Leandro muestra el trofeo ganado en Las Ventas el pasado agosto

-Por lo que vemos, Leandro, te siguen quedando fuerzas para la lucha, en realidad, para intentar conseguir lo que siempre anhelaste, ser figura del toreo. Claro que, la pregunta es inevitable, ¿de dónde sacas fuerzas para no claudicar, para soportar todos los envites y mantener intactas las ilusiones?

En cuanto a la lucha se refiere, yo diría que soy uno más de los que, convencidos, luchamos por tener la oportunidad de demostrar nuestro arte. Como tú decías y no te falta razón, la nómina de toreros es tan amplia que, analizado todo, sobramos matadores de toros para hacer mil ferias; es decir, somos muchos los llamados y pocos los elegidos. Con escaso número de toreros les basta y le sobra a los empresarios para montar todas las ferias pero, mi ilusión, al igual que imagino que será la de todos mis compañeros, todos queremos entrar en ese reducto apretado de compañeros para ser arte y parte de las ferias por el mundo.

-¿Y cómo se logra eso si apenas toreas?

Con perseverancia y con una fe desmedida porque, en honor a la verdad, nadie me dijo que esto fuera fácil. Es cierto que, yo creía que todo podría ser más sencillo; pero se convirtió más complicado de lo que yo imaginaba tras mi doctorado. Aquí no puede uno aburrirse y mucho menos desfallecer. Este es el camino, no puede ser de otro modo. Te aseguro que no hay marcha atrás.

El vallisoletano maneja de esta manera el capote

-¿Qué recuerdas de aquella tarde de tu doctorado con aquellos maestros, Paco Ojeda y José Tomás?

Sin duda, la tarde más emotiva de mi vida. Tras mi etapa novilleril, allí empezó todo. Pese a toda la trayectoria sufrida desde aquella fecha, recordar aquellos momentos me sigue ilusionado. Yo creía que sería el principio de una racha triunfal y, me equivoqué; la situación cambió muy pronto y, prácticamente, al día siguiente había que empezar de cero. Pero lo importante es que, tras tantos años de torero, periodista y matador estamos conversando gracias a mi triunfo en Madrid.

-Si somos sinceros, Leandro, respecto a tu carrera, todo se estaba complicando muchísimo; las empresas declinaban incluirte en muchísimos carteles y, por ello, tu estrella estaba languideciendo; no por falta de condiciones, pero si por falta de atención empresarial que nada tiene ver una cosa con la otra. Pero llegó el 24 de agosto en que, la empresa de Madrid te ofreció una buena oportunidad, sabedores, sin duda, de tus condiciones como torero. Ofreciste un bello recital de toreo, cortaste una oreja con muchísima fuerza y, sin duda, palpitó tu corazón para que recuperaras ilusiones perdidas. ¿Cómo te sentiste tras aquel triunfo?

Pletórico, rotundo, muy feliz; más que por mí, por mi causa torera. De nuevo recuperaba ilusiones. No había toreado este año en Madrid y, la oportunidad, en principio, me sabía a gloria; era cuestión de que los toros ayudaran y, la corrida de Antonio Bañuelos, en su conjunto, resultó muy buena. A mí me tocó uno de los toros buenos que, como se comprobó, supe aprovechar por completo, razón de mi dicha interior que, como se demostró, lo que yo sentía, allí en Las Ventas, lo gozaron todos los aficionados.

Con la muleta en la izquierda

-Y tras aquel éxito, Leandro, otra prueba de fuego, una nueva desilusión porque, antaño, los éxitos se pagaban con contratos y, en tu caso, al igual que algunos de tus compañeros que han triunfado este año en Madrid en la época estival, salvo Serafín Marín, nadie ha sido incluido, como premio, en la feria de Otoño de Madrid. Lo lógico, amigo, era que tú soñaras, que pensaras que te incluirían en dicho abono y, la realidad estaba muy alejada de tus sueños. Uno, como es tu caso, ha triunfado en Madrid, precisamente, la plaza más dura del mundo a la hora de conseguir el éxito. Y después del triunfo ¿qué?

Es cierto que, este año, a la empresa de Madrid se le complicó todo mucho para la confección de los carteles de la feria de Otoño porque, como todo el mundo sabe, fuimos varios los toreros que nos cupo la dicha de saborear el éxito y, lo que se dice puestos para cubrir había muy pocos. Como dices, en el “sorteo” le tocó al compañero Marín, algo que me alegra mucho y, en mi caso, a seguir esperando. Pero ya será una espera más placentera porque, con este éxito, uno queda avalado para que, en la próxima temporada, la empresa se acuerde de mi para incluirme en la feria de San Isidro, algo de lo que estoy totalmente convencido.

-En la corrida concurso celebrada días pasados en Toro, Zamora, te llevas el trofeo como Mejor Matador y, a su vez, una cornada en el muslo de la que te pusieron un torniquete para continuar la lidia, darle muerte al toro y como digo, llevarte el premio citado. ¿De qué material estáis hechos los toreros? Te lo pregunto porque es imposible que seáis como el resto de los humanos; tú eres la prueba de lo que digo.

Hay situaciones en la vida en que, un diestro como pueda ser mi caso, tiene que estar en la arena mientras le quede un soplo de vida. Aunque era en un pueblo, para mí era un festejo muy importante; una corrida con aires de premio en todos los sentidos, por tanto, aguanté el dolor de forma estoica y, tras el festejo, al hospital ahí sí que no quedaba otra opción. A Dios gracias, ya me encuentro  mucho mejor.

O con la muleta en la derecha siempre preside el empaque

-Queda poca temporada pero, ¿crees que podrás torear más, aunque fuere en alguna sustitución?

Esa es la idea puesto que, como hemos dicho, el triunfo siempre reconforta, aunque sea de forma íntima; pero a su vez, tienes la fuerza de poder llamar a las empresas  con argumentos sólidos; digamos que, el triunfo de Madrid, como todo el mundo sabe, es un aval para poder llamar a los empresarios y ser recibido.

-¿Te sientes pagado con el reconocimiento de Madrid, incluso de la prensa que te haya tratado de forma espléndida?

Sin duda, saberme reconocido por Madrid es el primer pago que uno recibe; incluso que toda la prensa haya tenido la sensibilidad necesaria para contar y cantar lo que allí sucedió en la fecha citada, todo eso es mucho de agradecer. El hecho de convencer a los aficionados y a la prensa ya es todo un éxito, pero ahora queda lo más complicado, convencer a las empresas, pero en ese camino estoy y ese es mi reto personal; si convencí a los aficionados y a la prensa, respecto a las empresas, imagino que también lo lograré.

Con la espada, que tantos triunfos ha impedido, también resolvió en Madrid

-Por cierto, tras cortar aquella oreja en tu primer toro en Madrid, ¿llegaste a pensar, en algún momento de la tarde, que podrías salir por la puerta grande? Lo digo porque, en aquel momento, media puerta ya estaba abierta.

Yo creo que eso lo pensamos todos; si en el primer toro corté una oreja, rezaba para que mi segundo enemigo me ayudara; no pudo ser. De la gran corrida que mandó don Antonio Bañuelos, posiblemente, mi segundo toro no quiso colaborar para que el éxito fuera total. De todos modos estoy contento; por mi e incluso por mis compañeros, porque todos gozamos de un toro ideal para hacer el toreo que sentíamos.

-Pese a tantos sacrificios, Leandro, el toreo sigue siendo grande como tal, ¿verdad?

¡Y tanto! Es la única profesión en el mundo en que puede cambiar la vida de un hombre en menos de quince minutos; yo quedé lleno de ilusiones puesto que, en Madrid, en dicho día, sentía que el destino me recompensaba a tanto entrenamiento, a tanto sacrificio en todos los órdenes.

Leandro puede mirar el futuro con otra perspectiva