Todo ocurrió fuera de los circuitos comerciales; no había prensa especializada; no se percibía el menor atisbo de lo que allí iba a ocurrir; no se esperaba nada, salvo como en otras muchas veces, matar dos toros en un festival para congraciarse con su propia conciencia. Este es el caso de Gregorio Tébar El Inclusero que ni los años ni las circunstancias han logrado apartarle del mundo que tanto ama.
Sin embargo, el pasado 13 de agosto en un pueblito de Cuenca, Belmontejo, se dio cita un suceso inolvidable en las manos y sentidos de Gregorio Tébar El Inclusero. Se anunciaba un festival para conmemorar la fiestas del pueblo y, El Inclusero, en un ataque de afición y torería allí se presentó para lograr una obra bellísima; la obra que tras el festejo todos aclamarían al ídolo en su salida en hombros por las calles del pueblo
Este logro no ha trascendido en lado alguno; ningún medio de comunicación lo ha dado y, sin embargo, testigos presenciales nos han confirmado la obra inmensa que El Inclusero llevara a cabo en uno de sus enemigos. Torería al más alto nivel, embrujo, sentimiento, empaque natural, gusto y todos los calificativos que queramos añadirle a una obra que, como los aficionados han certificado, era una obra bellísima; no importó que fuera en un festival; se creó la obra cumbre por parte de un artista consumado de la torería. Dicen que El Inclusero estaba feliz, tan dichoso como el día que se presentara, por ejemplo en El Embudo de Insurgentes para confirmar su alternativa.

De corto o de luces, El Inclusero es un torero en el que admirar su toreo
-Dejemos que sea el propio artista el que nos relate cómo ocurrió todo. Suya es la palabra, maestro.
Dices bien en que todo hacía presagiar que podría ser como pasar la tarde, matar la afición y volver a casa; pero surgió el milagro de un toro colaborador que me permitió llevar a cabo la obra que siempre soñé, hasta el punto de que por vez primera en mi vida comprobaba que un toro lidiado por mí, se le perdonaba la vida. No soy el más indicado para ponderarme; ni lo hago ahora, ni nunca lo hice, ni lo haré jamás; pero sí digo que me sentí muy torero; llevé a cabo, repito, esa faena que siempre soñamos los artistas y que muy pocas veces podemos exponer ante los aficionados. Me cupo la suerte de tener allí a varios alumnos de la escuela Taurina de Cuenca que, quedaron embelesados; algunos aficionados de Madrid acudieron a Belmontejo como presagiando que algo grande podía ocurrir y, el destino les premió con la faena que pudieron presenciar.
-Yo creo, maestro, que todo esto raya en la injusticia; se lo digo porque ningún medio de comunicación, salvo OyT, se ha hecho eco del suceso y, sin duda alguna, como nosotros nos hemos enterado, los demás podían haber hecho lo mismo. ¿Siente usted que hay una conspiración contra usted?
No. De ninguna manera. A estas alturas de mi vida ya estoy por encima del bien y del mal respecto a mi arte; pocas cosas pueden afectarme tras todo lo vivido; ahora queda la esencia de lo hermoso que, en realidad, si lo gocé yo y aquellos aficionados, que trascienda más o menos, tampoco me tiene que reportar nuevos contratos; fui feliz y eso es lo más importante.
-Cualquier periodista que no le conozca, con toda seguridad le preguntaría si usted no estaba ya retirado hace muchos años…
Como sabes, yo no me retiré jamás; fueron los empresarios los que dejaron de contratarme pero mi vida ha sido y sigue siendo la de un torero en activo; las pruebas no son otras que la faena que llevé a cabo que, como dije, me hizo feliz a mí que en realidad es lo que me importaba; si además de todo, los aficionados allí presentes la gozaron como yo, la dicha no podía ser más grande.
-¿Se imagina que ese toro le embiste en una plaza de más relevancia?
Esa ha sido siempre mi cruz; luchar contra los imponderables y las tremendas circunstancias adversas que se dieron en mi persona. Esa faena que me dejó tan dichoso, sin falsas humildades, la llevo a cabo en una plaza como Alicante, por citar un ruedo de nivel y me contratan para veinte corridas de toros.

En ausencia de fotos del día vemos un bello dibujo de una media 'incluseriana'
-¿Y usted las hubiera aceptado?
Por supuesto. Te dije que hago vida de torero; entreno todos los días como cualquier chaval y, de no haber estado preparado no hubiera podido llevar a cabo esa faena que siempre soñé y, ahora he podido hacer realidad. Te recuerdo que, los años son una circunstancia, nada más; ahí tenemos a mi coetáneo Frascuelo que, hace unos días triunfó en Madrid cuando todos le daban por acabado.
-Sigamos soñando, maestro. Imagine que le llaman para torear en Madrid. ¿De verdad que aceptaría usted?
Por supuesto; solo pediría una corrida de garantías; ir para estrellarme ya lo hicieron antes muchas veces conmigo; es más soy lo que se llama un torero consentido de la afición de Madrid, esto lo sabe todo el mundo.
-Decía el maestro Cabral que, el mundo está tan mal por las fechorías de los malos -adaptemos el axioma al mundo de los toros- como por el silencio cómplice de los buenos. ¿Lo cree usted así?
El mundo está muy mal porque la clase política no ha sabido enderezar su rumbo para poder repartir la inmensa riqueza que existe por el mundo que, como sabemos, sobran recursos para que nadie muriera de hambre. En realidad, respecto a mi persona, soy un ciudadano que siempre creyó en la libertad del individuo y que, la única complicidad que se me puede acusar no es otra que la de mi propio arte.
-Ciertamente, a usted se le podrá acusar, como tantas veces hicimos, de que cumpliera más que nadie en el mundo el Quinto Mandamiento, pero nadie le podrá negar su eterna lucha a favor de sus compañeros que, mucho me temo, pocos le agradecieron.
Jamás hice nada para esperar recompensas; defendí como sabes la dignidad de los toreros enfrentándome, en aquel momento, al empresario más poderoso del mundo y muy pocos me secundaron; pero ahí quedó mi lucha; si aquel acto le ha servido a alguien como acicate para su propia vida, habrá merecido el esfuerzo.

Reciente imagen del maestro en el día del estreno de su pasodoble
-Hace muy pocas fechas, su nombre sonó de nuevo -nunca mejor dicho- gracias a la generosidad del maestro Vicente Ivorra que escribió un pasodoble en su honor. ¿Cómo se dio aquella circunstancia?
Resultó ser una decisión del alma del maestro Ivorra que, con su talento le ha puesto música a mis ilusiones que, como se sabe, no son otras que seguir dándole vida a EL INCLUSERO, como sentenciara el maestro con sus bellas notas musicales. Aprovecho para dar las gracias al maestro Ivorra y, por supuesto, a la Banda Sinfónica de Alicante que me lo estrenó hace unas fechas en Alicante.
-Preguntarle si le quedan ilusiones puede ser una ofensa hacia usted. ¿Qué le queda por hacer en el toreo?
Ser feliz toreando; aunque sea en un festival o tentadero; con tener un toro que me permita hacer el toreo que sueño, con ello seré el más feliz de los mortales. Años hacía que no sentía la dicha que pude sentir en Belmontejo con aquel toro que quiso aliarse conmigo para que yo le perdonara la vida.