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Emilio de Justo  
  entrevista de Pla Ventura [ 03/10/2018 ]  
EMILIO DE JUSTO: Ni en sueños podía imaginar que saldría por la puerta grande de Madrid

Aquello de pasar diez años en el más puro ostracismo sin que nadie te reconozca ni apoye, caso de Emilio de Justo, dice mucho en su honor. Generalmente, como siempre dije, los toreros tienen paciencia franciscana; nadie, salvo los toreros, somos capaces de soportar las situaciones más escabrosas. Pero ellos, los toreros, son de un “material” especial, que se lo digan a Emilio de Justo que, diez años  soportando banquillo son más que suficientes para comprobar el grado de compromiso adquirido sobre sí mismo.

Es cierto que el pasado año Emilio de Justo ya atisbó la recuperación de la que en esta temporada ha sido objeto. Pero ha tenido que ser este año de gracia para él cuando se ha venido arriba, cuando Francia le descubrió y, poco a poco, ha entrado en muchos carteles de relevancia en ferias de tronío, siempre lidiando el toro de verdad, bromas las justas; pero todo ello le ha valido para obtener el respaldo de muchas empresas que, al albur de sus éxitos han decidido contratarle y, sin pretenderlo, han logrado un bello acto de justicia.

Estoy seguro que, para sus adentros, Emilio de Justo se sentirá el más rico de los mortales porque, además de sus legítimos éxitos ha cumplido un sueño que, seguramente creería que era inalcanzable, pero se ha tornado realidad gracias a sus triunfos. El sueño al que aludo es que, de la noche a la mañana, tras su épico triunfo vallisoletano, al día siguiente en Valladolid sustituyó a un compañero herido, creo que era Cayetano y, sin pretenderlo, De Justo se vio haciendo el paseíllo junto a Morante de la Puebla, un dato aparentemente simpático, pero que si lo analizamos dice mucho a favor del diestro extremeño. Piénsenlo.

Si mis datos no son erróneos, Emilio de Justo acabará la temporada con veintitrés corridas de toros, algo impensable el pasado año y, fuera de otra galaxia en años precedentes. Su orgullo no es otro que sus propios triunfos que, uno tras otro le han situado en ese lugar de privilegio que ahora ocupa.


Emilio de Justo, uno de los grandes triunfadores de la temporada

-Eso de creer en uno mismo a sabiendas que nadie cree en ti debe ser durísimo ¿verdad?

Por supuesto. Pero ha sido mi fe la que me ha mantenido a flote. Han sido diez años muy amargos en que aprendí lo más cruel de la profesión, a lidiar la soledad en que uno vive cuando no hay corridas y obviamente, triunfos.

-¿Qué ha cambiado en Emilio de Justo desde aquella tarde de Hervás en que, ilusionado te enfrentabas a seis toros de distintas ganaderías con el consiguiente éxito final que obtuviste?

Tengo más moral, más oficio, más recursos por aquello de torear con más continuidad, pero la ilusión que tenía aquella tarde que tú citas no la cambio por nada del mundo.


Un derechazo inenarrable del diestro extremeño

-Un triunfo, como digo que, al final, tampoco sirvió de nada.

No estoy de acuerdo con tu afirmación. Sí me sirvió, y mucho. Me ayudó para seguir convenciéndome de que valía  para mi profesión, algo que me estimuló muchísimo. De no haber sido por aquella tarde igual no estaríamos ahora conversando al respecto de mi carrera.

-¿Cómo se lleva esa travesía del “desierto” de diez años caminando sobre arenas movedizas sin logro alguno?

Es la prueba de fuego que tenemos que soportar muchos toreros porque casos como el mío los hay a pares. Convivir con la soledad de uno mismo es algo durísimo, pero a su vez es la prueba interna de que uno está convencido de su valía porque de lo contrario, lógicamente, hubiera abandonado. Tenía el apoyo de mis amigos, de algunos ganaderos, pero muy poco más. Como se ha demostrado, pudo más mi fe en mi persona que todas las trabas que me ponía la vida.

-Paradojas del destino, Emilio, pero ha tenido que ser Francia el país que te reconociera, mucho antes que España. ¿Demuestra eso que los empresarios españoles son malos aficionados y no saben apreciar las virtudes de muchos diestros, tu caso el primero?

Sin duda, por algún sitio había que empezar; ocurrió en Francia, pero podía haber ocurrido en España, lo realmente cierto es que allí empezaron mis éxitos y, para mi suerte, como la de otros muchos compañeros, en el país vecino tienen la virtud de repetir a los que triunfan, razón por la que allí ya soy un torero muy respetado.


La aplastante verdad de Emilio de Justo con el natural

-Me hablas de Francia y, si no recuerdo mal, todo gracias al ex matador francés, Luisito, que creyó en ti antes que nadie.

Le estoy muy agradecido. Me lo presentó un amigo común pero que, a priori lo veíamos todo muy complicado; como decía Luisito, casi imposible. Pero me logró un festejo en Orthez y, a partir de ahí cambió el signo de mi vida.

-¿Pensaste alguna vez, por ejemplo en el mes de enero de este año que cambiaría tu suerte de la forma que ha cambiado?

De eso estaba convencido, de otro modo no estaríamos ahora conversando. Pero no imaginaba que el impacto fuera tan grande, algo que me llena de orgullo. Imagina que he tenido tardes importantísimas en ferias de gran relieve y con el toro que pone a prueba a los toreros, algo de lo que me siento muy satisfecho

-Todo ello pese a no haber podido triunfar en Madrid con la de Victorino Martín.

No triunfé, es cierto. Pero me cabe el honor de haberme llevado el respeto de Madrid y sin duda alguna de los profesionales del toreo que consideraron que mi tarde fue de mucha entrega, es decir, todo el mundo comprendió que estuve por encima de mis enemigos y no me dejé nada por hacer.

-Qué diferencia, De Justo, aquello de mendigar por los pueblos a la espera de obtener un contrato de mala muerte y, como ahora, caminar con éxito por las grandes ferias de España y Francia.

Yo diría que es el premio que uno se ha ganado con paciencia, con entrega, actitud, perseverancia que, al final, ha tenido su refrendo triunfal. Nadie me ha regalado nada, pero sí me han dado las oportunidades necesarias para demostrar que valgo como torero, algo que me llena de gozo.


Emilio de Justo jugándose la vida en Mont de Marsán

-Entre otros muchos triunfos, Emilio, aquello de que te declaren triunfador absoluto de la feria de Valladolid es un éxito sin precedentes y, lo que es mejor, tras el triunfo, la sustitución de un compañero para torear, como antes decía yo, con Morante. ¿Se llama eso justicia?

Sin duda alguna. Y me llenó de gozo, de una alegría desmesurada porque sabedor del triunfo que había obtenido, que me llamaran para el día siguiente para sustituir al compañero, aquello colmó todas mis ilusiones y, como decías, encontrarme en el patio de caballos con Morante, la dicha no podía ser mayor.

-¿Te atreverías en afirmar aquello de que el toro pone a cada uno en su lugar?

Si tiene uno las oportunidades necesarias, por supuesto que sí. Yo soy el ejemplo de lo que hablamos; me dieron las oportunidades y el toro me ha puesto en ese lugar por el que tanto he luchado. Aquí no hay regalo alguno; todo lo tiene que ganar uno. Es verdad que si nos dan oportunidades y no las aprovechamos, al final nosotros somos los culpables.

-Lo tuyo no es ninguna broma porque, Emilio, todas las corridas en las que has participado, en todas ha aparecido su majestad el toro; es decir, el toro que da cornadas y pone en riesgo la vida de los toreros. ¿Te aporta eso un plus especial que llena todavía más tu alma?

Esa es la grandeza. Pensar que nadie podrá objetar nada de lo que haga mientras lidio ese tipo de toros, eso me ilusiona como no puedes imaginarte. Pese a la dureza, soy feliz, porque dentro de mi conciencia anida el convencimiento de la más absoluta verdad que le entregamos al aficionado que ha pagado.

-Como quiera que no hay hombre sin hombre, quizás por esa razón llegó a ti Luisito, ese matador francés que creyó en ti nada más verte.

Así fue y, como antes te contaba, me marché a vivir con él a Sanlúcar de Barrameda para aprender a su lado. Para colmo, este año, ese gran empresario llamado Alberto García se quiso sumar a nuestro equipo para que juntos llegásemos hasta donde hemos llegado, un lugar que me sabe al más dulce manjar.


Así mata a los toros el diestro de Cáceres

-Hay que ser muy valiente, Emilio, para saber que tú padre yace de cuerpo presente y tú tienes que torear en Mont de Marsán ese mismo día. El trago no puede ser mayor. ¿Cómo se sobrepone un ser humano ante tamaña adversidad?

A veces los hombres tenemos que hacer esfuerzos que ni siquiera habíamos pensado que seríamos capaces de llevar a cabo. Eso me ocurrió a mí como creo que les ha pasado a algunos matadores a lo largo de la historia según me han contado. Era, claro está, otra prueba más que me ponía el destino para comprobar mi grado de entereza. No es menos cierto que mi padre yacía muerto, pero venía conmigo su espíritu que es el que me dio fuerzas para poder sobrellevar aquel trago tan amargo. Sin duda alguna, él de haber podido hablar me hubiera obligado para que cumpliera mi compromiso en Francia puesto que él mejor que nadie sabía de mis ilusiones y, ante todo, de todo el calvario que había pasado.

-Para colmo, en dicha corrida, llegó el triunfo y la cornada. La adversidad no podía ser mayor.

Es cierto pero, una vez dentro de la plaza todo lo que allí ocurriera podría pasar en cualquier tarde, por ello no tiene nada que ver lo uno con lo otro. Como siempre, arriesgué todo lo que yo entendía que debía de arriesgar y tuve la mala suerte de la cornada; pero ya digo, lo ocurrido en esa corrida podía haber pasado en cualquier otra tarde.

-Claro que, llegó Madrid para que ayer cumplieras tu gran sueño, salir por la puerta grande de Las Ventas. Y eso que llegabas a la Villa y Corte con los puntos todavía sin cicatrizar. Más grandeza, Emilio, creo que es imposible. Cuéntanos, por favor, las emociones que allí sentiste.

No encuentro palabras para definir todo lo que sentí; si te digo la verdad, todavía lo que estoy sintiendo que no es otra cosa que una sensación muy especial difícil de explicar, pero muy bella de sentir; fue algo grandioso, épico que, como todos los toreros, lo tenía en mis sueños pero que se haría realidad tan pronto, me parecía inalcanzable. Cómo será todo que, veo las imágenes del video y me sigo preguntando si de verdad era yo el que salía por la puerta grande de Madrid.


Y al final, Emilio de Justo por la puerta grande de Madrid

-Yo te lo digo. La consecuencia de tu éxito no fue otra que estuviste muy firme, decidido, valiente, torero; y todo ello ante un lote muy difícil que no te regaló nada. Luego, claro, en ambos toros con la espada fuiste un auténtico cañón. ¿Producto de la suerte?

Hombre, si acertar a la primera le llamamos suerte así lo podemos definir; pero había que estar allí en todo momento, ser muy capaz y entregarme como lo hice. Es cierto que a la hora de matar puse toda mi fe, mi corazón al completo y, la suerte como dices me sonrió en ese aspecto.

-Antes del paseíllo, Emilio, ¿pensaste alguna vez que tras el paseíllo los aficionados de Madrid te sacarían a saludar antes de la corrida?

No me lo esperaba, por eso aquello fue la primera sorpresa de la tarde pero, su actitud, la de los aficionados, viene a demostrar porque Madrid es la primera plaza del mundo; son personas que aman al toro, pero tienen memoria, saben de los triunfos de los toreros, razón por la que me obsequiaron con tan maravilloso detalle de hacerme saludar antes de iniciarse el festejo. Mi gratitud para Madrid, no puede ser de otra manera.

-Para mí, Emilio, la magia de tu muleta, entre otros muchos momentos apareció cuando diste aquel trincherazo inolvidable que, como sabes, vibró Madrid como nunca.

Me sentí muy a gusto toda la tarde pero, como dices, ese trincherazo me salió de lo más hondo de mi ser, de ahí la eclosión tan bella que produjo entre los aficionados.

-Pudimos ver tus lágrimas cuando comprobaste que tenías la segunda oreja en tu mano. Imaginamos todos los motivos ¿verdad?

Así es. Pensaba que mi padre desde el Cielo estaría gozoso de ver que cumplí mi sueño que, a su vez también era de él. Repito, estoy feliz y no tengo mejores palabras para definirlo. Ha sido la temporada más rotunda de mi vida que, tras tantos años de lucha creo que he recibido el premio que la vida me debía.

-Emilio de Justo, muchas gracias por tus palabras, por tu sinceridad en todo lo que nos has contado y, sepas que desde OyT celebramos tus éxitos como si fueran nuestros. Que Dios te siga bendiciendo y que cuando en la próxima temporada conversemos de nuevo que sea para hablar de éxitos más rotundos incluso que en la temporada que ahora termina.

Fotos cedidas por el matador de su propia página

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