Dentro del mundo de los toros nos encontramos a veces con personajes de una singularidad aplastante, este es el caso con Enrique Martínez más conocido como “Chapurra” que, tras conocer su historia, todos nos podemos emocionar. Se viste de torero todas las temporadas más que el setenta por ciento de los matadores en activo, pero su nombre no aparece en las fulgurantes letras de los carteles. Tampoco importa mucho porque Enrique es feliz a su modo y manera; como digo, todo un personaje para enmarcar.

Convengamos que, Enrique Martínez está abocado al mundo de los sobresalientes, pero no descarta sus lógicas posibilidades con confirmar su alternativa en Madrid puesto que, si de condiciones artísticas hablamos, Chapurra las atesora como nadie.

Digamos que, en el mundo de los toros, Enrique Martínez es el “reserva” eterno; se viste de luces pero no torea. ¿Cómo? Muy sencillo. Es lo que conocemos como el auténtico sobresaliente de las corridas de un solo espada o en una corrida para dos matadores. Ahí está siempre Chapurra para estar al quite, nunca mejor dicho; y llegado el caso, para matar los toros que un compañero de cartel pudiera dejarse en el ruedo por aquello de sufrir una cornada, algo que no desea nunca el bueno de Chapurra, pero que ese es fundamentalmente su papel. ¡El sobresaliente de lujo, sí señor!

'Chapurra' siempre ilusionado con estar al otro lado de la barrera

-Tengo la sensación, matador, de que usted, tras muchos años de alternativa me temo que usted se doctoró para ser sobresaliente de sus compañeros. ¿Qué me dice usted al respecto de mi idea?

No, de ninguna manera. Ha sido el devenir de la vida el que me ha llevado hasta aquí. Yo hubiera querido triunfar por lo grande como matador de toros pero, no ha podido ser. Resignación. Pero mira, me cabe el honor de vivir de la profesión que más gusta en el mundo, no todos pueden decir lo mismo. Claro que, no creas que haya arrojado la toalla porque todavía sueño con triunfar como matador de toros.

-O sea que, el que no se consuela es porque no quiere.

No se trata de consuelo alguno; es aceptar la realidad de cada cual y, la mía, como se sabe, pasa por asumir el papel que se me ha asignado, algo que me hace muy feliz.

En el campo entrena siempre, pero toreando como los grandes

-Y productivo ¿verdad?

No cabe duda. Si pretendía vivir del toro, vestirme de luces, saberme torero y, para colmo, vivir dignamente de esta profesión, mi éxito no puede ser mayor.

-Oiga, matador; Tengo una duda y quiero que usted me la disipe. ¿Qué pasaría si en uno de esos festejos en que usted actúa de sobresaliente tuviera que hacerse cargo de los posibles toros que quedaran en el ruedo?

Hombre, por Dios, para eso estoy; no soy una figura decorativa; soy un matador de toros concienzudamente preparado para cualquier posible eventualidad; para eso entreno a diario, para sentirme torero y, como decíamos, llegado el caso, poder afrontar cualquier lance del destino. Ya tuve que solventar una situación como la que describes y salí muy airoso de la misma.

-Tras muchos años, ¿qué pasa por su mente al recordar aquella inolvidable tarde de Andújar en que, Pepín Liria y Víctor Puerto le invistieron como matador de toros?

Primero, nostalgia; pero mucha, porque en aquel momento siempre creía que podría triunfar como matador de toros; no pudo ser y hay que aceptar la vida como venga. Podría derramar amargura, pero nunca lo hice. Dentro de todo, como dijimos antes, soy un afortunado, vivo de la profesión a la que amo, es más, todavía lleno de ilusiones y esperanzas.

Toreando con la muleta en la diestra

-Suscribo sus palabras porque desde que usted empezó como torero, decenas de muchachos han abandonado la lucha para dedicarse a otros menesteres.

Y les entiendo a todos. Para estar aquí, aunque sea en calidad de sobresaliente, hay que tener mucho coraje, una afición bárbara y una capacidad de sufrimiento increíble; no todos estamos preparados para ello. Mi suerte ha sido esa, saberme un “privilegiado” dentro de mi profesión.

-Usted se viste de torero a cambio de un jornal antes estipulado; pero un jornal que le permite vivir dignamente y, para colmo se viste usted de torero que en definitiva es lo que le apasiona. ¿Cuántos toreros cree usted que, al final de temporada pueden decir que han vivido con dignidad; es decir, que han ganado lo suficiente para vivir con holgura?

Penurias se pasan muchas en el escalafón, de ahí la suerte que yo considero que tengo. No alcancé la gloria como es notorio, pero que gracias al toro pueda vivir como cualquier honrado trabajador, con ello me basta y me sobra.

Pese a todo, en el fondo de su ser yace la posibilidad de alcanzar el éxito como matador de toros. ¿Verdad?

Sin duda alguna. Estoy haciendo gestiones para confirmar mi alternativa en Madrid puesto que, tras tantos años como matador de toros todavía no me he podido dar la satisfacción que para mí sería verme en dicho trance. Quiero decir públicamente que estoy plenamente preparado para ello. Ya lo demostré el pasado año en algunos festivales en los que participé y en los que salí triunfador.

Sentado de paisano en Las Ventas, pero soñando estar en el ruedo de luces

-Ya es notoria su imagen todos los días en plena Casa de Campo de Madrid entrenando junto a su maestro Sánchez Puerto. En ese sentido, apunta usted muy alto; es decir, no es cualquier cosa compartir enseñanzas e ilusiones junto a tan célebre artista.

Me cabe el honor de gozar de su amistad durante tantísimos años que, como dices, me siento un privilegiado. Eso de compartir vivencias junto a Sánchez Puerto es un regalo que me ha dado Dios. A su lado aprendo lecciones muy bellas; verle torear, aunque sea de salón, sigue siendo emocionante para cualquier aficionado, ante todo, soy un aficionado que sabe discernir la paja del grano.

-Y para colmo, este invierno han hecho ustedes algunos tentaderos juntos. Otra bocanada de aire fresco para usted.

Sí, hombre, el maestro me suele invitar cada vez que acude a un tentadero que, para mi suerte, hace pocas fechas, hasta tuve el placer de tentar con Sánchez Puerto y, con ese hombre irrepetible que, con 80 años sobre sus espaldas tiene más afición que muchos chicos de veinte años. Me refiero al maestro Andrés Vázquez, un modelo de ser humano y un torero irreemplazable; como te digo, a sus años, coge la muleta y nos sigue asombrando a todos.

Bien rodeado se aprende más y mejor

-Vista su humilde posición en el torero, ¿se ha arrepentido usted alguna vez del camino que emprendió?

No, nunca. En casa ya viví el veneno de la fiesta puesto que mi padre ya quiso ser torero y, lo llevo en la sangre. Comprendo la dureza de esta actividad; seguramente en otros menesteres quizás me hubiese ganado la vida más holgadamente; no lo sé, porque todo son conjeturas. Desde muy chiquito quise ser torero y, tras muchos años me sigo vistiendo de luces; todo un éxito para mi persona.

-Ese conformismo de usted no sé cómo mirarlo; no sé si admirarle o tenerle compasión.

La cuestión, amigo, es afrontar la realidad de cada cual y, vivir de amarguras por aquello de lo que pudo haber sido y no fue, no deja de ser un disparate; la vida es como es y pretender cambiarla es un hecho utópico. Soy el dueño de mis realidades. Imagina que ya llevo varias corridas de toros en lo que va de temporada que apenas ha comenzado; me quedan, con fortuna, más de veinte paseíllos más, todo un éxito como antes decíamos.

-Imagino que, a su edad, porque todavía es usted un chaval, visto con mis ojos, imagino que todavía le queda “gasolina en el tanque” para continuar ¿verdad?

Esa es la idea y para ello entreno a diario; todo un rito en el devenir de mi existencia. Todos los días del año entreno para que mi cuerpo y mi mente me respondan cada vez que me visto de torero, pero no pensando en que voy a ejercer como sobresaliente, más bien, sintiéndome matador de toros que es para lo que vivo y sueño.

Así torea con el capote cuando tiene oportunidad

-Por cierto, he visto por ahí algunas fotos suyas toreando y, ya las quisieran para ellos muchísimos toreros. Arte puro, el suyo.

Intento torear lo mejor que puedo, muy especialmente con el capote que, a lo sumo, es lo que puedo hacer siempre y cuando los matadores me dejen en calidad de sobresaliente, dar algunos lances que, en realidad, me salen del alma. Es cierto que, mediante los entrenamientos uno adquiere oficio y, en mi caso, por aquello de ser alumno permanente del maestro Sánchez Puerto, intento plasmar unas gotitas de su propio arte.

-Permítame que le llame maestro, admirado Enrique. Que tenga usted mucha suerte y ojalá, como mal peor, que un día pudiera usted ser el matador auténtico para deleitarnos con su arte. Que Dios le cuide y que jamás le falten esas ilusiones que le mantienen vivo por lograr su meta que no es otra que triunfar como matador de toros. Y mucha suerte para su próximo paseíllo el 14 de junio en Parla a beneficio del banco de alimentos.

Fotos cedidas por el matador