El suceso tuvo lugar el pasado sábado en la plaza de toros de Linares; se conmemoraba el aniversario de la muerte de Manolete y, para dicha efemérides, se montó un cartel de tronío en dicho coso margaritense. Se enfrentaban, nunca mejor dicho, Curro Díaz y José Tomás; mejor a la inversa, ¿verdad? El evento resultó memorable. Años tendrán que transcurrir para que se olvide dicha epopeya por parte de ambos diestros. Si José Tomás reventó el toreo; Curro Díaz, no le quedó a la zaga. Ambos firmaron una página bellísima que quedará escrita en los anales de la tauromaquia.
El titular para definir a Curro Díaz sería el siguiente: “No lo digo yo, lo dice él” Y es cierto; yo puedo romper mil lanzas por este diestro pero, es su arte, su magisterio, su torería, su embrujo es el que habla tarde tras tarde. Entre otros muchos logros de esta temporada, la tarde de Linares, épica como ninguna por las connotaciones del cartel, dejó a Curro Díaz en primera línea de la torería actual. Actuación magistral la suya; cogida espeluznante la que sufriera que, los aficionados, ante la misma, quedaron asustados; todo el mundo temía lo peor pero, estaba Dios al quite, no podía ser de otro modo.
Los éxitos de Curro Díaz, vaticinados tantas veces por nosotros, son los que nos han despertado la curiosidad por saber de su estado físico y, ante todo, de su estado anímico que, como hemos comprobado, está fabuloso.
Curro Díaz es feliz cada vez que se viste de luces
-La voltereta, maestro, dicen que resultó ser de tremendo escalofrío; la plaza entera cerró los ojos ante lo que no querían ver. Muchos, como han confesado, temieron lo peor y, a Dios gracias, todo quedó en el susto. ¿Cómo está?
Me cogió de muy fea manera; pero, para mi fortuna, no me acuerdo de nada; caí al suelo y, a partir de ese momento, no tengo recuerdo alguno ni del dramatismo del que se ha hablado ni nada; me vi en el hospital y, no recuerdo ni la enfermería, ni las asistencias; nada de nada. Y aquí estoy, deseando reaparecer dentro de unos días.
-O sea que, a Dios gracias, como decimos, puro susto, ¿verdad?
Si. Es cierto que, los aficionaos, como me ha contado, lo pasaron horrible; y no te digo nada mi familia. Pero como decimos, Dios estaba en la barrera de Linares para hacerme ese quite tan mágico y providencial que evitó que aquello del susto, pasara a la tragedia.
-¿Qué sintió usted cuando comprobaba que, ese “vendaval” llamado José Tomás arrasaba con todo? ¿Tuvo usted por algún momento la sensación de ser, como Finito, un convidado de piedra?
No, de ninguna manera. Yo me sentí arte y parte de aquel ritual fantástico como era formar cartel con José Tomás, un diestro que me emociona como al primer aficionado. Tomás arrasó en su primer toro y, de mi parte, me quedaba la esperanza de llevar a cabo esa faena soñada que, con fortuna, así sucedió.
-¿Estaba usted dispuesto a formar cartel con José Tomás porque, como supimos, no le empequeñece para nada?
Claro que no. Yo admiro al maestro como nadie pero, a su lado, como ocurrió en Linares, me motivó como nunca.
Curro toreando en redondo
-Como dicen, José Tomás llevó a cabo la épica y usted, la faena memorable. ¿Qué sintió dentro de su ser al ver que, hasta con José Tomás, es usted un torero grandioso?
Uno es como torero lo que lleva dentro; no importa con quién se comparta cartel; claro que, la motivación que me produjo José Tomás, forma parte del acicate que supone sentirme motivado por tan gran torero.
-Por cierto, veo la admiración que siente usted por José Tomás y, deje que le diga. ¿Por qué cree usted que siempre le ponen teloneros por delante; en el argot del boxeo diría que le ponen “paquetes”?
No puedo entrar en la valoración de cuanto hagan los empresarios; es cierto que, los toreros más veteranos y de renombre no quieren compartir cartel con él y, claro, las empresas tienen que echar mano de lo que encuentren para abrir cartel. De todos modos, la grandeza de ese diestro es tan grande que, el cartel es él y dos más.
-Y su fortuna, maestro, resultó ser la de no querer ser uno más, rebelarse y, a su lado, dictar una bellísima lección de torería. ¿Qué pensaría José Tomás cuando comprobó que usted no iba de broma y, para mayor dicha, que la faena más bella de la tarde brotara de sus manos y sentidos?
Creo que tuvimos una motivación mutua; ambos nos sentimos espoleados por el arte y, cada cual, a su manera, intentó que la tarde resultara inolvidable. Tomás cortó dos orejas en su primer todo y, tras mi faena, de nuevo, motivadísimo como nunca, José Tomás cortó otras dos orejas.
-Al respecto de su persona, maestro, yo siempre dije que a usted no hace falta defenderle ni publicitarle; se defiende usted con su arte; si acaso, en esta casa, hemos sido un recordatorio de su grandeza como torero pero, es usted el que habla con la grandeza de su arte. ¿Qué me dice al respecto?
Yo siento gratitud por vuestro medio; digamos que fuisteis los primeros que en mi creyeron y, esa gratitud la llevo dentro de mi alma; ahora, al carro de mis éxitos, se quieren apuntar muchos; pero vuestra grandeza no es otra que haber creído en mí desde el primer día. Mi gratitud para vosotros.
Un natural del torero linarense
-Si no recuerdo mal, maestro Curro Díaz, lleva usted alrededor de una docena de festejos pero, la práctica totalidad de los mismos, todos han estado auspiciados por el éxito; salidas en hombros, cortar orejas por doquier; vamos, que está usted teniendo lo que siempre soñó, ¿verdad?
Estoy feliz porque me siento pletórico toreando; es más, estoy gozando como nunca. A veces, amigo, hasta tuve mis titubeos; me volvía loco al respecto de que toreaba poco y, esa situación, me ponía triste y, es la que daba en las plazas de toros; ahora, superé ese “trauma” y lo que hago, como quiera que me brota del fondo de mi alma, soy feliz; y esa dicha la trasmito a los tendidos con el bagaje de mi arte.
-Me temo que, aquella tarde veraniega de primeros de julio, en Madrid, la devolvió a usted todas las ilusiones. ¿Es así?
No hubo suerte por San Isidro y, estaba apenado; como sabes, Madrid es mi plaza; como dirían los mexicanos, casi soy un consentido de las Ventas y, no estar bien, por culpa de los toros, siempre era la espinita que me quedó clavada. Pero esa tarde de la que tú hablas me devolvió todas mis ilusiones; me sentí torero como nunca en mi plaza y, a partir de ahí, como sabes, han surgido todos mis éxitos.
-Dos tardes de éxito en Barcelona, de alguna manera, refrendan el caudal de su torería inacabable, ¿verdad?
Es curioso y, me alegra que me preguntes por Barcelona, esa plaza tan vilipendiada en la que, desde muchos segmentos del mundo del periodismo, en ocasiones, hasta nos hacen creer que allí no existen aficionados y, todo son montajes de los que sospecho que mucho tienen que ver los políticos; allí, en Barcelona, hay unos aficionados con una sensibilidad tan exquisita que, como dices, este año, han saboreado por partida doble mi arte, algo de lo que me siento muy orgulloso.
-Madrid, Barcelona, Sevilla, Linares, México, donde fuere, usted se siente artista, ¿verdad?
Por supuesto, muy pobre sería yo si no creyera en mi persona y en mi obra. Y no lo digo como jactancia ni petulancia alguna porque, los que me conocen, saben de mi humildad; pero sí, estoy en el torero para crear obras de arte, condición de la que me siento orgulloso de que Dios me diera semejante don.
-El colmo de la sinrazón, maestro, no es otra que anuncien que vuelve un tal Jesulín de Ubrique y que usted siga toreando apenas veinte corridas de toros por temporada. ¿Qué piensa usted de semejante dislate o despropósito?
Como dijera El Guerra, “hay gente pa tó” Aunque se produzcan disparates en el toreo, mi mente no puede estar pendiente de los mismos; mi obligación, como torero, debe ser la de seguir creando bellas lecciones de torería.
Matando los toros así se consolida lo hecho con la muleta
-Si me lo permite, deje que le diga que le veo conformista con el número de actuaciones que usted suele llevar a cabo por temporada. ¿Serían cuarenta, por decir una cifra, el número ideal de festejos para usted?
Para mí y para todo el que sienta artista por los cuatro costados; a ese respecto, José Tomás es todo un ejemplo. Deseo estar ya en las grandes ferias; pero no para sumar “mil” festejos; nada de eso. Yo quiero ser un referente artístico, no una numeración en el escalafón. Esa cifra, de proponérmelo, la podría alcanzar pero, anhelo participar en esos festejos donde haya muchas posibilidades de triunfo; pero huyo de esas corridas en las que tienes que pasarte el día rezando para que un toro embista; que luego no embiste, claro. En ese sentido, cuento con Ignacio que es un fuera de serie -su apoderado-; nos compenetramos muchísimo y, como quiera que él no es el clásico “comisionista” que firma lo que sea por llevarse la “leña”, ahí empieza gran parte de mi éxito.
-Hacía mucho tiempo que no conversaba con usted y, quería preguntarle algo; ¿qué pasó aquella tarde de su confirmación en México? Y se lo digo porque yo pude ver aquella corrida y, me quedé desencantado; firmó usted dos bellas faenas que no fueron comprendidas por el sensible público mexicano. Son, maestro, esas rarezas que a veces pasan de las que nadie sabe los motivos, ¿verdad?
Quiero pensar que, como yo era un desconocido, la gente estaba con El Pana, un diestro genial donde los haya; luego, aquello no terminó de funcionar con Rodolfo Rodríguez y, la gente se desencantó. ¿Qué hacer? Se formó un maremagnun en el corazón de los aficionados, creo que se despistaron y se pusieron de parte del, por aquél entonces, más humilde del cartel Arturo Macías. Pero yo me sentí muy a gusto; hice las cosas como creo que merecían los toros y, pese a no haber éxito grande, me marché con el regusto de haber toreado a placer en La México.
-Por lo que he visto, maestro, no han contado con usted para la feria de otoño en Madrid. ¿Motivos?
Yo creo que es una feria muy corta y muy concreta y, algunos de los que merecíamos estar, hemos tenido que quedarnos fuera, algo muy lógico. Me hubiese gustado estar, claro; pero espero ir al año próximo con vitola de torero importante puesto que, mis éxitos de toda esta temporada, están diciendo todo de mi.
-Voy siguiendo su trayectoria Curro Díaz y, compruebo que muchas tardes le corta usted las dos orejas a un toro y, eso quiere decir mucho; con toda seguridad, que está usted cumbre con la espada. ¿Cómo ha podido arreglar esa cruz que usted tenía con el estoque?
Yo creo que con mentalización y entreno, no existe otro secreto. Pero es cierto que, llevo varias actuaciones tumbándolos a la primera y, a Dios gracias, no se me esfuman los éxitos logrados con la muleta que, eso si me apenaba muchísimo.
-Sospecho que, tras muchos años, al final, a usted se le hará la debida justicia para que los aficionados, cuantos creímos en usted, los empresarios nos den la satisfacción de admirar a un torero genial por todas las plazas del mundo.
Esa es mi idea; que todo el esfuerzo realizado durante tantos años, al final tenga la recompensa de la comprensión hacia mi persona de todas las empresas del mundo; no quiere ser el estandarte de nada; pero si quiero ser lo que siempre soñé; un torero admirado por las mejores aficiones del mundo.
-Démosle gracias al destino, maestro, porque tras el terrible susto de Linares, para nuestra fortuna, la suya y la de todos, estamos conversando con un artista irrepetible. Suyo es el arte; suya es la vida. Que Dios le siga bendiciendo.