Se trata de un incipiente novillero sin caballos que, según cuentan, apunta maneras grandes. Se llama Mario Alcalde, nació en Madrid y sueña con la gloria de la torería. Ya es importante que en el escalafón menor tengamos hombres ilusionados que, afianzándose en sus propios sueños, pronto puedan hacerlos realidad. Mario Alcalde viene a demostrar que la locura por ser torero sigue siendo un “mal” incurable para dicha de la profesión de torero. Como él, todavía quedan chavales románticos, llenos de quimeras por el anhelo de la gloria, señal inequívoca de que la fiesta de los toros está más viva que nunca. Bien hallado seas, Mario Alcalde, a este mundo de locos y soñadores. Si de artistas y de locos todos tenemos un poco, tú colmas con toda plenitud el bendito refrán.
El joven novillero pleno de ilusión
Me mentalicé, como usted puede figurarse, de la grandeza que entraña esta profesión y, posiblemente, crecí más pronto de lo debido hacia el mundo de los adultos; esta es una tarea muy seria y bromas las precisas puesto que, ante todo, un hombre se juega la vida, por tanto, no cabe nada más serio.
-Estudias primero de bachillerato, dicen que no eres mal estudiante y, para “desdicha” de los tuyos, cuando podías haber emprendido una carrera digamos lógica, un buen día les dices a tus padres que quieres ser torero. ¿Qué pasó por tu cabeza para cometer semejante locura?
Hace unos años, siendo muy chiquito, acudí a una capea y, sin que sepa las razones, aquello me motivó, me ilusionó como no puede usted darse una idea. A partir de aquel momento, como sintiendo una llamada extraña dentro de mi ser, en mi fuero interno, comprendí que yo tenía que ser torero.
-Y sin darte cuenta emprendiste una maravillosa aventura que, como se sabe, te ha abocado a la profesión más difícil del mundo, ¿lo comprendiste ya?
Si, por supuesto. Pero fíjese, hay mucha magia en este mundo, mucha gloria; incluso miserias y desdichas, pero mi corazón me dice que tengo que estar ahí y, por supuesto, con mi esfuerzo, intentar llegar a la cima de la torería.
-Un día no muy lejano, aunque para ti ya sea historia, te pones delante de un “toro” en Barajas. ¿Cómo recuerdas aquel día?
Como el hecho más relevante de mi existencia; fíjese que, era matar un becerro pero, verme delante del mismo y saberme el protagonista del evento, aquello me fascinó por completo; en aquel instante comprendí que estaba en el camino correcto.
-Tras analizarte, Mario, sigo creyendo que eres un hombre muy afortunado; te lo explico. Conozco a innumerables muchachos que empiezan, incluso novilleros y matadores de toros que desearían tener un apoderado y tú, tan incipiente y tan joven y ya tienes un apoderado de lujo como Eduardo Martínez. ¿A qué se debe ese milagro?
Son esas casualidades del destino que nos juntó y, ahora mismo, me siento muy reconfortado con la presencia de Edu a mi lado; él lo es todo para mí puesto que, además de apoderado y empresario, es como mi hermano mayor que me ayuda por los senderos de la vida y, de forma muy concreta, llevando a cabo mi carrera con toda pulcritud.
-El apoderado, es decir, Eduardo Martínez tiene 21 años; el poderdante, Mario Alcalde, 16. ¿Cómo se desenvuelven dos chiquillos apenas en ese mundo tan complicado como es el de los toros?
Mi suerte, como le digo, no es otra que tener este apoderado que, pese a su juventud, cuando le hablo y le veo actuar, hasta siento que estoy con una persona de una adultez extrema. Edu me ha organizado todas las novilladas que he toreado y, como se trata de un luchador sin límites, para el próximo mes de agosto ya me tiene previsto el hecho de debutar con picadores; hasta que llegue este momento, si no se tuerce nada, torearemos alrededor de veinte novilladas sin caballos y, de tal modo, a esperar el gran momento que para mí supondrá dicho debut.
Empaque no le falta al rematar con la muleta
Ante todo me asiste el convencimiento interno de saberme capaz para desarrollar esta profesión que se ha convertido en el centro de mi vida. Tengo el valor necesario para estar frente a la cara del toro y, por mis venas corre el sentimiento del arte.
-Difícil me lo pones puesto que eso del arte queda muy bonito pero recuerda que es muy complicado intentar vender esa idea en el mundo de los toros salvo que seas una copia de Morante de la Puebla, por ejemplo. ¿Eres consciente de ello?
Por supuesto. Pero mi obligación será que, esa idea, esa forma de ser, ese toreo que yo siento y que quiero practicar cale en el corazón de las gentes y, ante todo, en el de los empresarios que son los primeros que tienen que fijarse en mí.
-¿Has pensado alguna que, en tu persona, podemos perder a un gran estudiante para ganar a un torero más?
Estoy estudiando primero de bachillerato y, como me enseña mi apoderado, los estudios no podemos dejarlos de lado puesto que él, entre exámenes y clases, como se sabe, es capaz de organizar festejos, llevarme a tentaderos, hablar con distintos empresarios y, como el pasado año, hasta nos fuimos a México para ver a El Pana en la monumental. Seguiré con los estudios puesto que, la cultura es un bagaje importante para todo ser humano pero, en calidad de torero intentaré no ser uno más; es decir, lucharé para demostrar que llevo un torero muy distinto al resto dentro de mi ser.
-¿Eres consciente de que en tu profesión se puede morir de verdad?
Lo tengo clarísimo; es una de las profesiones más difíciles del mundo en que, como usted dice, puedo perder la vida pero, de igual modo, si no existiera el riesgo, la profesión de torero no tendría la grandeza con la que la misma se sustenta.
-Te comentaba antes que eres un hombre de suerte y, las pruebas, así lo certifican. Tienes un apoderado de lujo por las connotaciones que se dan cita en su persona y, para mayor dicha, cuando todos los chavales de tu edad acuden a distintas escuelas taurinas para enseñarse, en tu caso, como si fueras un potentado del mundo del toro, hasta tienes un profesor particular al más estilo purista. ¿No es un milagro que Carlos Escolar Frascuelo, el maestro te imparta lecciones a diario en la plaza de toros de Parla?
No le falta el apoyo de Frascuelo, su maestro y referencia
-¿Qué secretos te ha enseñado el maestro Frascuelo que tú no conocías?
Innumerables porque, aprender, a su lado, es toda una bendición del destino. Verle torear, cómo maneja los engaños, el sentido de las distancias, la compostura, el empaque, su torería en definitiva no cabe mayor fortuna en mi vida en este aspecto.
-Imagina que, mañana, como así te lo deseo, llegas a ser la gran figura del toreo que siempre has soñado y, llegado ese momento, ¿qué podría pasar por tu cabeza para que, como otros tantos han hecho, prescindieras de los que ahora tanto te quieren?
No pasará nada por mi cabeza porque, como les he prometido tanto al apoderado como al maestro, es que siempre estaré junto a ellos; pero no será mérito mío; será todo de ellos que siempre me acompañan.
-Hagamos un juego con nuestra mente; es decir, si me lo permites, vamos a soñar un rato juntos. Imagina que ha pasado un año y que las cosas te han venido rodadas hasta el punto de que decides tomar la alternativa y, ¿has pensando alguna vez en dicho cartel? Siguiendo el sueño del que hablamos, ¿qué te parece que, dicho cartel fuera, Frascuelo, como padrino, Morante como testigo y, Mario Alcalde, el matador que se doctora?
Como usted dice, ese sería mi sueño ideal en este momento y, si Dios quiere, llegado el momento, que pudiera ser una gran realidad. Sería, a no dudar, la culminación de mi gran sueño.
Otro momento de interpretación con la muleta
Seguro que sí. Es más, tengo a mi lado al maestro Frascuelo que, como se sabe, es el modelo de la perseverancia, de la lucha contra todos los elementos que se han dado en su vida y que, tras muchos años, su toreo, pese a todo, tiene la misma vigencia que el día que se doctoró; yo diría que mucha más porque, como se sabe, Frascuelo rezuma torería y personalidad por todos los poros de su piel. O sea que, viendo el espejo que mi maestro representa en el toreo, a su lado, estoy preparado para todo.
-Podríamos seguir conversando, pero no quiero robarte más tiempo. Añade cuanto quieras, el medio es tuyo.
Darle las gracias a usted y a OyT por ocuparse de un joven ilusionado como es mi caso y, esa misma gratitud es la que le quiero trasmitir a mi apoderado y mi maestro que, en realidad, tanto les debo. Que sepan los aficionados que pondré todo mi empeño para llegar a ser lo que siempre soñé, un torero muy importante. No regatearé esfuerzo alguno puesto que, los aficionados merecen lo mejor de mi persona y, ante todo, de mi toreo.
-Gracias, amigo. Que tengas toda la suerte del mundo. Tu juventud, ilusiones, maneras y anhelos, merecen lo mejor. Dios quiera que, al final de temporada, respecto a tu persona, estemos hablando del rey de los novilleros punteros.
