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Iván Fandiño  
  entrevista de Pla Ventura [ 30/06/2016 ]  
IVÁN FANDIÑO, RAZA DE TORERO
Desdichadamente, en la temporada actual se le han complicado mucho las cosas a Iván Fandiño, todo un referente en el mundo de los toros; un clásico de la verdad sería la mejor forma de definirlo. Las cosas no rodaron bien en Madrid y, el taurinismo, le quiere pasar factura. Nada importa porque Fandiño se sabe fuerte, tanto que sigue siendo el capitán de su destino, pese a que las corrientes devastadoras que existen en el mundo de los toros se lo quieran llevar por delante.

Como digo, no le embistieron los toros en Madrid y esa es la cruz que lleva ahora sobre sus hombros. Claro que, si somos realistas, muy pronto debemos de comprender que, donde hubo, retuvo. Esa es la historia de Iván Fandiño; una trayectoria repleta de éxitos, de epopeyas inolvidables, de triunfos por doquier enfrentándose al toro auténtico; pese a su juventud, toda una leyenda sobre sus espaldas que nadie en el mundo le arrebatará.

Fandiño es hombre de apuestas fortísimas; nadie como él apostó tan fuerte en Madrid el día que se encerrara con seis toros. La suerte, en dicho día, no quiso aliarse con él, pero nadie le podrá arrebatar el sagrado título de haber reventado Las Ventas con el no hay billetes un domingo de Ramos, logro que nadie en el mundo había conseguido. A Dios lo que es de Dios; al César, lo que es del César.


Iván Fandiño se concentra ante lo que queda de temporada

-Algunos, maestro, en la actualidad, piensan que su estrella se ha apagado, lo cual viene a demostrar que tenemos muy poca memoria, ¿verdad?

Son rachas y circunstancias con las que tenemos que luchar y combatir. Aquí no regala nadie nada y, si se te va un pie, ya viste, yo soy el ejemplo. Bien es verdad que son situaciones pasajeras, ya lo verás; lo digo porque yo sigo siendo el mismo, es decir, aquel que hace muy poco tiempo cortaba orejas en Madrid y tenía el beneplácito de todos.

-Ahora, maestro, con la visión que nos regala el paso del tiempo transcurrido, ¿cree usted que fue un error enfrentarse en solitario a seis toros en Madrid?

Para nada; es más, como tú apuntabas anteriormente, llenar por completo Las Ventas en una fecha nada habitual, solo por eso, ya mereció la pena. Luego, ya viste, el hombre propone y el toro descompone; no ayudó la corrida, no hubo el éxito soñado, pero jamás me arrepentiré de una de las tardes más significativas de mi vida, pese a que no acariciara el triunfo.

-Tras la poca fortuna que ha tenido usted en los comienzos de esta temporada, ¿cree que los públicos puedan olvidarle?

De ninguna manera; fíjate que, la grandeza de esta profesión no es otra que, en un instante, en diez minutos, puede cambiar la vida de un torero. Este año, por culpa de los toros, no he dejado huella alguna. Pero me cabe la certeza de que, en las próximas ferias, seguramente que embestirá algún toro y seguiré dando la medida de mi valía y autenticidad. Nadie que ha valido deja de valer de la noche a la mañana.


Lanceando a la verónica

-Pese a todo, maestro, le veo tranquilo y eso nos reconforta a todos.

Son lances de la vida que, al final, si me apuras, sirven para que uno recapacite, vea todo de forma más sosegada y, ante todo, a ser más paciente; el éxito a veces nos puede deslumbrar, mientras que, una cura de humildad, nos hace más fuertes en nuestra profesión.

-Digamos que, usted tiene claro que, una vez más, hay que empezar de cero.

Tampoco debemos de dramatizar tanto; pero es verdad que siempre fue así en mi vida. No vengo de una cuna de oro y lo poco o mucho que soy y tengo, me lo he ganado a sangre y fuego, por tanto, si este impasse me dice que es para empezar de nuevo, ahí estoy con toda la ilusión del mundo.

-Lo que me fascina de usted, Iván Fandiño, es que no le veo muy afectado ante lo que es su situación actual.

Te puedo asegurar que tengo más ilusión que nunca, sencillamente porque soy consciente de que puedo hacer lo que tantas veces hice, pero ahora, corregido y aumentado, con una tauromaquia más honda, con una profundidad que me han dado los años, la que demostraré cuando un toro me embista por derecho.

-Usted ha toreado este año en plazas de poca relevancia, al margen de Madrid, claro está. ¿Quiere eso decir que ha bajado un peldaño en su propio escalafón?

Cuando uno tiene la adrenalina del toreo en sus venas, lo único que quiere es torear; pero no es una cuestión de dinero, es algo que te demanda tu instinto interior por aquello de seguir creando para llegar a otras plazas de responsabilidad con la lección bien aprendida.

-De momento, maestro, como cita importante tiene usted Pamplona que, como usted decía, a poco que le embista un toro tendremos la faena grande de sus manos y sentidos.

Es ilusionante esa plaza, tanto para mí como para el resto de mis compañeros; pero no creo que sea solo la plaza navarra, mis ilusiones van mucho más allá de un solo festejo; es cierto que todo triunfo ayuda para conseguir éxitos siguientes.


Ahormando la embestida del burel

-Curiosamente, está usted anunciado en Ceret, una plaza que se caracteriza por el elemento toro; es decir, allí no acuden las figuras. Su actitud por aceptar dicho contrato ¿es un gesto o un fracaso?

Yo diría que es una continuidad, aquello de llenar una página más de mi limpia trayectoria taurina, la que se ha desarrollado siempre frente al toro auténtico. Hombre, se me podrá tachar de muchas cosas, pero creo que jamás de no haberme enfrentado al toro con todas sus letras, un sendero por donde ha discurrido mi vida. Para mí es un orgullo acudir a Ceret, como lo es en toda Francia, un país amado en el que he conseguido triunfos inenarrables que, gracias a los mismos puedo volver con vitola de torero importante.

-Ahora, maestro, como decíamos, los más incrédulos tienen dudas al respecto de su futuro pero, nos queda toda una temporada por delante y, respecto a usted, actuaciones que pueden ser de una relevancia enorme; Pamplona, Ceret, Bilbao, Mont de Marsán, Dax, Bayona; plazas francesas en las que usted ha sido un auténtico ídolo. ¿Cómo espera dichos compromisos?

Con toda la ilusión del mundo como antes decíamos; no todo está perdido; mejor dicho, no se ha perdido nada porque Iván Fandiño tiene una versión corregida y aumentada sobre su tauromaquia, la que demostraré a poco que me embistan unos cuantos toros, algo que no dudo que así sucederá.

-La verdad es que los jóvenes vienen apretando y, como usted sabe, puestos hay los que existen; es decir, no hay más de los que todos sabemos; un puesto que usted tenía y que tiene que recuperar cuanto antes.

Esa es una gran verdad, pero a su vez, mi gran reto. Si estuve antes, digamos que si fui capaz, al margen de imponderables, lo lograré de nuevo.


Toreando en redondo

-¿Ha perdido usted aquella raza que le definía como un grande entre los toreros del mundo?

Para nada. La prueba es que sigo siendo fiel a mis principios toreando las ganaderías de siempre, las que me auparon para lograr tantos éxitos como obtuve. Es cierto que, sin abandonar la raza, procuro que mi toreo tenga ahora esa dosis de sentimiento en tantas ocasiones, la premura por el éxito me impedía mostrar a los aficionados.

-Al margen del valor constatado que usted tiene, percibo que usted nos quiere dar a entender que su torero es ahora más profundo, con esa dosis de sentimiento que puede calar muy hondo entre los aficionados.

Sí. Es algo que he palpado en mi propio ser, aunque haya tenido lugar en plazas de menor relevancia; pero como soy yo el que me juzgo, me sobran argumentos para definir lo que he dicho. Y se comprobará en festejos sucesivos a poco que me embista un toro. Los años dan personalidad, el entrenamiento una tranquilidad enorme y si a todo eso le añadimos la ilusión de la que soy portador, creo que estoy en el sendero apropiado para el éxito.

-¿Este bache que usted está atravesando le ha servido para ser más humilde?

Situaciones como la mía sirven para la reflexión del propio individuo, no es menos cierto que yo jamás fui orgulloso ni miré a nadie por debajo de mi hombro. Siempre me he considerado un hombre normal y un torero apasionado, eso sí es cierto. Pero lo que es la egolatría y el orgullo, eso jamás lo practiqué en calidad de ser humano.


Pasándose el toro por la espalda

-Pese a la travesía del desierto en la que usted se encuentra ahora mismo, ¿tiene conciencia de que Madrid le pueda seguir esperando?

Sin duda alguna. Recuerda que en Madrid he protagonizado mis tardes más épicas, he cortado innumerables orejas, he salido por la puerta grande; una plaza que es todo un estigma para mí. Es cierto que en las últimas actuaciones no se alió la fortuna en mi persona al respecto de Madrid, pero de que me esperan, no me cabe la menor duda.

-Si algo hemos ganado los aficionados al respecto de su persona es que, dadas las circunstancias que usted atraviesa en este momento, barruntamos que no despreciará ganadería alguna.

Jamás hice ascos a nada, Madrid lo sabe mejor que nadie; y tantísimas plazas en la que triunfé con el toro encastado, justamente el tipo de toro que me situó en el lugar que estoy.

-Cuando las cañas se tornan lanzas como le ha sucedido a usted, imagino que necesitará usted una paciencia franciscana para afrontar todo tipo de situaciones. ¿Digo bien?

Esa es la virtud que me asiste en estos momentos. Ahora mismo tengo la mente muy despejada para disipar toda incógnita al respecto de mi profesión. Por eso estoy convencido para afrontar todo reto que se me presente, siempre, rociado de la más grande ilusión y de la convicción más apasionada.

-¿Cree usted que alguien ha podido alegrarse de su momento actual?

No creo que existan mentes malvadas que se alegren del mal de nadie. Mi situación es la que tengo que, posiblemente sea yo el gran culpable, por ello como quiera que dependa de mí, seré yo el que lo arregle todo.


Toreando al natural. Fandiño convencido de que su suerte cambiará

-Sospecho, por todo lo que he podido saber de usted que es un alma solitaria; se lo digo yo que he intentado algunas veces contactar con usted y me resultó imposible. ¿De quién se escondía usted?

Ante todo debo de pedirte perdón, a ti y algunos de tus compañeros honrados que siempre apostaron por mí. No me escondía de nadie; me refugiaba dentro de mí mismo y por pudor,  muchas veces, no quería saber nada de nadie. Pretendía conversar conmigo mismo, lo que me impedía conversar con los demás, sin duda un inmenso error porque los artistas nos debemos a nuestro público. Repito, mil perdones ante todos aquellos que me buscaron en un momento determinado y no me encontraron.

-Maestro Fandiño, de su vida privada sabemos muy poco. En este aspecto no se parece usted, para nada, al inolvidable Luís Miguel Dominguín.

No has dicho tú nada. ¡Luís Miguel Dominguín! Eso son palabras mayores en la tauromaquia, dentro y fuera de los ruedos. Mi vida privada es tan sencilla que, como entenderás, no le interesa a nadie; y si algo tan sencillo yo lo aireara daría la medida de ser un idiota. Si a veces, como hemos comentado, soy reacio con mi vida pública, imagina con la privada. Entiendo que se deben de airear mis triunfos, mis ilusiones, hasta si me apuras, mis fracasos, pero el Iván Fandiño hombre tiene que vivir en la soledad de su propia vida, sencillamente, para digerir en la soledad de la que hablamos, mis propias ilusiones.

-Maestro Fandiño, gracias por sus palabras, por su sinceridad, por su gallardía, la que tiene como torero y como hombre. Mucha suerte y que se cumplan todos sus sueños, justamente, los que tantas veces ha convertido en bellísimas realidades.

Fotos: Muriel Feiner

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