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Sebastián Ritter  
  entrevista de Pla Ventura [ 14/06/2018 ]  
SEBASTIÁN RITTER: Un colombiano que huele a torero

La corrida que se celebró en Madrid el pasado cuatro de junio sembró el terror como pocas veces había sucedido antes. Se lidiaron los toros de Saltillo y la desdicha no pudo ser mayor. Allí, en la arena había tres héroes dispuestos a matar o a morir, nada importaba; o quizás importaba todo. Se corrieron toros de hace dos siglos y, lo que es peor, con los toreros de ahora; digamos que, más que los toreros de ahora, con la mentalidad que tienen los aficionados los que piensan que a todos los toros se les puede hacer la tauromaquia que esgrime Enrique Ponce, por citar uno de los mandones de la actualidad.

No seré yo el que le quite méritos a Ponce pero, de haberse enfrentado a la aludida corrida de Saltillo, todavía estaría corriendo, de ahí el respeto que les debemos a los lidiadores de tan épica tarde en la que pudo haber corrido ríos de sangre. Como dije en su momento, estaba Dios en el tendido porque de otra forma nadie podría entender que Sebastián Ritter saliera vivo de aquel amargo trance.

Me gustó la actitud del público de Madrid en dicha tarde que, mediante el respeto hacia sus lidiadores transcurrió una corrida terrorífica que, como decía, eran toros de otro siglo pasado para la tauromaquia que entendemos en nuestros días.

Al respecto, elegí a Ritter, como pude haber elegido a Octavio Chacón que, junto al colombiano estuvo como un gran profesional. Mis respetos para todos los que se juegan la vida de verdad como se demostró en Madrid en todas las corridas llamadas duras.

Encontré a Sebastián Ritter lleno de torería, con un gusto excepcional, con una cadencia fuera de lo normal porque, hasta tuvo el valor de recetarle unas verónicas a uno de sus toros que, para nada las merecía. Ritter desgranaba su tranquilidad frente a los toros ilidiables y, por momentos, hasta parecía que lo hacía todo con una sencillez extrema cuando, en realidad, su vida pendía de un hilo. Sin lugar a dudas, Sebastián Ritter, como algunos de sus compañeros quiere ser torero de verdad. En caso como el citado es cuando un hombre demuestra su auténtica vocación puesto que, los de Saltillo, invitaban a dejarlo todo para siempre.


Sebastián Ritter, otro colombiano que quiere ser torero

-Imagino, Sebastián, que entraste en la feria de Madrid porque el pasado año en Las Ventas, en la corrida de la Hispanidad diste una aclamada vuelta al ruedo que, de no haber sido por la espada el triunfo hubiera sido mayor. Un acto de justicia ¿verdad?

Sin lugar a dudas. Creo que ahí quedó mi disposición, mis ganas de ser torero porque antes de que tú me lo preguntes, yo soy el primero en certificar que la corrida salió terrorífica, los toros nos querían devorar a los tres hombres que hicimos el paseíllo pero, ya viste, no queda otra.

-Más que una oportunidad, Ritter, creo que la empresa te ofreció un caramelo envenenado, tanto a ti como a tus compañeros. Mal sabor de boca el de dicho caramelo ¿cierto?

Son muchas las corridas que se matan en Madrid durante toda la feria y esa me tocó a mí. Podía haberme tocado otra que hubiera embestido, pero era mi sino y poco más podía hacer.

-De todos modos, me sorprendió tu capacidad lidiadora, tu disposición, tu altura de miras en el ruedo puesto que, por momentos, hasta nos dabas la sensación de que estabas lidiando una corrida de Juan Pedro, lo digo en el sentido de la pasmosa tranquilidad que trasmitías. Creo que, más que asustarte tú, fuiste capaz de asustar a los espectadores, presentes y ausentes porque todos pasamos un mal rato contigo.

Es cierto que llegué a Madrid con mucha preparación, han sido muchos meses de entreno, de ponerme a punto para lo que pudiera venir y, nada me sorprendió. Es verdad que la corrida no fue la que todos hubiésemos deseado pero, por encima de todo, como todo el mundo comprobó, la palabra fracaso no tuvo cabida en mi actuación, por tanto, lo demás era todo un éxito. Salir ileso de aquel trance y, lo que es mejor, con el sentido de la lidia que fui capaz de imprimir a mis enemigos, aquello creo que fue el todo.


Ritter el día de su alternativa en Madrid

-Vimos que, con la muleta dominaste a las fieras con una actitud fuera de lo normal pero, en el momento en que perdiste el trapo el toro te quería comer.

Sí, esa fue la cuestión porque como dices, con la muleta y el capote dominé la situación pero cuando el toro me vio sin mis trebejos toreros quedé a su merced e hizo hilo conmigo hasta las tablas que, me salvé porque Dios estaba en la plaza.

-Un trago amargo el que imagino que no se lo desearás a nadie.

Por supuesto que no. Pero así es esta profesión que tanto amamos que, cuando sales del trance y, como me sucedió a mí, compruebas que no estás herido, eso ya es todo un triunfo.

-¿Qué se siente, Sebastián, cuando un torero queda a merced del toro sin salvación alguna como a ti te sucedió?

Ante todo impotencia porque como antes hemos dicho, con la muleta soy capaz de dominar la situación como creo que demostré; el problema es quedarte sin tus armas que, como a mí me sucedió, fui presa fácil. Sentí horror porque me vi totalmente hundido junto a las tablas y, como pudo ver todo el mundo, era ya una víctima insalvable pero, como tú dijiste, estaba Dios en el tendido y evitó que me partiera en mil mitades.


El colombiano con el capote en su Medellín

-Te vimos certero y rotundo con la espada, algo que en ocasiones anteriores te privó de triunfos grandes. Al respecto, aprendiste la lección, algo que celebramos todos.

Es la consecuencia de entrenar mucho y, ante todo, de tener en la mente que los toros hay que matarlos arriba, vaciarte a la hora del embroque y pensar que, una buena estocada puede cambiar el curso de la vida de un torero y, en mi caso, no es que con los toros de Saltillo pudiera cambiar nada porque no hubo oportunidad para demostrar la torería que uno lleva dentro, pero si para realizar la suerte suprema con dignidad puesto que, los toros no estaban como para entrarles a matar muchas veces, todo lo contrario; aprendían a velocidad de vértigo y finiquitarlos pronto era toda una proeza. Ahora que hablamos de la espada deja que te cuente porque me viene ahora a la memoria que, el pasado año, de haber matado bien mis toros en Azpeitia mucho hubiera cambiado mi panorama, por dicha razón me mentalicé para corregir lo que era mi principal defecto.

-Me han contado que, uno de tus banderilleros, tras la corrida te dijo que, de Saltillo ni una más. ¿Qué le respondiste al respecto?

Entiendo el miedo que pasamos todos y comprendí a mi banderillero. Fíjate que, ya quisiera yo una de Saltillo cada quince días.

-¿Estás hablando en serio?

Más serio que nunca. La peor corrida, por mala que saliera la de Saltillo, es siempre la que uno no torea; eso de verte en casa sin posibilidad de acariciar un pitón, eso es más duro que enfrentarse a las corridas más ilidiables.


Un monumento al valor por parte de Ritter

-Una vez más, Sebastián, veo que quieres ser torero. Una respuesta tan contundente no se la había escuchado a nadie en toda mi larga vida.

Es cierto que soy muy joven y me quedan largos años para poder triunfar y lo que es mejor, aceptar la realidad en la que vivo. Ahora tengo que aceptar lo que me den que, mi situación no es nada nueva en el toreo; son muchos los hombres que han pasado por mis circunstancias y, de haberse aburrido nos hubiéramos perdido a grandes toreros, Curro Díaz es el ejemplo de lo que digo. Repito que me queda mucho camino que recorrer y lo importante es no desfallecer.

-Nadie ha podido llenar el hueco que te dejó Antonio Corbacho, lo digo porque no tienes apoderado en la actualidad.

Como alguna que otra vez hemos comentado, la muerte de Antonio Corbacho resultó ser mi peor tragedia porque con aquel hombre, me cabe la seguridad que mi vida hubiera cambiado por completo, como cambió la de Alejandro Talavante en sus manos.

-Esos toros de Saltillo que lidiaste en Madrid, los que hemos repetido hasta la saciedad, ¿crees tú que ese es el toro que exige Madrid?

De ninguna manera. Yo creo que Madrid quiere el toro auténtico, pero con un derroche de bravura, jamás como los que hemos comentado que ninguno sirvió para la lidia. Por supuesto que no me preocupa la anatomía del toro, lo que nos preocupa a los toreros es que no embistan.


Espectacular pase de pecho de Sebastían Ritter

-¿Qué hace Sebastián Ritter cuando no hay toros?

Toreo poco, es cierto, pero no me queda tiempo para aburrirme; entreno, trabajo, me preparo y, lo que es fundamental, mi espíritu está tranquilo porque sé que puedo lograr mi sueño como torero.

-Por cierto, esa torería que derrochaste, ese buen hacer ante aquel lote imposible, ¿puede que tenga algo que ver la buena campaña que hiciste en Colombia?

Sin duda alguna porque allí pude torear varias corridas de toros con un resultado muy satisfactorio para mi puesto que, en alguna que otra tarde me medí con las figuras actuales y creo que estuve a su altura. Torear siempre ayuda, ante todo para coger sitio que decimos los toreros, sin duda una forma de adquirir esa técnica imprescindible para cuando tienes que enfrentarte a todos imposibles.

-¿Te has parado a pensar lo que podrías hacer con un toro digamos de buena lidia?

Desarrollaría mi torería la que he demostrado algunas veces como en el caso de mi país que antes hemos comentado. Me siento un torero totalmente preparado para cualquier eventualidad y, peor que la que maté en Madrid dudo que salga otra y si en la misma estuve digno, imagina mi dicha.


Un derechazo a un toro de Saltillo, algo que parecía imposible

-Con la mano en el corazón, Ritter, tras la corrida de Saltillo de Madrid, honradamente, ¿todavía te quedan ganas para ser torero?

Ahí es donde radica la grandeza de nuestra profesión; creernos lo imposible para hacerlo posible. Ya lo dije antes, una de Saltillo cada quince días sería un premio rotundo para mí puesto que, a dichos toros, en ocasiones, han permitido que se les corten orejas. Es difícil, lo sé; pero un triunfo con este tipo de toros si puede allanar el camino de cualquier torero. Tengo en mi mente la corrida de la confirmación de mi amigo Curro Díaz en Madrid que, como todo el mundo sabe, aquella tarde pudo haber sido la última de su vida con los toros del Cura de Valverde y, en vez de ser la última, como se demostró, fue el punto de partida para que ahora todos admiremos a ese gran artista que, repito, me cabe el honor de ser su amigo.

-Sin duda alguna, Sebastián Ritter, con esa convicción que tienes seguro que llegarás a la meta; condiciones las tienes de sobra; valor, a raudales y torería toda la del mundo. Añade lo que quieras.

Muchas gracias a vuestro medio por estar pendiente de mí, al igual que de otros muchachos que tienen condiciones sobradas para ser toreros pero que, lo único que nos falta es un poco de suerte por aquello de que nos salga un toro bravo. Confío en que pronto me salga ese toro que me permita demostrar a todo el mundo que quiero ser torero; yo diría más, que me siento torero.

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