El pasado día 15 de agosto, festividad de la Virgen de la Paloma, una vez más, en Madrid, resurgió un diestro sevillano como ha ocurrido tantas veces en tan singular fecha. Se llama Juan Ortega, es de Sevilla y quiere ser torero; al menos, las crónicas así lo han descrito puesto que las buenas formas del diestro calaron en lo más hondo de la afición de Madrid y, como es notorio, la unanimidad que ha tenido al respecto de las crónicas que, sin un voto en contra, todo el mundo cantó la torería del diestros hispalense.
Es hermoso ver el semblante de un chico anónimo cuando, de repente, alcanza el triunfo en cualquier plaza pero, si dicho éxito se produce en Madrid, la dicha no puede ser mayor. Este es el caso de Juan Ortega que, por lo que hemos podido ver, tras su brillante faena en Las Ventas, sujetaba su trofeo con desmedido frenesí; era de él, la había ganado mediante la fascinación de su arte, algo que le refrendaron los aficionados madrileños.
Juan Ortega es uno más de los muchos que luchan por conseguir que su sueño se haga realidad; ser torero. Si miramos hacia atrás comprenderemos que motivos los tiene de sobra puesto que, en su etapa como novillero alcanzó triunfos importantísimos por todas las ferias de España, hasta el punto de doctorarse hace cuatro años en Pozoblanco con una alternativa de lujo junto a Ponce y Manzanares, más dicha era imposible. Luego, como les sucediera a muchos, llegó el parón inesperado, el que nadie comprende pero que ocurre muy a menudo.
Juan Ortega dando la vuelta al ruedo con una oreja de ley en Madrid
Si artistas y de locos, como dice el refrán, todos tenemos un poco yo diría que, Ortega, visto desde el otro lado de la barrera, tiene mucho de artista, pero una gran dosis de locura. Lo digo en el sentido que, Juan Ortega, sabedor de las miserias de la fiesta es capaz de luchar, sufrir, padecer, entrenar, vivir y sentir en torero, su mérito es innegable porque, a diferencia de otros chicos, este artista del toreo es ingeniero agrónomo, una profesión que le permitiría vivir con dignidad, sin aprietos y con todo holgura; pero no, es ahí donde aparece la locura de este hombre que, por encima de todo quiere ser torero.
Y, como digo, lo demostró en Madrid el día 15 de agosto que, por fin, halló recompensa a su esfuerzo por aquello del reconocimiento que tuvo por parte de la afición y, sin duda, por la prensa que, como dije, la unanimidad ha sido la tónica dominante de todas las crónicas que le han dedicado.
-¿Qué pensabas, Juan, el día antes de la corrida?
Eran sensaciones encontradas; en ese momento te viene todo a la cabeza. Creía que a poco que me ayudara un toro podría triunfar; pero a su vez, fíjate, no dejaba de pensar que, de no haber éxito mi tarde podría ser la última de mi carrera; qué se yo, mil pensamientos me atormentaban.
El afiche publiciario previo a su actuación en Las Ventas
-Te preguntaba lo de las sensaciones porque, ya viste, el día de tu confirmación hace dos años imagino que llegarías igual de ilusionado y aquel día pasó lo peor, y lo peor es que no pasó nada. ¿Verdad?
Es cierto que mi lote no me ayudó; eso sí, en calidad de aficionado disfruté viendo como mi padrino, Curro Díaz, salía por la puerta grande.
-Sin embargo, en este 15 de agosto saliste de la plaza tremendamente contento. Pudimos ver cómo te vitoreaba la gente pero, lo que es mejor, a nivel de prensa todo el mundo ha coincidido en que hiciste una faena llena de pureza y arte. ¿Quiere eso decir que nos estamos perdiendo un gran artista?
No soy el más indicado para definirme pero, a poco que me den unas pocas oportunidades todo el mundo pensará como lo hicieron en Madrid. Sentí una emoción indescifrable porque mi actuación vino a demostrarme a mí mismo que tengo razón, que valgo para el toreo.
El momento de la alternativa de Juan Ortega con un cartel de tronío
-Algo tendrá el agua cuando la bendicen porque, hace cuatro años, cuando tomaste la alternativa en Pozoblanco, el cartel no podía ser más bello, junto a Enrique Ponce y Manzanares. En dicha tarde lograste el éxito y, si te he visto no me acuerdo. ¿Cómo se explica esa situación?
Es el peaje que hay que pagar por ser torero y no te digo ya si lo que se pretende es ser figura del toreo como yo quiero ser. Son esas cosas que pasan que nadie puede entender pero que ha sucedido con muchísimos compañeros y, no queda otra que seguir remando en la dirección que uno siente. ¿Explicación? En realidad, como te digo, no la tiene, pero es ahí donde nace la fuerza interior de cada cual por aquello de querer ser torero y ese es mi caso.
-¿Podemos entonces decir que ese éxito de Madrid puede ser el punto de partida como le ha ocurrido a otros compañeros tuyos?
Sí. Por algo se empieza y como me ha sucedido, cuando eso ocurre en Madrid, la ilusión no hay quien me la quite. Este éxito, además de saborearlo como tal, me ha servido para reafirmarme en mis creencias que no es mala cosa. Recuerda que antes hemos dicho que, por momentos, pensaba que de no triunfar, esa tarde podría ser la última; confiemos, miremos la vida esperanzados y sigamos creyendo que, como decías, es el punto de partida que me llevará al triunfo total.
-Si no recuerdo mal acudiste a Madrid con el pobre bagaje de una corrida toreada. ¿Cómo se afronta un compromiso tan grande con tan pocos festejos en tu haber?
Una corrida y una salida en hombros junto al maestro Curro Díaz, pero al margen de eso, yo entreno todos los días; he matado algún toro a puerta cerrada, he hecho tentaderos y, sin duda, siempre me he sentido preparado para lo que llegara que, como dices, vino lo de Madrid y no me pilló de sorpresa; es decir, yo me sentí preparadísimo, tanto física como mentalmente, de ahí que resolví con éxito aquellas buenas embestidas de mi enemigo.
Un derechazo el día de su triunfo en Madrid
-Estoy hablando contigo y tengo la sensación de que converso con un señor que le ha tocado la lotería. ¿Tan grande es tu dicha?
Imagínate. De no tener nada a que toda la prensa de España hable de mi actuación, mi felicidad no puede ser más grande. Llegué a Madrid y no me conocían ni en el hotel y, tras el festejo, todo el mundo hablaba de mí, eso no tiene precio. Un éxito en calidad de torero, eso es lo más grande del mundo; nada ni nadie lo puede equiparar; sí, porque es el triunfo de uno mismo, digamos que el refrendo que viene a demostrar las condiciones que un tiene para la profesión.
-Tu suerte, entre otros muchos factores, como me han contado, es que hasta tus padres son acérrimos partidarios tuyos. ¿Eso es bueno o malo?
Eso es fantástico. Yo veo a mi padre como se ilusiona conmigo y me saltan hasta las lágrimas de la felicidad que puedo sentir, por ello, en realidad, por ellos me gustaría ser figura del toreo, para poder agradecerles todo lo que hacen por mí, algo increíble y maravilloso.
-Y para que la dicha sea completa te ayuda el maestro Pepe Luís Vargas. ¿Cómo le conociste? Y te lo pregunto porque tuviste buen gusto a la hora de elegir al mentor puesto que, Vargas toreaba como los ángeles.
-Yo no le pude ver por razones de edad, pero así me lo ha contado mi padre. Estaba un día presenciando una novillada en un pueblo de Sevilla y le divisé en una barrera y, desde aquel momento quería saludarlo y conocerlo. Le seguí los pasos cuando se acabó el festejo, me dirigí a él y me atendió muy bien; es más, me hablo de que me había visto como novillero. Al día siguiente no lo dudé un instante y le llamé para que me ayudara y, en el acto hubo un entendimiento perfecto. Y ahí estoy, a su lado, para disfrute de mi ser porque eso de tener a un artista que ha sido matador de toros a tu lado, eso no tiene precio.
El desplante torerísimo del diestro de Sevilla
-Al margen todo, Juan, la pregunta es obligada, por “cabrona” que así la entiendas. ¿Qué hace un ingeniero agrónomo pasando penurias en el mundo de los toros?
El saber no ocupa lugar y, eso título no me pesa; es más, me siento orgulloso de lo que logrado como estudiante; pero mi vida va mucho más allá de una titulación universitaria; yo quiero ser torero y eso no lo cambio por nada en el mundo. Por lógica, como dices, podría vivir de ese título y no me faltaría trabajo pero, amigo, lo de ser torero me puede y me enloquece.
-O sea que, prefieres vivir la dureza de lo que supone ser torero, antes que la comodidad que podría darte ese título universitario que ostentas.
Lo que yo quiero es ser feliz y esa dicha pasa por ser torero; por duro que me resulte. MI vida, desde que me levanto hasta que me acuesto tiene sentido gracias al toreo, lo demás, para mí es todo secundario.
La felicidad de Juan Ortega tras el éxito obtenido
-Para ser un “desconocido” Juan, hasta tienes alguna que otra anécdota por tierras mexicanas. ¿Cómo fue aquello?
Era a primeros de año en que, gracias a unos amigos me invitaron a ir a México para torear dos corridas en la provincia de Zacatecas y allí marché. Triunfé y pocos días más tarde me vi toreando un festival con varios toreros importantes de México, entre ellos, el maestro Eloy Cavazos que, me cupo la fortuna de triunfar junto a él. Estoy haciendo gestiones porque, posiblemente, para final de año, otra vez pueda acudir a tan singular país para torear alguna que otra corrida.
-Antes, amigo, una oreja en Madrid servía para darle la vuelta a España como torero. ¿Qué repercusión crees que tendrá ese éxito?
El triunfo siempre es bueno. Es cierto que, ahora, por miles de razones, apenas tiene repercusión pero siempre vale. Recuerda que, por ejemplo Pepe Moral, el compañero con el que compartí cartel el día de La Virgen dela Paloma, hace cuatro años triunfó en dicha plaza y partir de aquel momento su nombre empezó a sonar de nuevo; como me han contado, Paco Ojeda triunfó en agosto en Madrid y, gracias a dicho eco, imagina hasta donde llegó al maestro y, así, una listar muy larga.
-Por cierto, en la vuelta al ruedo, como suele suceder, algunos niños te pedían que les dieras la oreja y, no hubo forma. ¿Tan preciado era el trofeo?
El más preciado del mundo; yo tenía la oreja amarrada en mi mano y no la solté por nada que me hubieran dato; ten en cuenta que es testimonio más grande de mi éxito en Madrid.
-¿Crees que la empresa de Madrid contará contigo para la feria de Otoño?
Eso ya sería el mayor de los premios. No me quiero hacer ilusiones pero, como decíamos, el primer pasito ya se ha dado. En realidad, no sé las corridas que me saldrán hasta que acabe el año, pero lo que si es cierto es que todos los medios de comunicación se han puesto al habla conmigo mientras que, antes de esa fecha, nadie sabía de mi existencia, salvo mis amigos y mis íntimos.
-En la corrida que triunfaste, como tarjeta de visita de lo querías hacer, en el toro de Pepe Moral le endilgaste unas verónicas de ensueño. Tenías muchas ganas ¿verdad?
Claro. Acudí muy esperanzado no quería dejar pasar por alto ni el más mínimo detalle y, si me correspondía ese quite, no dudé en hacerlo y, como dices, mostrar mis ilusiones.
-Gracias, amigo Juan Ortega. Que se hagan realidad tus sueños y, lo que es mejor, que tu éxito no quede en saco roto puesto que tus condiciones como artista merecen mejores oportunidades.
Fotos cedidas por el diestro