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Julio Benítez  
  entrevista de Pla Ventura [ 13/01/2017 ]  
JULIO BENÍTEZ: Bajo el estigma del más grande
Con Julio Benítez nos encontramos ante el caso de vocación taurina más grande que pudiéramos imaginar que, al final, llegará hasta dónde tenga que llegar, pero nadie le podrá hurtar el sagrado mérito de querer ser torero teniendo la vida resuelta; es la antítesis de su padre que, desde el hambre aspiró a todo y, a fe que lo logró. Parecerá una paradoja, pero Julio Benítez lo tiene más difícil que su señor padre porque éste tenía hambre en su cuerpo; tenía sed de gloria en todos los sentidos mientras que, el joven Benítez al que aludimos lo tiene todo y, en honor a la verdad, que no te falte de nada y querer jugarte la vida tiene su mérito, yo diría que mucho.

Julio Benítez, por la raigambre de su apellido podría vivir junto a su padre una vida placentera; es decir, ocuparse de mil negocios familiares y ser el más dichoso del mundo. Pero no, el chaval quiere ser torero al precio que fuere y, ciertamente, lo está demostrando. Es más, tiene condicionantes que todavía le podrían permitir vivir con toda la holgura del mundo sin tener que jugarse la vida; al margen de lo que ganó su padre y que él disfruta, Julio es requerido por las televisiones, revistas del corazón, el mundo de la publicidad; mil cuestiones que, analizadas de forma crematística, podría vivir de mil cosas sin tener que exponer su vida frente a un toro bravo.

El chaval, ilusionado, sigue intentándolo, es decir, no ceja un momento en sus entrenamientos, toreando por los pueblos, hospedándose en hoteles de poco fuste porque en los pueblos donde actúa apenas hay donde vestirse; es decir, practica en sus actuaciones todo aquello que no tiene que sufrir en casa; pero esa es la vocación a la que aludo. Si por dinero fuera y por influencias, siendo hijo de don Manuel Benítez Pérez, el joven Julio debería tener todo resuelto; pero no, aquí el dinero no lo arregla todo, razón por la que Benítez hijo sigue luchando a brazo partido por aquello de hacerse un hueco entre los matadores de todos.

Seguro estoy que dentro de la mente de Julio Benítez sigue vivo el recuerdo de aquel 25 de mayo de 2007 en que, en Córdoba, su ciudad, su padre le investía como matador de toros en una ceremonia singular en la que, el que tenía que ser el padrino vestido de luces, Finito de Córdoba, invitó a don Manuel Benítez para que bajara a la arena para entregarle a su hijo los trebejos toreros. Todo un detalle por parte de Juan Serrano que, con su acción, dejó para el recuerdo un hecho singular y anecdótico.


Julio Benítez continúa su lucha para llegar a lo más alto

-Analizo tu vida, Julio, y llego a la conclusión de que para la prensa del corazón y demás medios de difusión eres lo que podríamos llamar un hombre mediático pero, fíjate, en tu mirada denotas que no eres feliz con esas cuestiones. ¿Digo bien?

Es cierto porque, para mi desilusión, se me reclama en muchos medios por ser hijo de quién soy, pero la gran realidad es que yo quisiera, y a eso aspiro, para que se me reclamara como has hecho tú ahora, por las cuestiones meramente taurinas que, en realidad, son  las que deberían de interesarle a todo el mundo. Aprovecho vuestro medio para decir que no soy, para nada, un hombre frívolo que pretende buscar la fama fuera de las plazas de toros.

-Todos pagamos un precio al nacer y, en tu caso, no podías ser una excepción, con el agravante o atenuante, míralo como quieras, de ser hijo del más grande de los toreros que hemos conocido. ¿Cómo se lleva ese estigma?

Yo diría que mal porque entre otras cosas, soy un hombre tímido; una persona que no busca sensaciones más allá de las plazas de toros. Yo quisiera, por ejemplo, aparecer en todos los medios informativos para que dijeran que he salido por la puerta grande de Madrid o cualquier triunfo apoteósico en mi profesión; esa es mi meta y para eso estoy luchando.


-Tu caso, como torero, déjame decirte que resulta muy curioso. Lo digo en el sentido de que si fuera por dinero e influencias, en ese aspecto, tú deberías, es decir, serías figura máxima del toreo pero, como alguna vez confesaste, en el toreo uno tiene que conseguir sus propias metas. Al respecto, ¿te sientes privilegiado o desdichado?

La grandeza de nuestra profesión no es otra que uno tiene que ganárselo todo por sí mismo; yo soy el ejemplo de lo que comentamos puesto que, si ser hijo “de” fuera atributo suficiente para el éxito, yo sería un triunfador, pero como quiera que nada tiene que ver la fama del progenitor como sus bienes terrenos, es por ello que soy uno más de los que aspiran a la gloria en mi profesión.


Manuel Benítez 'El Cordobés', su padre y su referente

-O sea que, pese a todo, te encuentras desnudo frente al mundo.

Absolutamente cierto. Es más, dentro del ruedo, el torero, como sabes, es un ser absolutamente desnudo y solitario; nadie puede hacerlo por ti. Tragedia o grandeza, pero eso es la cuestión, no existe otra.

-Cumples este año tu primer decenio como matador de toros y, pese al tiempo transcurrido, tu carrera no termina de consolidarse; es decir, hasta he escuchado por ahí voces discordantes que han dicho que estás en el toreo por puro capricho por aquello de ser hijo de papá.

Todo lo contrario. Habría que ser muy tonto o torpe para estar en esta profesión por capricho; lo digo porque como sabemos, el pasado año, tres compañeros encontraron la muerte como toreros. Podría tener otra clase de caprichos pero, jugarme la vida no tiene nada de broma.

-De igual modo se dijo que, el primer gran disgusto que le diste a tu padre no fue otro que decirle que querías ser torero. ¿Es cierto?

Rigurosamente verídico. Mi padre estaba muy tranquilo sin el sobresalto que puede suponer tener un hijo torero, de ahí el disgusto que tomó el hombre cuando le expliqué mis pretensiones.



Esta es otra parte de su vida, pero no la que más le guste

-Pero muy pronto se hizo a la idea ¿verdad?

Por supuesto. Me apoya, me ayuda, pero como él dice, luego es todo cosa mía; que él no puede jugarse la vida por mí, de ahí la grandeza de esta profesión como antes decíamos. Pese a todo, él está feliz. Imagina que, el día de mi alternativa, hasta Finito de Córdoba le cedió el protagonismo que él tenía para doctorarme, dejando que fuese mi padre el que me cediese los tratos vestido de calle.

-¿Qué se siente, Julio, cuando acudes por esos pueblos de Dios para jugarte la vida sin lujo alguno?

Me cabe la satisfacción, con mis actitudes en los pueblos que tú citas y que en verdad es donde habitualmente actúo, aquello de apearme de mi propia realidad, algo que me hace muy feliz porque palpo la grandeza de esta profesión desde muy abajo. Yo podría vivir, como es lógico, como un rey sin necesidad de tener que jugarme la vida; en casa hay atributos más que suficientes para que yo desempeñara mil funciones y, como digo, vivir de forma opípara, pero se da la circunstancia de que quiero ser torero de verdad y no me importa el sacrificio que tenga que hacer para lograrlo.


-O sea que, lo de vocacional, en tu caso, toma más vida que nunca.

Sin lugar a dudas. Mira una cosa, mi padre tuvo mucho mérito por llegar a lo más alto viniendo de los ancestros más humildes, pero a mí me corresponde todo lo contrario, digamos que teniendo una vida placentera, ser capaz de afrontar las situaciones más difíciles, los retos más insospechados, todo ello sin necesidad alguna.


Prefiere que su vida sea conocida delante del toro

-Tú lo has dicho, tu vida artística, desde que eres matador de toros se ha circunscrito por los pueblos sin pisar, prácticamente, feria alguna. ¿No has llegado a aburrirte?

No, debido a la vocación de la que antes hablábamos. Quiero ser torero, lo diré una y mil veces; trataré por todos los medios de superar todas las barreras que se me presenten y si sigo en esta lucha creo que mis intenciones están clarísimas. Imagina que, en vez de aburrirme, lo que hago es consolidarme cada día más en mi profesión; si aquí la dureza de los pueblos es extrema en todos los sentidos, el pasado año estuve en Perú para torear algunas corridas en los pueblos peruanos y, aquello todavía es mucho más duro.

-Según te explicas, hasta estás convencido de tu valía, digamos que nadie te presiona para ser torero.

Por supuesto. Imagina que, por ejemplo, en esos pueblos donde vengo actuando y que dicho sea de paso he logrado grandes éxitos, la prueba de fuego es tremenda. Parecerá una locura lo que digo pero, me han salido toros realmente pavorosos que he lidiado con mucha dignidad y, en la mayoría de las veces, logrando muchos éxitos.

-Yo creo, Julio, que ya estás debidamente placeado para dar un paso importante, es decir, confirmar tu alternativa en Madrid. ¿Para cuándo ese paso?

No se ha hecho antes porque no he tenido oportunidad para ello, no por falta de ganas ni de ilusiones que las tengo todas. Yo confío que este año, el señor Simón Casas pueda atender mi ruego para poder confirmar mi alternativa en Madrid, sin duda, mi sueño más grande.


-Antes, los toreros, algunos hasta conseguían la gloria soñada sin tener que pasar por Madrid y, ahora, por el contrario, si un torero no triunfa en Madrid todo está perdido y, muchos, incluso triunfando se quedan en la cuneta. ¿No te produce todo eso un miedo escénico?

Es triste, pero es una realidad muy grande. Todo depende de Madrid pero, a su vez, eso tiene el estigma de que muchas veces, como quiera que todo tenga que depender de una tarde en la primera plaza del mundo, como las cosas no salgan bien, aviado va uno. Es complicadísimo todo. Para colmo, el número de festejos se ha rebajado mucho en los últimos años; todo son trabas para que ser torero, cada día sea más difícil.


En la lucha con Tomás Campuzano, su apoderado

-¿Es Tomás Campuzano una garantía de éxito para tu carrera?

Aquí nadie garantiza nada; todo se lo tiene que ganar uno. No es menos cierto que Tomás está haciendo las cosas muy bien hechas, está tocando las puertas que corresponden y trabajando sin cesar; siempre es alentador comprobar que un hombre ha creído en ti y se deja la piel en el proyecto en el que ha creído. También es cierto que, el maestro Campuzano, como figura del toreo que ha sido, en la intimidad, como toreros que somos, nos entendemos a la perfección; porque nadie entenderá a un torero mejor que uno que se ha jugado la vida, como es el caso del maestro Campuzano; estoy muy feliz a su lado

-¿Has soñado alguna vez que salías por la Puerta del Príncipe de Sevilla o la puerta grande de Madrid?

Muchísimas; es la meta de cualquier torero y en mi caso no podía ser una excepción. De todos modos, como diría el maestro Juan José Padilla, soñemos que la mayoría de las veces los sueños se tornan realidades. Metas, como comprenderás, las tengo todas, de ahí el hatillo de ilusiones que uno tiene en su interior.

-Dijiste alguna vez que eres el dueño de tu destino. ¿Quiere eso decir que no echas mano de tu padre para nada de lo relacionado con tu profesión?

Mi padre es un ser al que admiro muchísimo y, como sucede, tengo su cariño, su apoyo, su ilusión tan grande como la mía; pero la realidad me dice que soy yo el que tengo que resolver jugándome la vida en solitario.



Esta imagen es la que quiere para cada tarde que se viste de luces

-Lo toreros, Julio Benítez, hablan muchas veces de las llamadas cornadas de despachos. ¿Tan grave es la cosa?

Muchas veces sí y mucho más cuando se peca de inexperiencia que, da la sensación de que los palos van siempre para el mismo. Pero es algo con lo que tenemos que convivir; nadie me dijo nunca que mi profesión sería sencilla. Es cierto que, más tarde, todos los toreros, llegado el éxito, se olvida todo para disfrutar de lo que uno ha luchado, la gloria artística que es el motor que nos mueve a todos. Y digo esto a sabiendas de lo duras que son las cornadas del cuerpo, imagina entonces.

-Difícil tu papel, Julio, siendo hijo de quien eres, lo digo en el sentido mediático en el que tienes que desenvolverte. ¿Verdad?

Es cierto que a veces uno se ve envuelto en situaciones y preguntas que no son las que uno desearía, todo por las connotaciones que se han dado en mi casa, pero no queda más remedio que atender con humildad a todo el mundo; como te digo, muchas veces, la cosa no es agradable, pero uno es quién es y no queda más remedio que afrontar la situación.

-Gracias, matador. Que se cumplan tus sueños y que éstos se tornen realidades en el menor tiempo posible.

Fotos cedidas por el torero

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