Dueño de sus convicciones, narrador de sus pasiones, garante de su propia existencia, alto linaje en la historia de la ganadería brava, licenciado en derecho, trovador de la belleza del toro bravo, matador de toros, deportista, historiador, conferenciante, periodista y, por encima de todo, un hombre de bien. Se llama André Viard, nació en Francia y ama a España con desmedida pasión.
 
Siendo matador de toros, el mundo del toro no le permitió lisonja alguna como tal y, como hombre inteligente como lo ha demostrado, se puso una meta, un plazo de tres años y, como quiera que no se cumplieran sus sueños, muy pronto se retiró del toreo. Atrás quedaron sus miserias y, a su vez, recobraba nuevas ilusiones. André Viard se marchó de los ruedos sin rencor, eso sí, habiendo aprendido la tremenda lección que en dicho menester pudo acaudalar. Pese a todo, raro es el hombre que tras haberse enfundado el traje de luces logra apartarse del mundo de los toros. En dicho círculo se da cita una especie de imán que atrapa a todo el mundo para los restos y, de tal manera, Viard quedó ahí atrapado. Viard fue empresario, apoderado, conferenciante y muchas tareas más, pero todas, ligadas al ambiente taurino.
 
Recordemos que, en la faceta que fuere, todos tenemos que pagar un precio por conseguir la libertad soñada y, rara vez la encontramos. Sin embargo, André Viard, dueño de sus convicciones, supo hallar la forma de ser un hombre libre y, pese haber colgado el traje de luces hacía ya muchos años, entre su experiencia e ilusiones, encontró el camino que le condujera a la libertad. Ni más ni menos que ser el historiador más importante de la actualidad en lo que al toro bravo se refiere. De ahí nace TIERRAS TAURINAS, si libro trimestral en el que abarca la grandeza, pureza y esencia del toro bravo.
 

André Viard en su faceta actual, con su obra

-Señor Viard: ¿Cómo recuerda aquella tarde de su alternativa con Manzanares y Espartaco en el cartel?

Fue a la vez un sueño cumplido y un recuerdo algo amargo. Me cogió el toro de la alternativa a puerta gayola y me rompió la mano derecha. Esto no me impidió seguir, porque no me quería perder esta oportunidad, y corté una oreja, tal como mi padrino y mi testigo. La corrida no ayudó mucho.

-¿Podía sospechar que, dos años más tarde confirmaría usted su alternativa en Madrid con dos desheredados de la fortuna, El Bayas y Jorge Manrique?

Un día, muchos años antes de esta fecha, sin haber todavía debutado con caballos, presencié una corrida de San Isidro con una amigo estudiante como yo. El quería ser periodista y me hizo una apuesta: él iba a ser el director de uno de los más grandes periódicos de Francia, ¿pero qué iba a ser yo? No lo dudé y le dije que yo, algún día, confirmaría mi alternativa en Madrid. No sabía cómo, pero desde ese día me empeñé y salió.

-Para mí, señor Viard, tres años digamos que fueron pocos como para que se cansara usted tan pronto. ¿Qué ocurrió, de forma concreta, para que usted abandonara tan pronto lo que era la razón de su vida?

Nunca he valido para mendigar y menos para arrastrarme por caminos que no me gustan. Así, cuando cumplí mi meta de confirmar y después de torear una cincuenta corridas, ya que no había ninguna salida digna, preferí buscar otro camino. Lo cual no quiere decir que perdí la afición o que me rajé. Pero en la vida hay que experimentar todo lo que atrae a uno. Y tenía - y sigo teniendo - muchas inquietudes.

-Mató usted una corrida de figuras, la de Carlos Núñez y, a partir de aquel momento, Miuras y demás ganaderías de leyenda pasaban por sus manos. Sinceramente, ¿cree usted que a los Miuras se les puede hacer el toreo que hace, por ejemplo Morante?

Lo que hace Morante, sólo lo hace Morante, y si cualquier día le mete la cara un toro de Miura en la muleta, se lo hará igual que a los demás. En realidad, la corrida de la alternativa fue la sola corrida "de figuras" que maté. De novillero, me tocaron los de Saltillo, Tulio Vázquez, Frías, patas blancas... Y estoy orgulloso de esta trayectoria tan ecléctica. De hecho, uno de los toros que mejor pienso haber toreado por naturales fue uno de Miura. Se llamaba Jareño y me quedé con su cabeza.

-Normalmente, en el toreo, los matadores de toros, todos, de alguna manera están sometidos al dictado de las empresas y, pasados los años, en su caso, confesó usted haber sido capaz de comprar su libertad. Su acción me cautivó, Viard. ¿Cómo se compra la libertad en un mundo en que casi todos somos esclavos de la sociedad en que vivimos?

Ser esclavo es muy fácil, hay que dejarse llevar por la corriente y quejarse de la mala suerte. Para ser dueño de sí mismo hay que arriesgar y quizás ser un poco asocial, o menos preso de la rutina. A la suerte hay que provocarla sin pensar en lo que se puede perder. La libertad no tiene precio.

-Si me lo permite, deje que le diga que soy seguidor suyo, testigo de su obra taurina, TIERRAS TAURINAS y, sus libros me conmueven. Ahí hemos visto ya infinidad de ganaderías que, en sus manos y sentidos, han quedado inmortalizadas para siempre y, lo que es mejor, con la historia de cada una de ellas totalmente actualidad. Digamos que es usted autor de la enciclopedia del saber taurino. ¿Qué le impulsó a realizar tan apasionante proyecto?

Escribo los libros que me hubiera gustado encontrar cuando era un chaval apasionado por el toro y deseoso de conocer a este mundo. Quizás si los hubiera habido, nunca hubiera sido torero. Pero como en esa época la única forma de adentrarme en el planeta de los toros era poniéndome delante, me empujó mi afición en esta vía. Y los casi quince años que he estado persiguiendo esta bonito quimera fueron una escuela apasionante que me permitió profundizar mis conocimientos para más tarde poder escribir.

André vestido de corto

-Algo tendrá el agua cuando la bendicen, dice uno de nuestros refranes. Se lo digo porque, como he podido leer en su último libro, en ese lugar casi sacrosanto de la ganadería brava española llamado Zahariche, Eduardo Miura le abrió a usted las puertas de su casa para contarle casi sus secretos de “alcoba” respecto al toro bravo. ¿Ha sido éste uno de sus grandes logros?

Hasta para eso los miuras sirven para consagrarse. No cabe duda de que la confianza que me manifestaron Eduardo y Antonio me permitió entrar después en muchas casas. Alfonso Navalón escribió un día que gracias a las recomendaciones de don Eduardo había podido entrar en otras ganaderías andaluces. Pues me pasó un poco lo mismo: gracias al trabajo que realicé sobre la ganadería de Miura, los otros ganaderos confiaron en mí.

-De que usted es un hombre apasionado no lo duda nadie pero, si me lo permite, tras saborear todo lo que usted ha escrito al respecto del toro bravo, ¿qué le queda por aprender?

Quedan muchas cosas por descubrir, y de hecho cuando investigo sobre un encaste descubro cosas de otras que ya he tratado. Esto me da mucha rabia. Pero esto es así. La historia se escribe a diario, a veces los hechos contradicen lo que siempre se pensó que era la verdad. Lo más importante es de nunca perder la ilusión, de quedar atento y de trabajar.

-La grandeza de Miura, como lo narra usted y como certifica la historia, es tanta que, sus toros, como tales, no necesitan de los toreros. Me explico: las figuras del toreo se asustan nada más pasar por la puerta de Zahariche, de ahí que solo gladiadores lidian estos toros.  ¿Se imagina usted que un día se anunciara una corrida de Miura en cualquier plaza con Enrique Ponce, El Juli y Rivera Ordóñez?

Hace menos de un siglo se anunciaban en todas partes frente a ellos El Gallo, Joselito y Belmonte. Y hace medio siglo, Manolete y Pepe Luis. Será que las figuras tenían una mentalidad distinta, o que las que tenemos hoy no piensan que se necesita tales gestas. De hecho, si antes los toreros se consagraban en figuras frente a estas ganaderías, hoy en día demuestran que lo son cuando se pueden permitir huir de ellas. Así está el toreo. Son otros tiempos.

-¿Qué tiene su compatriota Sebastián Castella que no han tenido ninguno de los toreros franceses, incluido usted?

Es medio polaco y medio valenciano.

-Usted, con su editorial, ha logrado triunfar en España pero, previo a ese éxito, como sabemos, en Francia es usted dueño y señor de la historia taurina desde hace ya bastantes años. ¿Quiere eso decir que la afición francesa es más culta que la española?

Quizás porque está más alejada de la realidad del campo bravo, la afición francesa lee más. Pero en España me he encontrado con muchos lectores tan apasionados cómo los de mi país, y tan cultos. Esto conlleva mucha responsabilidad. Cada opus que publico es como una confirmación en Madrid: hay que estar a la altura de lo que esperan de mí. Me exigen, y eso me estimula mucho.

-El día que usted empezó a buscar editores para que creyeran en su proyecto literario taurino, todos se rieron; algunos, digamos los más benévolos le dijeron que ese era un proyecto inviable. ¿Qué pensarán todos ellos ahora, cuando contemplan su éxito?

Alguna editorial grande que no quiso arriesgarse me ha ofrecido comprar mi pequeña empresa. 

André en su faceta de periodista

-Usted le rinde honores al toro bravo en todo su esplendor como sus libros certifican pero, existen muchas de las ganaderías que su nombre, caso de Miura y otras muchas, son sinónimo de miseria artística. ¿Qué pasará por la mente de estos criadores de toros que, con toda seguridad, jamás verán que se les pueda hacer a sus toros la faena soñada por un diestro?

Digo que es peor para los diestros que para los ganaderos. El toro, primero lo que tiene que ser es encastado y bravo. Y si también tiene nobleza, mejor. De ahí a fabricar en series un colaborador ideal para que los toreros sueñen el toreo hay una diferencia muy grande. Ojalá que con tanta toreabilidad -que yo llamo previsibilidad- no echen a los aficionados de las plazas.

-Me estoy acordando ahora del nombre de un toro de Miura llamado “Jareño”. ¿Le dice algo a usted dicho nombre?

Sí. Como ya le dije fue un Miura que me tocó en Mont de Marsan y con ese sí que realicé el toreo de mis sueños por naturales.

-Uno llega hasta dónde quiere llegar y de cobardes no se ha escrito nunca. Se lo digo porque usted comprendió muy pronto su fracaso como torero y buscó otras metas ¿Siente usted que es un ejemplo para todos esos matadores desdichados que, sin fortuna en los ruedos, siguen viviendo en la miseria y, lo que es peor, aceptando ingratitudes, desprecios, vejaciones y demás bajezas?

Cada uno manda en su propia ruina. Hay que vivir las aventuras hasta donde se puede sin destrozar al hombre que se viste de luces. La vida de torero es muy corta, la del hombre dura mucho más. Renunciar a tiempo y buscar otro camino más exitoso no es ni mucho menos un fracaso sino todo lo contrario: un gran acierto y una gran victoria sobre la adversidad. Como decía ortega y Gasset, "yo soy yo y mis circunstancias". Y en el fondo me sigo sintiendo torero.

-Maestro Viard: Ahora que todas las publicaciones del mundo, sin excepción, se sustentan de la publicidad de firmas comerciales y, usted, en sus ediciones, en su grandeza, hasta ha prescindido de ese elemento que, repito, para todo el mundo es la base de cualquier publicación. Con razón decía usted que era el dueño de su libertad pero, ¿cómo lo ha conseguido?

Para un escritor la única libertad posible es de no depender de nadie sino de sus lectores. Esto fue el riesgo que decidí asumir, apostando por la pasión, la seriedad y la sensatez que pensaba transmitir en mi trabajo. Afortunadamente, en Francia mis lectores me son muy fieles desde hace siete años que emprendí este camino, y por lo que veo en España también después de un año de Tierras Taurinas.

-Es usted, autor, fotógrafo, reportero, narrador y casi encuadernador de TIERRAS TAURINAS. ¿Qué tiene que ver que usted sea letrado para que haga estas cosas tan bellas?

De alguna manera cada opus es como una faena soñada que consigo plasmar sobre el papel. Me sigo sintiendo torero, tanto cuando retrato al toro en el campo o cuando escribo sobre él. Los estudios no son más que herramienta al servicio de la imaginación, de la pasión y del deseo de compartir cosas bonitas con todo aquél que quiere acercarse a ellas.

-Hoy, amigo, nuevas tecnologías hasta nos hacen creer que puedan desaparecer los libros de papel como los que usted edita. Por mucho que  inventen, ¿cree usted que pueda existir un invento que elimine la grandeza, el olor de tinta de un bello libro como son los que usted edita?

No lo creo. Podrán desaparecer en un momento dado los diarios impresos, pero no creo que desaparezcan jamás los libros objetos que guardamos en las bibliotecas. Hojearlos, palparlos, acariciarlos, olerlos, como bien dice, son un placer que comparte mucha gente y esto ayudará para que editoriales quizás más románticas que otras sigan apostando en ellos. Desde luego, Tierras Taurinas es una de ellas.

Un toro cárdeno. Para André el toro lo es todo

-De todas las ganaderías que ha visitado para inmortalizarlas en sus libros, ¿Cuál de ellas le impactó más en su conjunto y en todos los órdenes?

Por más tradicional, respetuosa hacía el toro e imponente por su majestad, la de Miura, la de Prieto de la Cal, la de Cuadri, la de Victorino. En las donde ponen fundas y crían el toro de forma casi intensiva no voy. Esto es un crimen en contra de la dignidad del toro y de la Fiesta. Es una moda funeste que ojala pasé pronto, porque de lo contrario acabará con esto. ¿Cómo le vamos a poder seguir diciendo al mundo entero que la muerte del toro se justifica por la vida de rey de la naturaleza que le ofrecemos antes, si de hecho vive la de un pobre animal transformado en producto de gran consumo? 

-Oiga, Viard: ¿Cómo son los ganaderos en su feudo natural?

Los que lo son de verdad son imponentes de sencillez, de sabiduría y de humildad.

-¿Añora su época como matador de toros? Y se lo pregunto con mala idea porque como he podido saber, desdichadamente, a usted lo maltrataron con saña. ¿Cierto?

Si, y con razón. Tuve la osadía, en mi calidad de representante del sindicato de los toreros franceses, de pedir a las empresas españolas que llevaban las plazas de mi país una cobertura social decente. Hay que recordar que en esta época, para torear en Francia, un torero francés tenía que pedir un permiso de trabajo en España para poder afiliarse al sindicato español y darse de alta en la seguridad española. Éramos los negros del sistema y estoy orgulloso, gracias a mi trabajo y a bastantes sacrificios, de haber contribuido a acabar con este sistema único impuesto por las grandes empresas españolas que sólo veían en la Francia taurina una colonia fácil de  despojar sin imaginarse que cualquier día los negros se iban a rebelar y a echarlas. Fue nuestra guerra de Independencia y soy muy orgulloso por haber contribuido en ganarla. Dicho esto, es fácil de comprender que estas mismas empresas nunca me lo pusieran fácil ¿no?

-Decía Facundo Cabral que, aquel que hace lo que ama está benditamente condenado al éxito. ¿Es usted un referente de la máxima del maestro Cabral?

Ya lo he dicho: el precio de la libertad es muy elevado y pasa por el éxito. Con el fracaso, vuelven las cadenas y la desesperanza.

-¿Qué les diría usted a todos los toreros que, año tras año, lo siguen intentando sin suerte alguna y, lo peor de todo es que pasan los años y, de la noche a la mañana se encuentran sin oficio ni beneficio?

Yo respeto a todos igual: a las figuras y a los desconocidos. He vivido en mis carnes lo que sienten y sé que el camino de la verdad sólo lo puede encontrar uno dentro de sí mismo. Siempre que uno piensa que puede mejorar debe de seguir para no arrepentirse de nada más tarde. Hay que buscar la excelencia en todos los ámbitos. Su propia excelencia. Hay que darlo todo y saber decir adiós cuando llega la hora. En este aspecto yo tuve mucha suerte: ya que apenas toreaba, me invitó mi padrino, José María Manzanares a acompañarle como sobresaliente en Ronda para una corrida concurso que lidiaba en solitario. Me dejó hacer un par de quites, y después del último, a un toro de Torrestrella, el maestro Antonio Ordoñez me dio la enhorabuena  por la media que acababa de dar. Entendí en el acto que ésa era mi hora: ser felicitado por Ordoñez en Ronda por una media, ¿con qué cosa más bonita podía soñar? Llegué al hotel y colgué el traje de luces para siempre.

-Maestro André Viard: Le parecerá una locura, pero yo se lo pregunto. ¿Se puede ser taurino y honrado?

¿Se puede ser banquero, político o periodista y honrado? Digo yo. Pillos y sinvergüenzas los podremos encontrar en cualquier faceta de la vida, pero para fortuna del mundo, éste se mueve por los impulsos de las gentes honradas que, sin duda, son la inmensa mayoría.

-Añada cuanto quiera. Opinionytoros es su casa, amigo.
 
Muchas gracias, Pla. Siento mucha gratitud por vuestro medio y desde aquí reitero mi afecto para todos los medios de comunicación que tanto me han ayudado.
 
-Ha sido un placer conversar con usted, André Viard. Un hombre sabio que ha sabido plasmar sobre el papel con sus libros la esencia más hermosa, al respecto del toro bravo y sus criadores.