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Se nos fue julio… pero no sus consecuencias. Un mes de toros, de toros de verdad en varias plazas y, consecuentemente, de toreros de verdad.
Pamplona, Céret, Mont de Marsan, Santander, Valencia… han sido las cabeceras de las ferias más renombradas tanto en España como Francia. Para cerrar el mes un plato fuerte con los toros de Valdellán y Cuadri para abrir agosto en Azpeitia.
De todo lo sucedido, y con todo, ha ganado la Fiesta con mayúsculas a la fiesta con minúsculas, aunque esta última suelan adornarla con supuestas letras de oro los nombres de las figuras.
Sin querer hacer un análisis exhaustivo, la memoria nos lleva a recordar los nombres de Frascuelo, Fandiño, Urdiales, Aguilar, Robleño, Rafaelillo… en la parte de la Fiesta con mayúsculas. De igual modo, dieron sentido a lo hecho por los toreros los nombres de Cuadri, Victorino, La Quinta, Miura… principalmente.
Otros ecos dicen menos del ganado de Montalvo, de Victoriano del Río… y, consecuentemente, de los Juli, Perera... como más destacados, y resto de las figuras en la otra fiesta. A destacar, y recordar, también que El Juli se puso donde se ponen los primeros citados, con La Quinta en Mont de Marsan, y el resultado no pudo ser más decepcionante.
Justo es recordar a Miguel Abellán quien ofreció otra lección de vergüenza torera en Pamplona y Valencia, como antes había hecho en San Isidro en Madrid. Una vez más herido y triunfando. Recuerdo para David Mora quien hubo de cancelar todos sus compromisos por seguir en el dique seco tras San Isidro. A ellos nuestro deseo de pronta y total recuperación.
Por eso julio se va… dejando consecuencias que dicen a las claras que debemos seguir defendiendo el toro íntegro y el toreo auténtico. Dignos representantes de ambos se han podido ver durante este julio que acaba de terminar.
Quizá como nunca OyT se siente feliz de enarbolar esa bandera desde su creación, convencidos de que es el camino correcto, el que nos puede llevar a recuperar el tiempo perdido. Julio nos ha ofrecido unas muestras de que ese objetivo es posible, de ahí nuestra perseverancia en el convencimiento de saber que no estamos equivocados.
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