas un chico al que “dicen que torea bien, pero no arrebata a nadie”
Luis Miguel Villalpando el día de su homenaje
-Maestro Luís Miguel Villalpando: Sin lugar a dudas, usted y su poderdante han tenido, hasta llegar a Bilbao y luego Madrid, la temporada más negra de su historia; es decir, la pasaron prácticamente en blanco hasta Bilbao. ¿Cómo se hace esa travesía del desierto sin una sola gota de agua en la cantimplora? Y usted me ha entendido.
Como diría un buen católico, con callada resignación. No quedaba otra. Era cuestión de esperar sin llegar a la desesperación que, en muchas ocasiones nos invadía a ambos. Como te cuento, una situación muy difícil de digerir que con paciencia franciscana la hemos sobrellevado. Desespera, como es mi caso, saber que apoderas a un gran torero y no te llaman las empresas pero, en el toreo nunca nada ha sido fácil.
-¿Y usted por qué no llamaba a las empresas?
Humildemente, yo no quería mendigar ante nadie. Todo el mundo sabe que apodero a un grandísimo torero, de ahí que el taurinismo sabe de mi situación y, por encima de todo, de mi torero. Tocar puertas tampoco era prudente. Como te decía, solo nos quedaba la resignación. Sí te digo que llamé a un empresario “amigo” porque sabía que había una sustitución que podía ser muy importante para nosotros y, encontré la callada por respuesta.
-La verdad es que el jarro de agua que todos sentíamos sobre nuestras cabezas cuando comprobamos que Diego Urdiales era ausente de Madrid por San Isidro, aquello nos enloqueció a cuántos habíamos creído en él. ¿Qué motivó para que Simón Casas cambiara de opinión y le contratara para esta feria otoñal?
No lo sé. Pero imagino que el productor francés empresario de la primera plaza del mundo haría una reflexión interna en la que, lógicamente, entendía que Urdiales era una pieza imprescindible para dicha feria que, nada tiene que ver con la de San Isidro.
Villalpando es entrevistado
-¿No tuvieron miedo ustedes ante el llamado sorteo de toros y toreros?
No. Para nada. Todas las ganaderías en mayor o menor medida entendíamos que podían tener su garantía de éxito, razón por la que no dudamos un instante en aceptar la oferta. La prueba de lo que digo no es otra que las orejas que se han contado en dicha feria, si acaso muchas más, en proporción, que en toda la feria de San Isidro.
-¿Entiende usted que el sorteo como tal les favoreció?
Sin lugar a dudas. Pero ya he dicho que han salido muchos toros de triunfo que los otros diestros han aprovechado. Asumíamos todo el riesgo posible. O sea que, como te contaba, el elenco de ganaderías que se sortearían todas tenían algo apetecible y los hechos así lo han demostrado.
-¿Por qué cree usted que cuesta tanto vender el arte, caso de Diego Urdiales, ante las empresas?
Es muy difícil explicarles a los empresarios que con Diego Urdiales tengo en mis manos a una figura del toreo; es decir, un torero de unas dimensiones fantásticas pero, ya sabes, no toreaba. Y si no se torea ¿cómo se le explica al mundo el gran torero al que apoderas? Todo resultaba complicadísimo. Yo siempre digo que vender bisutería es mucho más sencillo que vender el oro auténtico como era mi caso. Pero para mi suerte, desde el pasado domingo en Madrid todo el mundo sabe que de la grandeza de Diego Urdiales, algo que sabíamos todos, pero que faltaba ese triunfo apoteósico en Madrid para que no quedara duda alguna.
Luis Miguel Villalpando a hombros el día de su homenaje
-Al margen de su torero, ¿cómo ve usted el devenir de nuestra fiesta de los toros?
Yo no desdeño contra ningún torero, faltaría más porque todos tienen mi respeto. Pero si te digo que con la torería actual tenemos lo que se llama una fiesta entretenida; es decir, la gente se lo pasa bien como se lo puede pasar viendo una película de cine. Pero de pasarlo bien a irte a casa con el corazón lleno de torería y arte, el abismo es inmenso.
-Por cierto, para usted ¿qué es el arte? Y entiendo que me responda que arte es lo que hace Diego Urdiales pero, por favor, quiero que vaya usted un poquito más lejos.
La definición más bella al respecto nos la dio en su día el inolvidable don Antonio Bienvenida que sostenía que, arte es aquello que te llevas a casa tras haber presenciado una corrida de toros. Y eso es lo que nos sucedió a todos el pasado domingo tras ver a Diego Urdiales en Madrid. Fíjate que, de todo lo que he leído no ha faltado quien ha dicho que la tarde de Urdiales ha sido de lo más rotundo que se ha visto en Madrid en el presente siglo.
-Oiga, señor Villalpando, quizás piense usted que enloquecí tras lo que voy a preguntarle pero, me sale del alma. Y se lo digo porque castillos más grandes hemos visto caer. ¿Servirá de algo ese triunfo apoteósico de Diego Urdiales en Madrid de cara a las empresas? Y se lo pregunto con fundamento porque un amigo suyo, un torero admiradísimo por todos los aficionados, salió en hombros de Madrid y no le sirvió de nada. Me refiero al que fuera su maestro Antonio Sánchez Puerto.
Lo triste es que lo que cuentas de Sánchez Puerto resultó ser la gran injusticia que se cometió en aquellos años. Pero quiero aferrarme a la realidad porque, en honor a la verdad, con toda humildad te lo digo, lo de Urdiales es lo más hermoso y rotundo que he visto en muchos años. Por supuesto que tendrá premio. Desde luego que no pasará como hace unas décadas en que un triunfo como el de Diego te permitía torear ochenta corridas de toros, cosa que yo tampoco anhelo, pero sí que nos pondrá en un lugar importante de cara a la próxima temporada.
-Señor Villalpando, tardó pero llegó. Nunca es tarde si la dicha es buena.
Te cuento que el triunfo apoteósico de Diego podía haber ocurrido años atrás que, dicho sea de paso, lo tuvimos muy cerca en Madrid; pero no era el día y tampoco el momento. Ha tenido que ser ahora, cuando el destino así lo ha decidido, para que ambos gocemos de la apoteosis más grande jamás soñada.
Aquí vemos al feliz apoderado en su etapa como subalterno
-Digo yo que, soñar sí que lo soñarían ¿verdad?
Por supuesto. Yo adiviné las condiciones artísticas de Urdiales el primer día que le conocí; en aquel momento sentí un tremendo escalofrío en mi cuerpo que me indicaba que me encontraba ante un grandioso torero; que no le conocía “nadie” era cierto. Pero que dentro de su cuerpo anidaba un torero genial, eso lo tuve siempre claro. Y tanto el diestro como el tiempo me han dado la razón.
-En los últimos años, pese a la sequía de contratos con la que ustedes vivían siempre les quedó Madrid y Bilbao, plazas en las que gracias a sus éxitos la crítica se vació por completo ante su torero logrando lo que se dice una total ecuanimidad. Ya es grande e importante que nadie discrepe ante la obra de un torero ¿verdad?
Fíjate, yo respeto a toda la crítica e incluso los gustos particulares de cada cual que todos los tenemos. Pero sí, como dices, ha sido gratificante la unanimidad por parte de todos. Siempre tuvo Urdiales lo que llamamos buena prensa pero, tras lo de Madrid, no existen palabras para definir la verdad tan bellamente contada.
-La opinión de la crítica en general en todos los medios habidos y por haber, ha habido una unanimidad absoluta como deciamos. Eso demuestra que, el arte no lo puede esconder nadie. Tiempo hacía, señor Villalpando, que no leía yo críticas tan bellas. ¿Habría dinero en el mundo para pagar esas crónicas que a todos nos brotó del alma?
Si pudieran pagarse con dinero críticas como las que le han hecho a Urdiales las veríamos escritas todos los días. Pero como eso no se puede comprar con dinero, esa rotundidad con la que todos han coincidido eso solo es patrimonio de los elegidos, en este caso de Diego Urdiales. Estoy muy feliz y permíteme que en nombre mío y en el del torero pueda darlas gracias a todos los medios de comunicación que, auspiciados por el arte, han cantado la grandeza de mi torero. Repito, muchas gracias a todos.
Diego Urdiales, el máximo triunfador de Bilbao y Madrid
-Al margen de que como confesó Simón Casas que ya le contrató a usted dos tardes para la feria de San Isidro del año venidero, según he podido saber, me han contado que usted quiere que Diego haga algo más en Madrid. ¿De qué se trata?
Hombre, las expectativas que ha producido Diego Urdiales desde el pasado domingo son las más bellas del mundo, por dicha razón estoy ya barajando con la empresa de que mi torero debe ser incluido, la margen de las corridas que tenemos firmadas, en algún festejo de máxima categoría como la Beneficencia o alguna corrida extraordinaria en la que Urdiales fuera la base del cartel.
-Perdone que se lo recuerde pero, el pasado domingo, tras la segunda faena de Urdiales en Madrid, cuando éste montó la espada, en aquel momento el realizador nos mostró una imagen suya en el callejón. Se le veía a usted con el corazón parado y, por lo que todos leíamos en su rostro, de haber fallado Diego con la espada a usted le hubiera dado un síncope cardíaco ¿verdad?
Fue el momento de máxima tensión que he vivido en mi vida. Y mira que para mi suerte he visto grandes faenas llevadas a cabo por Diego que, inevitablemente había que rematar con la espada, pero jamás antes había tenido un momento tan tenso como el que nombras que, por Dios, con la espada estaba nuestro futuro, por tanto, mi corazón estaba en un puño.
-Antes de la apoteosis de Madrid, amigo Villalpando, usted ya había confesado que la faena de Diego en Bilbao podía considerarse una de las grandes faenas de la temporada de la que, lógicamente, usted ya se sentía muy satisfecho. ¿Pensaba usted que Diego pudiera superar la faena de Vistalegre y que fuera precisamente en Madrid?
Pensarlo, lo pensaba, nada es más cierto. Pero a su vez sabía que era muy difícil; no porque Diego no fuera capaz, sino porque tenían que reunirse todas las circunstancias para ello y, al final el milagro se produjo, hasta el punto de que Diego superó con creces la de Bilbao y, para colmo, era en Madrid. Como antes te conté, ese triunfo podía haberse dado años atrás, pero no se reunieron todos los “astros” juntos para que se produjera el milagro. Sucedió el pasado domingo, pero si te aseguro que dicho triunfo lo saborearé mientras viva.
-¿Cómo se digiere eso de ser profeta en su tierra porque, como el mundo sabe, Villalpando le rindió homenaje a su persona, incluso con la celebración de un festival en el que usted era la estrella?
Con humildad, pero debo decirte que fue otro momento importantísimo en mi vida. Saberme reconocido por los míos me llenó de emoción; es decir, como mi pueblo sabe, aunque viva en Madrid, Villalpando ocupa un lugar de privilegio en mi corazón, hasta el punto de que, desde el primer día que quise ser torero, por aquello de inmortalizar a mi pueblo y que su nombre se paseara por el mundo, me bauticé como Luís Miguel Villalpando.
-Maestro Luís Miguel Villalpando, permítanos que nos sumemos al banquete del arte eterno de Diego Urdiales puesto que, como le sucediera a usted, siempre quisimos sentarnos en dicha “mesa” para saborear semejante festín. No sé si teníamos méritos para ello, pero que nos salía del alma, puede usted jurarlo. Muchos éxitos en lo sucesivo y que Dios les siga bendiciendo a modo de triunfos apoteósicos.
Fotos cedidas por el entrevistado