Fernando Robleño suele cerrar así sus actuaciones

-Pasan los años, Fernando, pero tú sigues empecinado en aquello que un día te propusiste, ser figura del toreo. La pena, amigo, es que te lo están poniendo muy difícil; y mira que tienes condiciones más que sobradas para ejercer dicho liderazgo. ¿Qué ocurre, Fernando?

Es cierto que tampoco nadie me dijo que esto sería un camino de rosas; a veces, las circunstancias mandan mucho; igual no supe administrar aquellos triunfos, de ahí que mi proyección ha sido muy distinta a cómo yo creía. Pese a todo, estoy contento; no como debería de estarlo, pero conforme está el mundo de los toros en la actualidad, saberme reconocido y valorado por los aficionados y, actualmente, por muchas empresas, es de una satisfacción inmensa.

-Al parecer, por lo que veo, estás notando la mano sabia de Carlos Zúñiga que, ya viste, entraste en Gijón por “recomendación”, por aquello de que Zúñiga es el empresario de dicho coso y, saliste como triunfador absoluto del ciclo gijonés. ¿Quiero eso decir que existen muchos taurinos torpes que no saben de verdadera dimensión como torero?

Estoy muy contento con Zúñiga puesto que, entre ambos, estamos haciendo una campaña muy digna; ellos, padre e hijo, en los despachos y el que te habla, dentro de los ruedos. Yo diría que, más que torpes, algunos empresarios son reticentes a descubrir la auténtica dimensión de algunos toreros como pueda ser mí caso que, conscientemente, tengo la sensación de no haber fracasado jamás; digamos que, nadie me podrá tachar de decirme, por ejemplo, “se le ha ido un toro”.

Siempre torero con los toros de verdad

-Pese a todo, Fernando, no noto amargura en tu ser, algo que me emociona por completo. ¿Cómo se supera esa extraña sensación de saber que uno puede y que los demás no le dejan?

Llenando mi alma de convicciones. Es decir, saboreando desde mi interior la fuerza de mis triunfos que, para mi fortuna han sido muchos. Ceret por partida doble, Bayona, Santander, Gijón, Santoña y muchas plazas más donde he dejado el sello de mi verdad. Puede que más de uno crea que no estoy preparado para triunfos mayores, razón por la que no llegan los contratos que deberían. Pero como me cabe la dicha de estar convencido de mis condiciones como torero, son éstas las que me revitalizan y fortifican.

-Decía Juan Belmonte, Fernando, que todo aquel que triunfa en Ceret ya puede considerarse un torero para el mundo. Y lo decía Belmonte que, actuó una vez en dicha plaza y no volvió jamás.

Como axioma me parece valiosísimo; no le faltaba razón al genio trianero. No puedo negar que, en la actualidad, Ceret es mi feudo natural por llamarlo de alguna manera; este año, como sabes, hice doblete en dicha plaza de la que salí triunfador. Sin duda que, de forma “natural”, cuando se triunfa en Ceret, con aquellos toros que salen a dicho ruedo, un torero ya está capacitado para cualquier batalla que se le pueda presentar a lo largo de su carrera.

Toreando y sometiendo con la diestra

-Debe ser preocupante que, un hombre como tú, con alma de artista, a diario tenga que enfrentarse con ese tipo de toros que apenas da facilidades para poder crear arte. ¿Cómo sueles resolver ese galimatías?

Como tú dices, pensando en artista y a su vez, sabedor de que se tiene que ser lidiador en muchas ocasiones; yo diría que en casi todas. No es menos cierto que, cada vez que un toro mete la cabeza en la muleta, la emoción es inmensa. Yo he sentido sensaciones inigualables con estos toros que suelo lidiar, la prueba es que muchos de ellos me han permitido el triunfo.

-Cualquiera que te escuche, Fernando, podrá pensar que estás feliz con estos toros; vamos, ni que fueran de Juan Pedro. Muchos de ellos, como diría el gran Ruiz Miguel, son verdaderas alimañas. Imagina que, conociendo tu alma de artista, como antes decíamos, intuyo que aspiras a mucho más de lo que tienes. ¿Verdad?

Mis aspiraciones son infinitas, como las de cualquier artista, pero no puedo evadirme de la realidad que me rodea. Y no es menos cierto que, en la actualidad, hasta para ese tipo de corridas que suelo lidiar, la competencia es feroz; yo diría que mucho más fuerte que la de las propias figuras; sí, porque de las ganaderías que ellos lidian hay muchas más, por tanto, se dan muchos más festejos de ese índole; de las llamadas toristas, son las menos, por tanto, la nómina de toreros sigue siendo altísima incluso para este tipo de encastes.

Con el toro dominado llega el adornarse

-¿Qué tiene de bueno y de malo ese tipo de toros que tú sueles lidiar?

Ante todo, uno tiene que estar muy despierto con estos toros; no permiten el menor error y, si lo haces, lo pagas muy caro. El esfuerzo mental es durísimo; digamos que, más que el esfuerzo que pueda hacer el cuerpo, es la mente la que tiene que estar muy despejada. Y lo bueno es la vibración que producen estos toros cuanto meten la cara; ahí los aficionados disfrutan como nunca y, respecto al torero, como pueda ser mi caso, la satisfacción es inmensa.

-Si te dieran a elegir entre Victorinos, Adolfos, Palhas, Escolares, etc. etc. ¿Con cuál te quedarías?

No tengo preferencia al respecto porque todas son ganaderías encastadísimas que, en muchas ocasiones, para mi dicha, me han proporcionado triunfos muy importantes. ¿Qué decir de Adolfo, de Victorino...? De todos. Es cierto que les he encontrado la medida exacta y me siento cómodo frente a este tipo de toros.

Vencido el de Adolfo Martín

-Decir cómodo, al respecto de estas ganaderías, Fernando, es tanto como decir que tienes más cojones que nadie. ¿Es así?

Yo soy uno más de los que gallardamente nos enfrentamos a este tipo de toros; no sé si tengo más que nadie, pero que los tengo, puedes asegurarlo.

-Tengo la sensación, Fernando, al respecto de tu carrera que, no haber logrado un triunfo en Madrid este año, eso marca mucho el devenir de tu temporada. ¿Cierto?

Rotundamente que sí. Fácil no lo es, nunca lo ha sido. Pero un éxito en pleno mes de mayo y en Madrid, sin duda, pese a todo, sirve para que se abran muchas puertas; no tenerlo te obliga a nadar un poco contra corriente, pero estamos casi al final de la temporada y me siento muy orgulloso de todo lo que he logrado.

-Pese a todo, Fernando, ¿sientes que has tenido lo que llamaríamos regularidad durante toda la temporada?

Por supuesto. Ha sido un temporada muy bonita; he sentido el respeto de todos los profesionales y, ante todo, la entrega por parte de los públicos; hice faenas que, me dejaron muy satisfecho; y lo digo yo que, para suerte o desgracia, suelo ser muy exigente conmigo mismo.

En Santoña, además de orejas, hay otro premio