Llega la hora de San Isidro, la feria más importante del mundo.

Un San Isidro novedoso, ya que una empresa nueva dirige su gestión. De momento ofrece más festejos, más corridas de toros continuadas y ofreciendo el postre, días después, con la corrida de Beneficencia y la de la Cultura. Toreros hay muchos y siempre se echará en falta a alguien, del mismo modo que ganaderías hay varías y siempre nos faltarán otras.

Las novedades más significativas las han ofrecido en la comunicación, la obtención de abonos de temporada nuevos, descuentos, la posibilidad de sacar entradas por internet imprimiéndolas en casa, venta por paquetes de lunes a miércoles y de jueves a domingo... No dejan de ser avances que facilitan a la gente el acercamiento a la plaza. Ha faltado mejor tratamiento en las taquillas para los abonados de siempre, si bien el 10% de descuento no le ha parecido mal a nadie.

Al parecer, y como vemos, puede acercarse la gestión de la plaza más importante del mundo a la era de la comunicación inteligente. Eso no es malo. Sacar la Fiesta, en cuanto a la relación con el público, de los siglos anteriores y situarla en el siglo XXI era necesario. Echamos en falta esos luminosos en la plaza que indiquen las posibles contingencias que alteren el orden de lidia. El Domingo de Ramos se produjo un cambio inesperado de matadores en la lidia, y la correspondiente salida de los toros sorteados, sin avisar. No todos conocían quién era Gómez del Pilar o Alberto Aguilar. Esos luminosos ayudan, como ya se hace en Zaragoza, Pamplona y, más reciente, en Valencia.

Otra cosa es que todo eso sea lo más importante a solucionar en la Fiesta actual. Las peticiones de los aficionados han de ser consideradas sustancialmente en otras cosas. Así podríamos recordar que el toro es el fundamento de este espectáculo y que es a él al que hay que dar todo el protagonismo.

Esa será la prueba más importante que ha de pasar la nueva empresa en el ya inmediato San Isidro. Son los responsables de la elección y presentación de los toros, luego ya es responsabilidad de los toreros el ejecutar el toreo con autenticidad.

Quedan pocos días para que lo podamos comprobar. Más de un mes para pasar la prueba definitiva.