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A modo de presentación: Esta Sección llamada “DIVISIÓN DE OPINIONES”, queremos que sea un puntal en la web. De forma periódica, al menos una al mes, acudirán a esta ventana distintos temas a debate. Debates que necesita la Fiesta. Debates que enriquecerán los criterios con los que defender o censurar el estado de nuestra Fiesta. Acudiremos a colaboradores de todo tipo y que de una u otra manera están dentro de la Fiesta. Lo más importante será la participación activa de nuestros lectores. Ellos con sus opiniones al respecto, arrojarán luz sobre el panorama taurino. Para centrar el asunto y extraer conclusiones medibles de cada “DIVISIÓN DE OPINIONES”, el debate irá siempre acompañado de una encuesta. Si su opinión es de interés, su voto no lo será menos. Con todo, estamos seguros que haremos que www.opinionytoros.com sea un punto de encuentro entre los aficionados auténticos y si con ello ayudamos a encontrar razones para mejorar la Fiesta, habremos cubierto uno de los objetivos: unidos podremos tener voz. Una voz que llegue y se pueda oír. Hoy, para empezar su andadura, hemos elegido un tema de bastante interés para saber su opinión: EL TOREO EN LOS SESENTA. Quizás no sea muy polémico -ya vendrán otros-, pero seguramente dará mucho juego en el contraste de las opiniones a recibir. Estamos convencidos de que existen sustanciales diferencias entre el escalafón de matadores que por aquellos años toreaban y los que en la actualidad hacen el paseíllo por los ruedos del mundo. Con este título iniciamos nuestra sección, esperando sea de su agrado. EL TOREO EN LOS SESENTA Soy de los que opina que el famoso dicho de “cualquier tiempo pasado fue mejor” no es correcto, pero que tampoco es pura coincidencia. Vamos, que se ajusta como un calcetín a algunos temas. Mismamente al toreo. No creo que nadie pueda discutir cómo se toreaba antes, en esos años sesenta, y cómo se torea ahora. Cómo se competía entre los distintos matadores y como no se compite en los tiempos recientes. Cómo se pagaba el tributo de la sangre por aquel entonces y que poco se paga -¿por suerte?- ahora. Además, los carteles que se formaban antaño reclamaban el interés de los aficionados y los de los últimos años van dejando las plazas vacías. Cuando por aquellos años se celebraban corridas de toros, eran muchos los que sacaban los ahorros para no perdérselas. Había tanto interés por cuanto sucedía en el ruedo, que los toros y los toreros en los temas preferidos en los cafés y en las tertulias de las peluquerías. En cualquier lado era fácil hablar y escuchar de toros. La Fiesta estaba muy viva y todo se debía, básicamente, a que existía un plantel de toreros de los que no te querías perder ni uno. Los buenos, eran muy buenos; los menos buenos eran buenísimos; los regulares extraordinarios; de los malos no había uno que no supiera torear y hasta Manuel Benitez “El Cordobés” que habitó en aquellos años, arrollaba hasta con “el salto de la rana”. ¿Y ahora qué?. Ahora, parece que estamos endémicos de toreros. Uno acude a la plaza con menos ilusión que a la panadería, pues no encuentra en los carteles ni a Bienvenida ni a Bernadó, por poner un ejemplo. Esos toreros eran toreros-toreros y daba gusto verlos, pues entre otras muchas cosas, tenían torería, término este que nadie sabe lo que es en la actualidad. Ni toreros ni aficionados saben ni saborean el regusto de ese saber estar. Hoy, con lupa, se pasa uno el año esperando a ver si alguien pega una verónica sin dar el paso atrás. Y termina la temporada con el cristal de la lupa lleno de dedos y el corazón vacío por no haberla visto. Con la muleta pasa igual: paso atrás y pico, mucho pico. ¿Y de ligar qué?. Sí, en la tele y en el bar. A continuación les voy a poner los carteles de San Isidro de 1966. Resultan ser el prototipo de una Feria con interés. Además, para los que la recuerden, saben que ha sido la más exitosa de la historia de las ferias. ¡¡Con esos carteles ya podrán!!, dirán algunos, pero es la cuestión de este debate. Prueben a hacer una feria igual hoy y no salen ni carteles para un fin de semana. Por si fuera poco, con aquellos diestros, ni siquiera nos obligaban por decreto a tener que sacar los abonos, ni a tener que ir tantos días. Esa es también una diferencia sustancial: ahora siempre quieren compensar con cantidad lo que falta de calidad. FERIA DE SAN ISIDRO MAYO DE 1966 Día 14: Toros de María Pallarés para los diestros, Antonio Bienvenida, Manuel Amador y Paco Pallarés (que confirm. altern.). Día 15: Toros de José Luis Osborne para los diestros, "Antoñete", Fermín Murillo y Victoriano Valencia. Día 16: Toros de Carlos Urquijo para los diestros, Miguel Báez "Litri", Diego Puerta y "El Pireo". Día 17: Toros de Atanasio Fernández para los diestros, Julio Aparicio, "Palmeño" y "El Cordobés". Día 18: Toros del Marqués de Domecq para los diestros, Antonio Ordoñez, Andrés Vázquez y "El Inclusero" (que confirm. altern.). Día 19: Toros de Pablo Romero para los diestros, Joaquín Bernadó, Andrés Vázquez y "El Inclusero". Día 20: Toros de Baltasar Ibán para los diestros, Jaime Ostos, "El Viti" y "El Pireo". Día 21: Toros de A.Pérez T.Manchón para los diestros, Paco Camino, "El Viti" y "Tinín" (que tomará altern.). Día 22: Toros de Fermín Bohorquez para los diestros, Curro Romero, José Fuentes y Paco Pallarés. Día 23: Toros de Juan Pedro Domecq para los diestros, J. Aparicio, A. Ordoñez y P. Camino. Día 24: Toros de Felipe Bartolomé para los diestros, "Antoñete", "El Cordobés" y "Tinín". Día 25: Toros de Francisco Garzón para los diestros, "Litri", D. Puerta y "El Viti". Día 26: Toros de Francisco Galache para los diestros, P. Camino, "El Cordobés" y Raúl García (que confirm. altern.). Día 27: Toros de Benitez Cubero para los diestros, J. Ostos, D. Puerta y J. Fuentes. Día 28: Toros de Antonio Pérez para los diestros, A. Bienvenida, A. Ordoñez y Curro Romero. Día 29: Toros de Eduardo Miura para los diestros, A. Bienvenida, F. Murillo y J. Ostos. Qué toreros, Díos mío. Con ser bueno lo que te podían aportar para alimentar el espíritu, eran capaces de competir. El tercio de quites existía, sin necesidad de que lo tuvieran que cantar la prensa como en las excepciones de ahora y donde se veía la competencia y la asunción de responsabilidades era en el desaparecido Sanatorio de Toreros. Siempre ocupado por unos cuantos de las figuras, otros tantos del pelotón de aspirantes, muchos de los sin nombre y la correspondiente lista de novilleros y banderilleros. Tan es así, que era un sitio donde se sentían a gusto, a pesar de estar dolidas sus carnes. Yo creo que lo quitaron -el sanatorio- por falta de clientela. Ahora ya no llenan ni una clínica dental. Uno no quiere que pasen ahí los veranos, pero es el tributo obligado por la gloria de ser torero y por competir en buena lid con los compañeros y con ambas cosas, respondían ante los aficionados. Otros tiempos. No hay duda, para mí, Desde Ordóñez a Pallarés o de El Viti a El Inclusero, pasando por Antoñete o Romero valían un potosí. Y yo no puedo seguir sin arrancarme a llorar. ¡¡Qué toreros, qué toreros!!. Dignos de un Oscar, como para volver a empezar. |
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