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Acabó el primer semestre de 2013, seis meses en los que se celebraron muchas ferias y entre ellas algunas de máxima importancia, de plazas de primera, Valencia, Sevilla y San Isidro especialmente.
Y qué queda tras de todas esas ferias más otras muchas de segunda, pues queda un absurdo empecinamiento en montar encerronas o manos a manos fuera de lugar. Ninguno de esos montajes ha servido para revitalizar la Fiesta, ninguno ha mostrado mejora, solamente tedio o bochorno. ¿Se puede decir lo mismo de las cuentas corrientes de los participantes? No, ellos han sido los que han mejorado honorarios en detrimento de oportunidades para otros compañeros.
Bien es cierto que, de forma humilde, han dado de comer a los toreros que hacen de sobresalientes y éstos también agradecerán que se anuncien este tipo de carteles. Ya ven, quien no se conforma es por que no quiere.
Poco queda para otras ferias, incluidas las de Pamplona en este mes y Bilbao en el próximo, pues en ellas también el manido de carteles que nadie reclama. Simple y llanamente es la manera de que no bajen los honorarios de los privilegiados, pues se hace difícil pensar que les puedan pagar lo que piden sin que las plazas se llenen. Una forma de llevarse a casa lo mismo aunque sea matando un toro más.
No nos engañemos, son encerronas o enfrentamientos ficticios, de los que nada queda, salvo que se hagan también en plazas de menor importancia para mejorar las estadísticas de orejas de quienes parecen vivir de ellas y torear por ellas.
Jamás hubo tantos enfrentamientos que nadie pedía, jamás veremos tantos como en esta temporada y, sin embargo, tan poco queda de ellos. Lejos en la memoria aquél Ortega Cano-César Rincón cuando se discutieron el trono de ser el triunfador en Madrid.
Al margen de esto, el parón de Iván Fandiño, por su grave cogida, ha mermado el interés despertado en su única actuación en Madrid; las actuaciones de Javier Castaño y su cuadrilla de lujo, que siguen recibiendo parabienes haya donde actúan –añadimos, con toros de verdad- y la negativa a dar paso a quienes Las Ventas les dio el salvoconducto, Aguilar, Adame, Álamo, a los que podemos llamar la triple A, pero sin fuerza en los despachos, son esperanzas para los aficionados.
Esperamos que el segundo semestre que ahora comienza, ponga de forma real las cosas, y los toreros, en su sitio, evitando que los diez de marras lo sigan acaparando todo sin nada especial que lo justifique.
Poco queda de lo visto, pero todavía quedan sitios, quedan plazas, donde poder mejorar. Que así sea.
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