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Mari Paz Vega  
  entrevista de Pla Ventura [ 17/07/2005 ]  
MARI PAZ VEGA: UNA HISTORIA DE AMOR…

Sin lugar a dudas, lo de Mari Paz Vega es una historia de amor hacia su profesión; me temo que, pocos como ella amaron tanto la profesión de torero. Admirable su acción; nobleza en su quehacer; valor a raudales y, ante todo, unas convicciones dignas de encomio. Casi dos décadas en el escalafón superior de los matadores de toros; decenas de sinsabores, infinidades de desilusiones y, por encima de todo, una voluntad sin límites. Poder es querer y, Mari Paz Vega, como se ha comprobado, ha podido con todo.

Mari Paz Vega es admirable, vivaracha, culta y, todo un prodigio de mujer que sintiéndose torero, como ha demostrado muchas veces, su vida, está siempre en juego. Ser mujer no le ha restado méritos ante su profesión; ni le ha apeado de sus propias convicciones que, a no dudar, han sido las armas que le han servido para enfrentarse a tantas situaciones adversas que, los más, hubiéramos caído derrotados por completo. Pero ella ha sido vencedora; ingratitudes y cornadas, todas las ha digerido con callada resignación; incluso los triunfos le han servido para recordarle que, mañana puede llegar el fracaso, de ahí su grandeza como ser humano.

Es usted una chiquilla, por ello, si me lo permite, me gustaría tutearle, señorita Maria Paz Vega. ¿Me lo permite?

Por supuesto. Somos viejos conocidos. Recuerdo con especial cariño otros reportajes que me hiciste y, en todos, pusiste ese halo de cariño que, como torero, tengo que agradecerte.

Me temo que, nuestra conversación, obligatoriamente, tiene que empezar porque hablemos de Madrid. Resultados al margen, está claro Mari Paz que, ese 3 de julio de 2005, para ti, será inolvidable; y lo será porque, eran ya varios años en la búsqueda de esa confirmación y, en dicha fecha, a Dios gracias, al fin, pudo ser. Fecha histórica para ti,  aunque, al final, dicha corrida, tuvo un sabor agridulce, ¿verdad?

Es cierto que, ilusiones, las tenía todas. Voluntad, me temo que puse más que nunca aunque, al final, la corrida no sirvió y, como les pasara a mis compañeros, nos estrellamos contra el muro de cemento de la mansedumbre de unos toros que no ayudaron para nada. Madrid comprendió la imposibilidad del éxito y, me apoyaron con todo el cariño del mundo.

Me estás hablando, Mari Paz, y no noto amargura en tus palabras al respecto de esta corrida en la que tantas ilusiones albergabas. Sinceramente, ¿no te quedó amargura tras la desilusión?

Si lo que quieres saber era si notaba que me habían puesto una “encerrona”, te juro que jamás tuve dicha sensación. Era una corrida de garantías y, lo triste es que no sirvió. No cabe buscar culpables donde no existen. Debo de estar contenta porque, por fin, en dicho festejo, se culminó lo que era mi más grande ilusión: confirmar mi alternativa en Madrid y, lo conseguí. Es verdad que, un éxito, hubiera cambiado muchas cosas pero, no tengo que desmoralizarme; no tengo motivos.

Muchos toreros que van por la vida de “machos” y, a la hora de la verdad, se niegan a torear contigo. ¿Será que no son tan machos como en verdad presumen?

Me temo que, lo que les pasa a muchos es un problema de machismo absurdo; algo que nunca les beneficiará porque, recordarás que, por ejemplo, a Cristina Sánchez, la doctoró uno de los toreros más grandes que hemos conocido en los últimos cincuenta años: es decir, el gran Curro Romero que, junto a Manzanares, fíjate que cartel más hermoso completó Simón Casas. Me gustaría que, mis compañeros, todos, se concienciaran que soy un torero más; una persona con sus mismas circunstancias, sus mismos problemas, sueños, anhelos e ilusiones. No tengo la culpa de que Dios me hiciera mujer. Siento como el primer torero y, mi lucha, lo puedo asegurar, es tan grande como la de cualquiera.

David Luguillano y Curro Díaz, como se demostró, no pusieron pega alguna para confirmarte en Madrid; como en su día lo hiciera Curro Vázquez cuando confirmó a Cristina, ¿verdad?

Es que nadie debería tener miedo para actuar conmigo; sorteo en igualdad de condiciones que cualquier compañero y, la desventaja, la tengo yo, nunca ellos. Soy consciente de que mi situación es y será complicada; pero la vida me ha enseñado a que, nada ni nadie me puede impedir a que renuncie a mis ilusiones. La vida me la podrá quitar un toro; como a cualquiera. Pero lo que ningún humano logrará arrebatarme son mis convicciones como torero.

Me consta, matadora, que la empresa de Málaga, tras tu éxito del pasado año, en esta feria, querían contratarte pero, al final, no han encontrado acople para tu bella persona. Otro jarro de agua fría en pleno invierno, valga el símil ¿no crees?

Desilusiones como la descrita, a lo largo de mi carrera, he tenido tantas que, quizás, esa cicatriz, hasta puede que esté curada. Me duele, claro que me duele; pero a su vez, mi fuerza interior es la que me sirve de acicate para seguir en la brecha y no venirme jamás abajo. Otras oportunidades vendrán y, seguro que serán mejores.

Han pasado ya ocho años desde aquel día maravilloso en que Cristina Sánchez te doctorara; lo cual quiere decir que, como la madrileña, estás demostrando que lo tuyo no es ninguna anécdota; más bien, la historia muy seria de una mujer que ha consagrado su vida a una de las profesiones más arriesgadas del mundo. ¿Qué recompensa ha tenido tan grande esfuerzo?

Posiblemente, como bien dices, algunos incrédulos, cuando empecé, quizás creyeran que yo quería ser una hecho anecdótico en esta bendita profesión y, se equivocaron. Lo mío es pura vocación y, aquí estoy, como diría el poeta, cantando espero a la muerte. Me temo que, la recompensa a la que aludes se trata, sencillamente, de estar aquí, conversando contigo dada mi condición de torero. Ciertamente, lo que en casa me han negado, hasta ahora, me lo ha dado el mundo. Posiblemente, como te decía, en España, genéricamente, les faltó fe a los hombres para entender a la mujer en calidad de torero. Para fortuna mía, un día decidí acudir a Venezuela y, aquel día comprendí que, todo el esfuerzo, merecía la pena.

Venezuela, Colombia, México, tres países que te han tratado como una reina. ¿Será que allí tienen más sensibilidad que nosotros, de ahí sus reacciones traducidas en contratos para ti?

Es verdad que, por ejemplo, en Venezuela, país en donde más he toreado, he tenido la fortuna de que, por supuesto, el plantel de toreros es mucho más escaso que el nuestro y, sin lugar a dudas, esta circunstancia, también me favoreció. Es cierto que, otro factor positivo hacia mi persona es que, en Venezuela, me han repetido en todas las corridas donde he triunfado. Y esto da moral, ilusiones y ganas de superar las adversidades que me plantea la vida.

Mientras en España han querido mostrarte como una verdadera desconocida, resulta que, Mari Paz Vega, ha realizado tres paseíllos en la monumental de México, galardón que, infinidad de toreros hombres, nunca podrán ostentar o, en su defecto, por el momento, no lo han logrado; todo ello, al margen de infinidad de plazas por todo el continente hispanoamericano. ¿Estás feliz, verdad?

No es para menos. Cuando en mi casa me han cerrado muchas puertas, como antes te decía, el mundo me ha abierto de par en par las suyas y, entre otras cosas, ese ha sido mi éxito, saberme reconocida por distintas aficiones.

De cualquier modo, Mari Paz, según me han contado, esta temporada realizarás bastantes paseíllos en España y, eso siempre es motivo de satisfacción y de orgullo, ¿no crees?

Estoy muy esperanzada; he toreado poco pero, para agosto y septiembre tengo muchos planes, amén de varios contratos firmados. Hasta que empiece la temporada en América, haré algunos viajes esporádicos pero, en realidad, quiero sentirme torero en mi tierra y, la única manera es teniendo contratos. Ahora parto para Colombia para participar en una corrida extraordinaria en Sogamoso, la ciudad donde entregara su alma a Dios, el malogrado Pepe Cáceres y, de regreso, a empezar de nuevo para cumplir los contratos que tengo firmados y, a poder ser, ganarme muchos más.

Tras la última vez que hablamos, Mari Paz, te juro que, pensaba que las circunstancias que te rodeaban acabarían abatiéndote y, por lo que veo, te dan más fuerzas de las que pueda tener cualquier mortal. En realidad, ¿eres de carne y hueso?

Soy un ser como todos; una mujer sencilla que, su mayor grandeza estriba en sus convicciones personales, como antes te contaba. Nada es sencillo; ni para mí, ni para nadie. En el toro, a pocos le regalan algo; siendo así, yo no podía ser la excepción; quizás lo sea, pero al contrario. Bien es verdad que, una fuerza superior es la que me invade, inunda mi cuerpo y mi alma para que, mi ser, tenga motivos suficientes para seguir creyendo en el proyecto de mi vida: SER TORERO.

¿Hasta que punto te han afectado las cornadas?

No se si te refieres a las morales o las físicas; pero si te digo que, de todas, he sabido recuperarme. He pasado tragos amargos; pero lo digo sin victimismo. Como los ha pasado cualquier torero. Antes te apuntaba que yo no quería ser la excepción de nada ni con nadie, de ahí que me gustaría tener las mismas oportunidades que los demás; que soy capaz de asumir todos los riesgos y, las pruebas, si quieres que sean las cornadas, ahí están para certificar mi entusiasmo y mi valía.

Si estuviésemos en un programa de TV de los llamados del corazón, con toda seguridad te preguntarían, ¿qué tal andas de amoríos?

Mi único amor, en este momento, son los toros; es decir, mi profesión. Y no lo digo en el sentido que no sea compatible una cosa con la otra; sencillamente que, todavía no ha surgido el hombre de mi vida que, igual Dios lo tiene reservado para mi en cualquier parte del mundo.

Veo que, pese a la aureola que pueda despertar tu caso torero, tu vida privada veo que la guardas celosamente, ¿Es así?

Por supuesto. No me interesan los cotilleos. Soy persona muy sincera y, al margen de todo, me gusta tener vida privada; es decir, poder bañarme en cualquier playa del mundo, por decir algo, y pasar desapercibida. Todo eso se consigue a base humildad. Admito y entiendo que la gente se preocupe por mi vida profesional que, lógicamente, me debo a un público al que tengo que rendir gratitud. Pero necesito esa parcelita que tenemos todos y que no quiero que nadie me la viole.

No hace mucho tiempo, quizás este invierno pasado, en un diario de Venezuela, un crítico decía, al referirse sobre tu persona, “hoy torea la reina de Venezuela”. Vaya lisonja más bonita, ¿verdad?

Me quieren mucho, es la verdad. Se trata de un cariño recíproco; algo ganado y trabajado con verdadero esfuerzo. Ellos, los venezolanos, - como todos los latinos- saben que jamás he regateado esfuerzo por complacerles, de ahí la admiración que me tienen; ya te digo, es algo compartido, si señor.

Imagina que yo pudiera concederte un deseo que hayas soñado, ¿qué me pedirías?

En este instante, dada mi condición de torero, pediría volver a Madrid y, a su vez, que me embistiera un toro para poder salir por la puerta grande de las Ventas.

Como antes decíamos, has recibido muchas cornadas fuera de los ruedos y, eso, según me temo, desmoraliza a cualquiera. ¿A quién le guardas rencor?

A nadie. Piensa que, los que me hicieron año, seguramente me lo hicieron porque su corazón no les daba más de sí; es decir, presos de una cadena de errores que, ahora, con toda seguridad, están lamentando. Aunque te parezca extraño, en definitiva, siento lástima hacia todos los que me dañaron porque ellos, con toda seguridad, ahora estarán sufriendo mientras que yo, como sabes, sigo estando feliz en mi profesión.

Tu torería es un hecho consumado pero, ¿de dónde sacas ese torrente de valor tan grande?

Yo creo que el valor es algo que se le supone a todos los toreros y, pobre del que no lo tenga. Yo soy uno más de los toreros y, aunque sea mujer, mi valor quedó acreditado desde el primer día que me vestí de luces.

Seguro que, en breve, el destino, te deparará esa dicha, esa ilusión de que me hablabas por triunfar en Madrid; por falta de esfuerzo no será. Que tengas mucha suerte y, que se cumplan todos tus sueños.

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