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Esa es la solución o al menos así lo vemos nosotros. Lo hacemos por principios y desde el principio pero hay que llegar un poco más allá. Está claro, es notorio y visible, el mal momento que vive nuestra querida Fiesta. Lo dicen las encuestas y cualquiera que sea sensato y esté alejado del negocio que supone, pero aquí nadie hace nada, los que menos, los profesionales. Está visto que la lisonja, el elogio, los calificativos triunfalistas, desmedidos e interesados, hechos desde muchísimos frentes no levantan a la decaída fiesta, en Opinionytoros, fieles a nuestro compromiso con la verdad y con el aficionado, único que merece la pena defender, nos comprometemos a incrementar nuestra exigencia. Allá donde tengamos que hacer nuestras crónicas o dar nuestra opinión, subiremos el listón para contrarrestar esa corriente triunfalista y ocultadora de todos los males y que ha quedado demostrado que no llevaba a parte alguna, parte buena se entiende. Éramos casi la única voz que clamaba en el desierto, pero ahora lo haremos como una estrategia en busca de encontrar el mejor camino que nos pueda llevar a la recuperación. Visto que los demás no lo han conseguido con la benevolencia, incluso con la complicidad con el sistema, buscaremos que sea otro el camino de la recuperación, cosa que hacemos convencidos que ayudará mucho más que contribuir a la comodidad de los protagonistas. Nuestros colaboradores, repartidos por todo el mundo, seguirán con la libertad e independencia que caracteriza a OyT, pero han de afilar mucho más sus juicios en aras de la búsqueda de la autenticidad, tanto en el toro como en el toreo. A ello nos aprestaremos convencidos de que nuestra contribución siempre será más positiva que la contraria y, por supuesto, más honesta. No debemos asustarnos, pues no se trata de traicionar nuestros principios ni nuestros compromisos, solo ha de ser una manera, una contribución, que permita elevar la exigencia para con ello aumentar la cuota de autenticidad perdida. En el pasado agosto vivimos las Olimpiadas y allí no imperaba la comodidad que anida en los protagonistas de la fiesta, de ahí que la exigencia y el esfuerzo, hecho desde los participantes, elevara los valores de lo conseguido. No se entiende el éxito sin exigencia, de ahí que en esta casa procedamos desde ya a incrementarla con nuestros juicios, dejando de lado el regalo de calificativos gratuitos a quien no se implique en la exigencia, abandonando la comodidad. Ya hemos visto que desde la adulación no se mejora nada, al contrario, se empeora. La solución ha de venir desde una mayor exigencia. A la excelencia se ha de llegar desde la exigencia no desde la comodidad. Estamos en ello.
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