David Mora a hombros en una de las tardes más emotivas de San Isidro

-Todo empezó, maestro, cuando Roca Rey le quiso tocar los costados con el capote, ¿verdad?

Me sentí espoleado, de ahí la réplica que le di, una prueba de que venía a jugarme la vida; imagina que, hasta el viento se puso en mi contra en aquel instante, pero creo que salí victorioso del envite.

-Le aseguro, maestro que, en aquel primer pase que usted intentó, cuando el toro le cogió y le lanzó por los aires se encogieron todos los corazones de los aficionados; primero por usted, por ver la manera tan dramática en la que llegó usted al suelo pero, si me lo permite, porque todos nos acordamos del maestro Rodolfo Rodríguez El Pana que, en una cogida, digamos que en una caída parecida la suya, quedó tetrapléjico y finalmente le costó la vida. ¿Qué sintió usted en aquel instante?

En un primer momento no piensas en nada; pero sí, ya en el suelo, por unos segundos, sentía que no podía mover las piernas por un pinzamiento que se produjo en mis vértebras y ahí me derroté. No entendía que, por segunda vez un toro quisiera quebrarme para siempre. Me repuse y a partir de aquel momento toqué la gloria con mis manos. Pero sí, cuando vi las imágenes, como dices, es lógico que todos nos acordásemos del maestro El Pana que, desdichadamente, quedó impedido y perdió la vida después en una cogida como la mía.

Una caída que le dejó totalmente desmadejado y de la que, felizmente, se repuso

-En dicha corrida sintió usted toda clase de emociones; imagino que, la más grande, maestro, no sería otra que ver cómo todo el mundo le aclamaba en todos y cada uno de los muletazos. Como yo le decía antes, todo parecía un bello guión escrito para que usted triunfara como nadie.

Es verdad porque, como se sabe, dos años antes la suerte no se quiso aliar conmigo y, en esta ocasión, tuve suerte para todo; salí ileso de la dramática cogida, el único toro bueno cayó en mis manos, lo entendí a la perfección, lo maté como Dios manda; todo, amigo, todo se aunó para que yo saliera victorioso de dicho festejo y que mi sueño se convirtiera en realidad.

-En su faena, David Mora, hubo lo que faltó en casi todas las tardes, conexión entre el toro, usted y el público. ¿Cómo fue aquello?

El toro tenía mucha calidad, enorme ímpetu; embestía como si fuera un tren, pero muy bien encarrilado por la franqueza con la que embestía. Era toro de conexión, como muy bien apuntas; pero no nos olvidemos que dicho toro no permitía el menor error porque todo se me hubiera venido abajo. Son esos toros excepcionales que, por su bravura te ponen a prueba, la que hay que superar con matrícula de honor. Personalmente, me sentí muy a gusto con dicho animal. Como dices, todo coincidió para la gran conexión entre los tres puntales de la fiesta, toro, torero y público.

Gracias al Creador por haberme permitido disfrutar de ese momento

-Una vez con las dos orejas en las manos miraba usted al cielo, teníamos la sensación de que le estaba dando gracias a Dios por todo lo logrado...

No podía ser de otro modo. Era mucha la dicha, la alegría inmensa que estaba sintiendo que, irremediablemente, tenía que compartirla con el Creador, puesto que gracias a Él, como al doctor García Padrós, pude salvar la vida hace dos años.

-Por cierto, habla usted del brindis al doctor García Padrós. ¿Era algo que llevaba usted estudiado desde su casa?

Pocas cosas se llevan desde casa como guión para una corrida de toros, sencillamente, porque nada sirve de lo que has pensado puesto que es el toro el cambia de planes, estropea todo guión y nada de lo que has pensado previamente sirve. Pero sí, tenía establecido rendirle un homenaje al doctor García Padrós, el hombre que me salvó la vida, sencillamente, ese ángel que tenemos todos los toreros en la plaza de Madrid.

El brindis a D. Máximo García Padrós conmovió a toda la plaza

-¿Se sabe usted el triunfador absoluto de la feria de Madrid a falta de unos pocos días?

Hombre, no seamos egocéntricos que faltan todavía tres días para que concluya la feria; he sido un triunfador, algo que es muy lógico, como lo han sido otros compañeros y, con toda seguridad, los que todavía tienen la oportunidad de triunfar.

-Antes maestro, no hace muchos años, cuando un torero alcanzaba un triunfo como el suyo, desde aquel instante ya se le consideraba figura del toreo. ¿Se siente usted figura entre sus compañeros?

Sentí que salí fortalecido de Madrid para emprender cualquier clase de batalla que se me pueda presentar. Los tiempos han cambiado mucho y, no es cuestión de triunfar en Madrid, que es importantísimo, luego hay que refrendar esos éxitos en todas las plazas. Hoy en día todo es más complicado, hace falta mucha regularidad en todo diestro para que llegue un día en que se torne imprescindible para la confección de los grandes carteles. Por ese sendero quiero marchar.

Gustándose en un remate durante la faena

-Lo que sí barrunto es que, con toda seguridad, cincuenta corridas de toros las toreará usted como premio al triunfo logrado en Madrid.

No me he planteado nunca aquello de las cifras como tales. Llevo ahora siete corridas de toros y al final de temporada acabaré con las que el destino me tenga reservadas. Si quiero matizar que, tras todo lo vivido, no quiero torear por aquello de sumar. Anhelo, aspiro conseguir contratos como los que he gozado este año, con categoría, con la “plata” justa, la que en verdad me corresponde por mi función de jugarme la vida. Es cierto que tenemos planes fantásticos, algunas corridas importantes ya firmadas, pero sin ningún atisbo de locura.

-Me está queriendo usted decir que, por nada del mundo quiere que le pase lo que les pasó a muchos que, tras una apoteosis en Madrid, torearon en todas las ferias de España y Francia y  acabaron la temporada arruinados. Es usted lo que se dice un hombre previsor ¿verdad?

Entenderás que jamás coartaré la libertad de nadie. Al tiempo que dejo que todo el mundo actúe según su criterio, pero lo que no quiero es que nadie me arrebate el mío. He pasado por trances muy amargos, los más duros del mundo, por tanto, ahora tengo que ser hormiguita y pensar en el futuro.

Una tarde que disfrutó David pero que también disfrutaron los aficionados