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Curro Díaz  
  entrevista de Pla Ventura [ 25/10/2010 ]  
CURRO DÍAZ: La expresión barroca del arte
La carrera de Curro Díaz se ha cincelado a sangre y fuego. En la actualidad está gozando de la gloria que le corresponde pero, hasta llegar al reconocimiento popular, muchos han sido los años de ostracismo, de olvidos empresariales, de cornadas de despacho, de desprecios hacia su persona y a su arte. Han pasado casi tres lustros para que el taurinismo le reconociera como la expresión barroca del arte. Ahora ya está todo el mundo de acuerdo.
 
Ha sido, como digo, una carrera forjada bajo los efluvios de los sinsabores, del tremendo sacrificio que para Curro Díaz podía suponer aquella humildad en la que vivía que, por momentos, hasta tenía derecho a desfallecer y, lo que es peor, hasta de abandonar. Tras una alternativa triunfal cargada de la más sumisa humildad, pasando por años de silencio, corridas durísimas y otros muchos elementos dañinos que, en las manos y sentidos de un artista como es su caso, el derrumbe de su persona podía haber sido un hecho consumado.
 
Todo lo ha superado el diestro de Linares y, ahora, con la sonrisa en sus labios, hasta es feliz al comprobar que, los que hasta ahora eran incrédulos de su arte, al final, han sucumbido ante su persona; incluso los propios medios de comunicación para los que era el gran olvidado, tanto como para las empresas, han claudicado ante la llamada de su arte. Es cierto que, sus lecciones de tauromaquia en la temporada que agoniza, sinfonías brotadas de su alma para el regocijo de su cuerpo, han logrado conmover a los aficionados de toda España y Francia, de forma muy concreta, a la sabia afición de Madrid, además de otras muchas plazas de enorme nivel y relevancia.
 


Conquistar Madrid no es fácil; véase la felicidad de Curro en la vuelta al ruedo

-Curro Díaz, tú mejor temporada, ¿verdad?
 
Sin lugar a dudas: ha sido un año pletórico, triunfal y emocionante que, entre otras muchas cosas me he llevado el respeto de las grandes plazas y, de forma personal, el orgullo de haber triunfado.
 
-¿Qué ocurre cuando miras hacia atrás?
 
Nada, sencillamente, porque la historia de cada hombre nos la forjamos todos en el devenir de cada día; lo pasado ya es historia, no se puede retroceder ni cambiar, por ello, me cabe el orgullo de mirar hacia el futuro con una ilusión que me desborda.
 
-Pienso, Curro Díaz, que eres un gran triunfador; y no lo digo en el sentido hermoso de tu arte que, en realidad, es el todo; lo digo a sabiendas de que, gracias a tu arte, hasta supiste quitarte el estigma que te habían encasquetado para matar corridas durísimas, justamente, de esas en las que, practicar el arte, era casi un imposible. ¿Cómo lo lograste?
 
Con perseverancia, paciencia, actitud, entrega, éxitos, arte; la suma de tales valores creo que sirvió para que, de una vez, amigo, me pusieran en esas corridas de toros en las que puedo sentirme torero y, a su vez, trasmitirlo a los tendidos para que se emocionen.
 
-Permíteme que te interprete: ¿No me estarás queriendo decir que añorabas el “burro fofo” para practicar el arte?
 
No, por Dios; que no haya malas interpretaciones. Yo quería el toro auténtico, pero con garantías de embestir; que no me molestaría matar la corrida que fuere si supiera que me iban a dar facilidades. Por supuesto que he matado el toro en todo su esplendor; hasta en Alicante maté una corrida muy astifina que, como viste, me llevó hasta el hospital; y ya no te digo en Madrid, Sevilla, Barcelona, Pamplona, Valencia, Nimes, Mont de Marsan; en todas las plazas he matado el toro de verdad, con cuajo y con pitones, pero que me han permitido, en su mayoría, explicar la sinfonía de mi arte.
 
-Te parecerá una pregunta tópica pero, en esos primeros años en que apenas toreabas, ¿pasó por tu cabeza la idea de abandonar para siempre ante tanta incomprensión?
 
Si, había momentos en que las circunstancias me hacían dudar de mi persona. ¿Estaré equivocado? Me preguntaba muchas veces; y me lo preguntaba porque, en realidad, yo era el gran convencido de mi valía; pero sí, hubo años en que la mente me daba para todo.
 


Su toreo rezuma arte hasta cuando somete por bajo a sus enemigos

-¿Qué sientes ahora cuando todos los medios de comunicación han cogido el botafumeiro en honor de tu persona? Y te lo pregunto porque, para los medios, Curro Díaz, hace muy pocos años, no existía.
 
Posiblemente tú esperabas que te dijera que siento rabia; pero no, soy capaz de comprender al ser humano en sus miserias. Desdichadamente, el mundo lo basamos en realidades mucho antes que los sueños y, como sabes, yo era, hasta hace poco, un sueño para muchos y apenas existía para la gran masa. Si he logrado convencer a todos, ese es mi más grande éxito.
 
-Han sido, entre otras muchas tardes de éxito, dos clamores en Madrid, tanto en San Isidro como en la feria de Otoño que, para mí, Curro, llevaste a cabo tu actuación más sentida, como artista  y como torero. ¿Qué sentiste cuando comprobaste que Juan Mora, en su primer enemigo, ya había tocado el cielo con sus manos?
 
Ese afán de superación; esa pasión desbordante por estar a su altura; ese frenesí por el éxito; muchas fueron las sensaciones y, para colmo, mi lote digamos que fue el menos adecuado para el éxito; pero el esfuerzo resultó muy grande; no podía irme de vacío y me salió la vena arrebatadora. Sentí la pasión de Madrid hacia mi persona y, me marché muy dichoso de Las Ventas. Como dirían los críticos de antaño, me llevé una oreja de ley y la admiración de Madrid.
 
-Tras tanto sacrificio, matador, el hecho de que seas un torero consentido de Madrid debe ser algo muy gratificante, ¿verdad?
 
Es halagador que la mejor afición del mundo vibre con mi humilde persona; ellos y yo tenemos amores en común, la causa del arte. Ellos me esperan siempre y yo estoy ansioso por corresponderles; es sólo de que el toro me ayude y, de tal modo, todos estamos felices.
 
-En el mundo que vivimos y en sus actuales circunstancias, vender el arte es una tarea ardua, ¿verdad?
 
Es complicado cuando, como sabes, el empresariado taurino busca resultados inmediatos; es decir, chavales que deslumbren, como fuere, pero de una inmediatez aplastante. Lo mío, como les ocurre a otros compañeros, resulta complicado, no podemos negarlo. Pero la verdad y el tiempo son dos valores tan bellos que, al final, ponen a cada cual en su lugar.
 
-¿A qué sabe el éxito, Curro Díaz?
 
Digamos que al reconocimiento popular ante la superación de la adversidad de lo que ha sido mi carrera; pero, ante todo, creo que es el encontrarse uno consigo mismo a sabiendas de que, desde el primer día que empecé, tenía yo razón; creí en mí y ahora ya creen casi todos.
 


Además hace falta mucho valor para citar así al toro... no bueno

-Artista, torero inolvidable, creador de páginas bellas en la tauromaquia actual, sinfonías que brotan de tu muleta; mil acepciones con las que todo el mundo pretende definirte. En realidad, ¿qué eres?
 
Soy y seré siempre lo que quieran los demás y, si dicen semejantes calificativos de mi persona, me siento orgulloso. Como sabes, mi vida se circunscribe junto al arte. Si querías que te lo dijera, anota: Me siento un artista.
 
-Este año, Curro, tus sinfonías artísticas no han quedado inconclusas porque, tras el éxito con la muleta, hasta has sido capaz de rematar con la espada que, en tantas ocasiones solía traicionarte. ¿Qué ha cambiado en tu persona para que hayas logrado esta eficacia con la espada?
 
Al margen de un entrenamiento constante, yo creo que tiene mucho que ver la ilusión que me desborda y, cuando uno está convencido de lo que ha hecho, eso ayuda mucho en la suerte final de la lidia como es el manejo de la espada.
 
-Este año, torero, te ha pasado como a Morante, has indultado un toro en un pueblo. ¿Se indultó de verdad o era por la pasión desbordante de los aficionados?
 
Ocurrió en Sabiote pero, me atrevo a confesarte que, la calidad del animal y la faena que pude llevar a cabo, hubiera sido motivo de indulto en cualquier plaza. Como muy bien sabes, el arte, la magia, el sentimiento, el arrebato y la emoción, aparecen sin pedir permiso y, lo hacen en cualquier lugar del mundo.
 
-¿Qué valoración o lectura le das a todos los éxitos conseguidos en esta temporada?
 
Mis éxitos los valoran los demás; yo me quedo con la satisfacción de todo lo que hice que, sin apartarme de mis convicciones, muchos toros me permitieron expresar  el sentimiento que brota desde lo más hondo de mi ser para que se contagien todos los aficionados del mundo.
 
-Al final, Curro Díaz, esos amores en común de los que me hablabas que tienes con el público de Madrid, por lo que veo, se están extendiendo por toda España y Francia. ¿Dónde radica el misterio?
 
Justamente, en el misterio del arte que, cuando aparece convence por completo. Podría enumerarte muchas faenas pero, si te digo que he convivido con el arte durante toda la temporada, con eso te lo he dicho todo.
 


Tras su gran estocada en Madrid, ve morir al toro

-¿Estás feliz?
 
¡Claro! Por fin, poco a poco mis sueños se están convirtiendo en realidad, y la dicha no puede ser más grande. Queda, por supuesto, mucho camino por recorrer; pese a mis años de alternativa, estoy todavía en los primeros compases en lo que a mi creatividad se refiere. Espero que Dios me permita muchos logros más; para mis satisfacción y, por supuesto, la de todos los aficionados que me esperan.
 
-Tienes el suficiente embrujo para que, como diría don Antonio Bienvenida, tras ver una actuación tuya, los aficionados se marchen saboreando el arte. ¿Es esa una gracia divina que tú tienes?
 
Sin lugar a dudas; me cabe el honor, la dicha de como has comentado, días después, semanas, meses más tarde, tras una bella faena mía, los aficionados, por las calles, me la sigan recordando. He visto grandes éxitos de compañeros que, apoteósicos en el momento, al día siguiente han muerto al no tener encanto ni magia. Lo mío, como decíamos antes, despacio y con gran esfuerzo, camina por otros derroteros, de ahí la inmortalidad de algunas de mis faenas.
 
-¿Quién es el mejor aficionado?
 
El que sabe exigir como ninguno y, llegado el caso, entregarse por completo; Madrid es el ejemplo de lo que digo. Si me permites, yo me considero un aficionado muy exigente, por eso disfruto mucho viendo toros en Las Ventas.
 
-¿Sabías que algunos toreros de primer nivel no quieren torear contigo?
 
¿Tan importante soy? –Ríe el maestro- No creo que la sangre llegue al río como solemos decir, pero no puedo negarte que, para algunos sí debo ser lo que se dice incómodo. De cualquier manera, para todos, mi respeto. No entraré en polémicas con nadie porque, al final, si eres perseverante, es el toro el que decide.
 


Cinco años juntos, y sin fisuras, dan sus frutos

-Y lo dices tú que, como sufriste en tus carnes, durante muchos años el toro no decidía nada sobre tu carrera. Perdóname, pero yo sigo creyendo que el toro no decide nada.
 
Es cierto que he sido el gran postergado en mi profesión y, durante muchos años, pero llegado el caso y como en las últimas temporadas, cuando sale el toro hay que estar a su altura; uno podrá lamentarse todo lo que quiera mientras no le atienden las empresas, nada más cierto; pero si te dan oportunidades y no las materializas en triunfos, no busques culpables más allá de tu ser.
 
-Tú gran pena de este año, Linares. ¿Qué pasó?
 
Teníamos todas las ilusiones del mundo y, cuando creíamos que la corrida ayudaría como ninguna, el fracaso resulto de estrépito. No ayudaron para nada lo toros y, tanto mis gentes como yo, lloramos la misma pena.
 
-¿Puede una faena tuya, caso de Nimes, opacar a todos los que fueron grandes triunfadores de dicha feria?
 
No se la magnitud o dimensión que pudo alcanzar mi faena, pero si puedo decirte que me sentí muy feliz cuando los demás creyeron que era la mejor. Creo que, aquella tarde, la expresión barroca de mi arte, como tú decías, surgió de mis entrañas para deleite de todos los aficionados.
 
-Hemos hablado durante toda la conversación de la causa del arte pero, matador, recordemos que, el arte que tú manejas, y sientes, y lo expresas en los ruedos del mundo, todo ello está ataviado por una organización en la que, los empresarios, lógicamente, pretenden ganar dinero con vosotros, los toreros. Cualidades artísticas al margen, ¿te crees un torero rentable para las empresas?
 
Casi diría que soy el más rentable; veo esas plazas a rebosar y, te aseguro que soy un artista con honorarios acorde con mi arte, pero nada más. Jamás empresario alguno ha tenido problemas conmigo. O sea que, por ese lado, también creo que soy interesante.
 
-Hasta aquí, Curro Díaz. No interrumpo más tu cotidiano vivir que, nacido para sentir el arte, así lo sabes expresar. Muchas gracias por tus palabras y, que la suerte, a modo de toros que embistan, te siga ayudando para la dicha nuestra, los aficionados que te seguimos y admiramos.

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