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Javier Castaño  
  entrevista de Pla Ventura [ 04/09/2018 ]  
JAVIER CASTAÑO: Con la ilusión de remontar de nuevo

La presente temporada, sin duda alguna, está siendo la más difícil en la vida y obra de Javier Castaño, un tipo extraordinario que, desde que se invistiera como matador de toros ha superado miles de trances adversos, aunque siempre, saliendo victorioso de dichos trances amargos. Por ello, las dificultades que esta temporada está sorteando el diestro salmantino, para él no es ninguna novedad porque, como se suele decir, en peores plazas hemos toreado, nunca mejor aplicado el axioma.

Javier Castaño vive con la ilusión de remontar de nuevo puesto que, desde la sima ha subido hasta la cima en repetidas ocasiones; nada es nuevo para él, aunque sea dificultoso y en ocasiones hasta impredecible lo que pueda soportar un ser humano y, en calidad de torero, todavía mucho más.

Es cierto que, su verdad, su gallardía, su valor, su torería, al final, por mucho que el destino se empeñe, seguro que Castaño remontará el vuelo como tantas veces hiciera. Es cierto que, en su circuito de las corridas llamadas duras se están “colando” toreros nuevos que, a su vez, desplazan a los que hasta ahora ocupaban ese cetro de la verdad y la autenticidad; pero como quiera que el que tuvo retuvo, ahí está Castaño con más ilusión que nunca dispuesto a seguir dando guerra allí donde hiciera falta.


Javier Castaño listo para el paseillo

Castaño, como la mayoría de los toreros ha visto sus carnes laceradas por las astas de los toros pero, en su caso, para que la épica tuviera todos los ingredientes de grandeza, hasta tuvo el valor de superar un cáncer que, como les ha ocurrido a muchas personas, pudo perder hasta la vida. Javier lo superó, creció como hombre y, sin duda, se fortaleció como torero, razón por la que ahora, tras aquel duro trance pocas cosas le asustan.

Guardo un recuerdo hermoso de Javier Castaño cuando, a primeros de año, me cupo el honor de compartir una conferencia con él en Alcorisa, Teruel, y allí me demostró su calidad humana, sus inmensos deseos de ser el que fue y, sin duda, la generosidad de su corazón que, pese a miles de trabas, sigue estando intacta, como lo están sus ilusiones. Como siempre dije, los toreros no tienen nada que ver con el resto de los humanos y, Javier Castaño es una prueba fehaciente de lo que digo.


Momento de la dramática cogido que sufrió Castaño en Pamplona

-Javier, por lo que he podido ver en esta temporada, muy negra para ti, me sorprende que dichos nubarrones no hayan eclipsado tus ilusiones. ¿De qué material estás hecho?

Soy un mortal más, como cualquiera, pero con la lección muy aprendida por aquello de la profesión que desarrollo. Aquí no hay sitio para los mediocres, o estás al cien por cien o tienes que abandonar.

-¿A qué te refieres cuando dices mediocres?

Mediocres de alma, por supuesto. Un torero tiene que saber que tiene que sortear miles de dificultades, sencillamente, porque de no ser así cualquiera sería torero y, como sabes, de entre los casi ocho mil millones de personas que formamos el núcleo del mundo, apenas unas docenas de hombres y mujeres por el mundo nos dedicamos a esta profesión, la que tiene tanta grandeza como desolación, pero es esto último lo que tenemos que superar.

-Tienes razón pero, amigo, pero a veces yo me derrumbaría para siempre, especialmente cuando como es tu caso, ese año la fortuna no ha querido aliarse contigo. Empecemos por Madrid que, ante tu única comparecencia, fue la única corrida que se suspendió por lluvia. ¿Cómo te sentiste en aquel momento?

Ante todo, mal. Yo llevaba muchas ilusiones en la mochila de mi vida ante dicho festejo pero, ya viste, el hombre compone y Dios dispone. Luego, en la frialdad del hotel uno siente que si no ha sido era porque no tenía que ser y, luchar contra un imposible es tarea absurda; la lucha, el esfuerzo, tiene que ser frente al toro porque contra los elementos o el destino, ahí no cabe lucha alguna.


Javier Castaño cita de verdad. Observen al toro

-Es cierto, Javier, pero en tu caso imagino que la desolación sería inmensa porque, como casi siempre, tu temporada dependía de las sensaciones que pudieras dar en Madrid y si éstas no existieron, tu gozo en un pozo. ¿Verdad?

En momentos como los que comentas es cuando se comprueba la capacidad de asimilación de un individuo, en este caso, de un torero que se ha quedado sin poder realizar aquello que minutos antes soñaba.

-No hay muchas oportunidades pero llegas a Pamplona radiante y feliz, una plaza en la que has triunfado muchas veces y que, por justicia, una vez más hacías el paseíllo en dicho coso. Maldita tu fortuna que, de buenas a primeras un toro te echa mano y sufriste una cogida realmente dantesca, con una fuerte cornada, claro. ¿Te habías encontrado un gato negro en el camino?

No, pero seguro que merodeaba por allí sonríe el diestro. Fíjate que, tras lo aparatoso de la cogida y el dramatismo que la misma tuvo, todavía, pese a todo, le doy gracias a Dios porque la cornada pudo haber sido mucho peor. Tras los acontecimientos, uno siempre encuentra un motivo para seguir dando gracias porque, repito, tras ver las imágenes de la cogida todavía me asusté más; si cuando estaba a merced del toro tuve miedo, tras ver las imágenes ahí sentí auténtico pavor, de ahí que le dé las gracias a Dios porque, pese a todo, estoy aquí conversando contigo.

-Las empresas, Javier, creo que apenas tienen memoria. Lo digo porque, hombre, en tu caso, han sido muchos los triunfos que has logrado por todas esas plazas del mundo, siempre, bajo el denominador común de la verdad frente al toro auténtico. No hay justicia, ¿verdad?

Seguramente no, pero no debemos de olvidar, como antes te contaba, la dureza de esta maravillosa profesión en la que a nadie le regalan nada y, a poco que te descuides, pueden quitarte mucho. Es cierto que, en mi circuito han llegado chavales nuevos que, a sangre y fuego se están ganando los contratos. ¿Qué ocurre? Sencillamente, que muchas veces no hay puestos para todos y alguien tiene que quedarse fuera; hoy me ha tocado a mí, mañana será a otros, como antes de ayer lo fueron algunos más. Lo importante es superar las adversidades.


Javier Castaño inica el muletazo sentado en una silla

-O sea que, según te explicas deduzco que los triunfos no sirven para nada. ¿Para qué sirvió aquella gesta única en el mundo que protagonizaste en la feria de Nimes matando seis miuras en solitario?

Los triunfos pueden no darte todo aquello que tú anhelas pero, lo que si es cierto es que el triunfo, pese a todo, sigue teniendo su peso en oro; unos tienen más recompensa que otros. Lo que sí no tiene arreglo es el fracaso. Sí, hombre aquella gesta de Nimes, en aquel año me sirvió muchísimo, tanto como al siguiente; pero no es menos cierto que los triunfos hay que reeditarlos de forma constante; aquí nadie vive de recuerdos, por bellos que sean.


Javier Castaño el día que salió por la puerta de los Cónsules en Nimes

-Tu autenticidad y amor a tu profesión se hicieron notar una vez más en Pamplona porque, amigo, en aquel día por las cámaras de televisión pudimos ver que has incorporado a tu cuadrilla a otra torero excepcional, se llama Joao Ferreira y, lo que se dice banderillero, si me apuras, me recordó a Víctor Méndez, aquel lusitano genial que nadie olvidaremos.

Resultó todo muy sencillo, lo vi actuar por vez primera, me lo presentaron y no dudé un solo instante en incorporarle a mi cuadrilla. Como dices, es un tipo genial y un banderillero de los que el público suele aclamar.

-Aclamar si el maestro lo permite. En esto, Javier, tú siempre has sido muy generoso ¿verdad?

Es cierto, pero debemos de convenir que cuando se logra el éxitos, todos, desde el primero hasta el último, tenemos parte de culpa. Si mis hombres hacen las cosas bien hechas, el primer beneficiado soy yo, por tanto, hay que tener una cuadrilla magnífica porque en ello ganamos todos. Y lo que ellos se ganan en el ruedo nadie tiene licencia para arrebatárselo.

-Ante el cáncer, el maestro Cabral solía decirnos que pueden pasar dos cosas y las dos son buenas; es decir, si mueres dejas de sufrir y si lo vences te vuelves más agradecido con la vida. ¿Cómo ves tú la vida tras haberlo vencido?

Sin duda, de otra manera; tras pasar esa prueba durísima en la que sabes que puedes perder la vida de mala manera, te juro que uno se vuelve más agradecido y apenas se le da importancia a nada que no la tenga; hasta soy capaz de minimizar las cornadas tras haber superado el cáncer; es una prueba que nos manda la vida para que aprendamos y, en mi caso, la lección resultó sublime.


El escalofriante pase de pecho de Javier Castaño

-Este año, Javier, el escalafón dice poco de ti por aquello de las pocas corridas que han toreado pero, ¿qué tienes tú que decir al respecto?

Si me apuras, me queda todo por decir. Para este mes de septiembre me quedan algunas corridas que, sin duda alimentaran mi ser, aunque éstas se celebren en algunos pueblos. Pero me queda Madrid que, como entenderás, ahí tengo puestas todas mis ilusiones. Confiemos en la providencia para que me salga un toro que quiera colaborar con mi causa del arte que, lo demás lo pondré yo todo.

-No quiero robarte, para nada, tus ilusiones pero, seamos realistas y, el llamado DESAFÍO GANADERO no es ninguna broma, más bien otra prueba de fuego para comprobar tu capacidad de resistencia, lo digo porque lidiarás los toros de Escolar y San Martín, la antípoda de Juan Pedro y Núñez del Cuvillo. ¿Enriendes lo que quiero decirte?

Esto es una cuestión de fe porque, debo de confesarte que de ambas ganaderías he lidiado toros muy importantes, por ello, la ilusión para que me embista un toro no me la quitará nadie. Al margen de que si logro triunfar puede servirme de mucho, lo que pretendo es que se alimente mi alma, mi espíritu de que puedo recuperar el camino perdido.

-¿Buscamos culpables de tu situación?

No, porque tampoco tiene sentido. Igual el único culpable soy yo y no me he dado cuenta. Es cierto que, las circunstancias, como antes comentábamos, pueden marcar mucho; de darse las cosas de una manera u otra, puede cambiar el destino de un torero. Yo, este año, como decíamos, me he sentido marcado por el destino; quizás no me convenía otra cosa, no lo sé, pero sí sé que las cosas han sucedido de este modo y nadie las podemos cambiar. Confiemos que, a partir de ahora venga la buena racha que, de lo demás me encargo yo.

-Mucha suerte, Javier. Que Dios te bendiga y que cambie el signo de tu suerte que, como el mundo sabe, mereces la mejor.

Fotos cedidas por el diestro

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