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Acabamos de aterrizar en Diciembre, último mes del año y mes de inmensas esperanzas en todo el mundo a través del llamado espíritu de la Navidad. Cada cual invoca ese espíritu con el deseo de que solucione cualquier cosa que esté por arreglar.
Crédulos o no, el caso es que lo hace todo el mundo y no nos vamos a sustraer de hacerlo nosotros también para con el mundo taurino que es el que ocupa estas páginas. Por pedir que no quede, aunque es de suponer que hay asuntos en el mundo de mayor importancia y calado, amén de necesidad, como para que nos llegue a nosotros algún presente.
Cierto también que el espíritu lo que debe hacer es inundar la buena voluntad de las gentes que, a la postre, son los conseguidores de los cambios que se desean o se quieren operar. Visto así, nos aprestamos a pedir que ese espíritu de la Navidad ayude a:
-Que los toros sigan criándose en las dehesas de bravo, conservando su especie y el ecosistema para bien de todos, incluidos los antitaurinos.
-Que esa crianza se realice de acuerdo a las pautas de los ganaderos y no de los toreros.
-Que su manipulación sean las mínimas que exige el aspecto sanitario, desechando también las fundas.
-Que antes, ni en el camino a la plaza, se haga parada alguna para la manipulación de las astas.
-Que los distintos encastes puedan ser vistos en las plazas frente a toreros de todas las partes del escalafón y no solo del medio para abajo.
-Que los toreros asuman su profesión en plenitud y, por tanto, enfrenten el toro en esa igualdad de plenitud.
-Que la lidia se celebre en su integridad, completa, sin amputaciones de ningún tipo, para que el tercio de muleta o muerte sea uno más y no el único.
-Que la pureza y autenticidad prime en la interpretación del rito de torear, desechando todas las ventajas que marchitan y empequeñecen el arte de torear.
-Que la suerte de varas se realice dando ventajas al toro y no simplemente como un trámite sin sentido y sin mérito.
-Que, recuperada la lidia completa, podamos contemplar el maravilloso repertorio de capote y de quites.
-Que las piernas de los toreros den el paso adelante y no el de hacia atrás, ya que con ello no solo retrocede el torero, sino que lo hace la Fiesta entera.
-Que la hora de la verdad se haga en rectitud, de cuerpo y estoque, concediendo al toro su derecho a herir, sin vergonzosos alivios o saltos gimnásticos. O sea, de verdad.
Con esta docena de peticiones nos conformamos y confiamos en ese espíritu navideño para que se puedan cumplir, aunque ya sabemos que no serán bienvenidas por quienes tienen el mando en este mundillo.
Siendo así, optaremos por pedir uno más:
-Que los aficionados no se los pidan a la Navidad, sino que los exijan con todas sus fuerzas, única manera de poder lograr alguno de ellos.
Desde OyT deseamos Feliz Navidad a todos nuestros lectores.
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