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Curro Díaz  
  entrevista de Pla Ventura [ 15/07/2016 ]  
CURRO DÍAZ, TESTIGO DE LA TRAGEDIA
Artísticamente, hasta podríamos calificar la temporada de Curro Díaz, como la más bella, creativa en todos los aspectos que queramos enumerar; sí, porque se han sucedido faenas memorables, cumbres, de un calado artístico muy difícil de definir. Empezó en Madrid en el domingo de Ramos saliendo por la puerta grande y, como explico, sus éxitos se han sucedido con inevitable continuidad. Y, lo que es mejor, como podemos ver, le queda a Curro toda una programación entre España y Francia que, a no dudar, finalizada la temporada será una de las más felices del diestro de Linares.

Si el arte, como Dios manda, sigue cotizando, este gran intérprete es uno de los grandes afortunados entre la torería del mundo. Lecciones bellísimas las que nos ha entregado en esta temporada y, como decía, para su fortuna, las que todavía le quedan por impartir. Curro Díaz es un torero de auténtico calado para los aficionados; sus faenas suelen ser inolvidables, las que dejan ese poso de felicidad en el alma de los aficionados que, para nuestra fortuna, son muy difíciles de olvidar; y eso es justamente el arte en el toreo, poder ver una faena en una plaza de toros y que la misma viva en tu corazón eternamente.

Todo discurría con total normalidad en Teruel hasta el punto de que, Curro Díaz, en su primer enemigo ya había bordado el toreo; como sabemos, a poco que un toro le ayude, el linarense es capaz de crear la obra más bella, posiblemente, la que sueñan todos los toreros.

Pero sería en el tercer toro de la tarde cuando vendría la tragedia, algo que nadie tenía previsto pero que, como sabemos es lo que le da grandeza y credibilidad a esta bendita fiesta. Víctor Barrio salía prácticamente muerto de la cornada que le infirió su enemigo, en este caso, más enemigo que nunca.

Curro Díaz se percató muy pronto de lo que nadie quería creer, la mortal cornada del compañero que en aquellos instantes entregaba su alma a Dios. Tras la lidia del cuarto por parte de Curro Díaz, ya con el estigma de la muerte de Víctor Barrio, el diestro de Linares suspendió el festejo tras la muerte de su segundo enemigo. ¿Qué otra cosa se podía hacer? Curro Díaz optó por la posición lógica, no cabía otra opción. ¿Quién podía quedarse impávido en dicho ruedo, tanto en el mismo como en las gradas de la plaza a sabiendas que un torero había muerto?


Curro lo vivió muy de cerca y toreó después el primero al día siguiente

-Trago duro el tuyo, Curro Díaz.

El que no le deseo a nadie; es algo horrible que, para dicha o infortunio, es lo que le da grandeza a la fiesta; es durísimo, pero tuve que sobreponerme.

-Tras matar tu segundo toro, anímicamente ya no tenías fuerzas para nada, de ahí la suspensión de la corrida. Vamos que, lograste el éxito y no lo quisiste saborear ni siquiera recogiendo la oreja que te habían concedido.

Era lo lógico que, como sabes, así lo entendió todo el mundo.

¿Qué ser humano puede quedarse impávido a sabiendas de que hay un compañero muerto en la enfermería?

Estábamos todos destrozados; no teníamos fuerzas ni en el cuerpo ni en el alma. Imagina que, para mi dicha, en el primer toro, como en el segundo, yo te diría que tuve una tarde afortunadísima porque los toros me permitieron crear lo que yo siento, el arte. Claro que, las circunstancias del compañero muerto cambiaron todo el decorado de la tarde y, ni el triunfo me supo a nada. Roto como estaba, ni recogí la oreja que me concedieron; eso sí, suspendí, en calidad de director de lidia el festejo y, como cosa normal, todo el mundo me comprendió; no era ya el momento para fiesta alguna; ni para los toreros ni para los aficionados, era el momento de compartir el dolor con los familiares de Víctor Barrio, de su cuadrilla; de todos los que formamos la familia taurina.


Curro Díaz lleva una temporada de éxitos

-¿Crees que la muerte de Barrio ha servido para engrandecer la propia fiesta de los toros o, como sucedió en algunos canales de comunicación, para que los mal nacidos anti taurinos se mofaran de nosotros los aficionados y profesionales?

Para la gente de bien, para los aficionados, la muerte del compañero será siempre un estigma que engrandecerá la fiesta, que le seguirá dando credibilidad y autenticidad porque, como todo el mundo sabe, aquí se muere de verdad; en esta escenificación en que ensayamos el arte, como ha ocurrido ahora, una vez más, se demuestra la total verdad de esta fiesta en la que, unos soñadores nos jugamos la vida con el riesgo de perderla; Víctor Barrio ha sido, junto con el que fuera mi padrino de confirmación en La México, El Pana y Renato Motta, el triunvirato de artistas que este año han entregado su alma a Dios, imagina entonces la grandeza de esta fiesta.

-Te hacia la pregunta en sus dos versiones porque al día siguiente de la muerte del chico, tras todo lo que pudimos leer, las aberraciones que se vertieron en las redes sociales, entre todos lograron sacarte la rabia en las declaraciones que hiciste.

Era lógico; soy torero, pero ante todo soy un hombre de carne y hueso, una persona que, como todas las de buena voluntad, solo pide respeto para los que nos jugamos la vida; tampoco quiero que nadie me admire por mi “trabajo”, pero sí exijo respeto, algo que debería ser tan natural como la vida misma. Si falta el respeto todo se nos viene abajo, de ahí mis declaraciones llenas de rabia e impotencia a su vez. Reclamo, sencillamente, aquello que ofrezco siempre a todo el mundo, respeto.

-Fíjate el destino como puede ser de cruel; es decir, las situaciones a las que muchas veces nos somete. Lo digo porque, tras tu actuación en Teruel, al día siguiente, destrozado, sin ánimos, sin fuerzas, sin haber dormido, por fin te presentabas en Pamplona, una plaza en la que tantas veces soñaste y, como te digo, imagino en qué situación llegaste a la misma.

Llegué mal, pero tenía que sobreponerme. Esa es la grandeza de esta profesión. Imagina que, tras haber sido testigo presencial de la tragedia, al día siguiente tenía que jugarme la vida en Pamplona, pero este es el canon que tenemos que pagar los que hemos decidido ser toreros; aquí no caben lamentos de ningún orden; esto es así y así seguirá siendo mientras exista la fiesta de los toros. ¿Quejarme a sabiendas de que mi compañero estaba de cuerpo presente? No caben quejas ni lamentos; a esta profesión, como en todas, se acude libremente, sin presiones de nadie, por tanto, tenemos que asumir las responsabilidades que esta profesión nos exige.


El de Linares es garantía de toreo artista

-La pena, Curro, es que la corrida de Pamplona no ayudó para nada.

Es cierto. Pese a que mi estado anímico no era el idóneo por las razones que hemos comentado, de haber embestido un toro hubiera estado a la altura de las circunstancias porque mi profesión así lo exige. Los toros no quisieron y ahí murieron todas mis ilusiones.

-Como es lógico y natural, torero, voy siguiendo tu temporada y, allí por donde actúas sigues rociando los ruedos con tu excelso arte. Imagino que eso no será producto de la casualidad.

Me encuentro pletórico; no sé las razones, pero estoy más ilusionado que nunca y esa ilusión es la que trato de trasmitir en los ruedos que, desde mi primera tarde en la plaza de Madrid en la que salí por la puerta grande, para mi dicha, los triunfos se suceden tarde tras tarde.

-Y como mérito añadido, Curro, no haces ascos a ningún tipo de corridas, algo que te hace todavía más grande.

Pero eso no es novedad alguna; he matado siempre lo que ha salido por chiqueros. Recordarás que confirmé mi alternativa con toros del Cura de Valverde, es decir, estoy preparado para cualquier “litigo” en el que se me cite frente al toro. Hablamos muchas veces de los distintos tipos de ganaderías que tenemos en nuestra piel de toro y, es cierto; en ocasiones, cuando creemos que apostamos por la “comodidad” nos puede salir un toro para llevarnos por la calle de la amargura y, en mi caso, entre otras muchas corridas, el año pasado le corté un rabo de un Miura. Entonces, ¿qué corridas son las que embisten? El toro, amigo, siempre será el gran misterio de la fiesta. Y mira si llevo razón en lo que te digo que, como sabes, el toro que mató a Víctor Barrio no era precisamente un barrabás.


Toreando así

-Tras todo lo que podemos ver al respecto de los detractores que tenemos en la fiesta de los toros, ¿crees que al final tendrán la suficiente fuerza para acabar con nosotros?

No creo. La fiesta, si algún día tiene que morir, morirá por sí misma; esta fiesta es tan grande que, pese a políticos, indeseables, mal nacidos como los que se mofan de la muerte de un ser humano, pese a todo, la fiesta seguirá viva, así lo certifican las muertes de los que han entregado su vida por esta causa.

-Conquistaste Francia, Curro Díaz.

Sí, estoy teniendo mucha suerte en mis actuaciones, pero la cuestión viene de atrás; es decir, hace años que vengo obteniendo triunfos en dichas plazas que, para mi dicha, a diario, se siguen acentuando, algo que me hace muy feliz.

-Incluso te apuntas a Ceret, la plaza donde actúan los auténticos héroes.

E incluso los toreros, como es mi caso. -Ríe el maestro al responder- Es una plaza más en la que lo único que deseo es que me salga un toro como me ha salido en otras muchas plazas de Francia.


Madrid así lo reconoció

-Tengo una curiosidad maestro: ¿Tuvo algo que ver que empezaras la temporada tan ilusionado viniendo de indultar un toro en Colombia?

Es cierto que, cuando un torero deja una estela de arte, en el ruedo que fuere, eso siempre ilusiona; es decir, el torero se reafirma en sus creencias, algo que nos sucede a todos, de ahí la ilusión con la que empecé, con la que vivo el presente y con la que quiera finalizar la temporada.

-Gracias, querido Curro Díaz; sepas que sentíamos al unísono de tu bendito ser, aplaudimos tus manifestaciones contra esa gente absurda y barriobajera y suscribimos tus opiniones, todo ello, al tiempo que nos extasiamos con tu arte. Sencillamente, que Dios te siga bendiciendo y, como tú dirías, eres un bendecido desde el mismo día que naciste, no en vano, caminar por la vida con ese arte que Dios te ha dado, sin duda alguna, es tu más grande tesoro.

Fotos: Muriel Feiner

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