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El presidente es determinante en darle a la fiesta brava seriedad, realce, buen seguimiento, cumplir reglamentos y buen devenir de los festejos; un presidente pusilánime puede hacer que los aficionados nos ausentemos de las plazas, los puede haber ignorantes, como el caso de Pamplona, o comprados por las empresas como en México, en ambos las corridas pierden seriedad; aunque en Pamplona todo es distinto, existe el toro serio, que ya es ganancia, la diversión, la merienda, el Dios Baco, torear de hinojos, volteretas o cornadas, y matar bien a los toros, lo demás, es lo de menos. |
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